Por un mundo libre de violencia armada
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Imagen: Gojko Franulic

¡Paremos la matanza! Expulsemos las armas de América

Vivimos en el continente más violento del mundo, y dos de cada tres homicidios que ocurren en él tienen como protagonista a un arma de fuego. ¿Por qué seguimos tolerándolo, si está en nuestro poder impedirlo?

Por Marco Canepa @mcanepa | 2015-05-15 | 17:00
Tags | armas, violencia, muertes, armas de fuego, pistolas, rifles, asesinatos, homicidios, seguridad, América, políticas, gobiernos
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La madrugada del domingo pasado Estados Unidos se vio afectado por el mayor ataque terrorista de las últimas décadas en la discoteca gay Club Pulse de Orlando, en la que 50 personas fueron asesinadas y otras 53 heridas de gravedad con armas de fuego de alto calibre.

El autor de esta masacre es Omar Mateen, un joven estadounidense de 29 años quien ingresó sólo al local y disparó con dos armas adquiridas de forma legal hace 12 días en una tienda del condado St. Lucie: un rifle de asalto y un revólver.

Después de asesinar a sangre fría a todas estas personas inocentes, Mateen fue abatido por la Policía en el mismo local. Horas después, el Estado Islámico se atribuyó el ataque, indetificándolo como uno de sus "soldados en el califato de América".

A propósito de esta tragedia, les dejamos esta columna.

Vivimos en el continente más peligroso del mundo

Les tengo malas noticias. Según la Oficina para las Drogas y el Crimen de la ONU (UNODC), el continente americano es el más violento del mundo.

Déjenme repetir eso: nuestro hogar, la tierra en que vivimos, es el lugar más peligroso del planeta. Más que África. Más que el mismísimo Medio Oriente, donde muchos de nosotros nos la pensaríamos dos veces antes de ir. Cuando alguien dice "¡Uy, no me atrevo a viajar para allá, es demasiado peligroso!", esos somos nosotros.

¿Quiere datos duros? Pese a que representamos sólo el 15,3% de la población mundial, tenemos el  36% de todos los homicidios intencionales del planeta, principalmente en Centro y Sudamérica.

¡Eso es una locura! ¿Por qué pasa esto? No somos los más pobres del mundo, la mayoría de los países de la región han entrado en la zona de los ingresos medios. No estamos viviendo guerras civiles. No tenemos divisiones étnicas, tribales o religiosas importantes. No vivimos bajo dictaduras brutales. Casi no hay terrorismo. A diferencia de cualquier otra parte del mundo, nos estamos matando entre nosotros, simplemente, porque sí.

O más bien, para robarnos unos a otros, “defendernos” de agresiones, o porque somos incapaces de ventilar nuestras diferencias de manera más sana que agarrarnos a chuchadas, puñetazos y, finalmente, balazos.

Podría dedicar páginas y páginas a los factores culturales que nos han llevado a esto: nuestra incultura, nuestros genes latinos, nuestra historia de conflictos, nuestra falta de educación, nuestras desigualdades, etc. Podría hablar de las incontables medidas fundamentales que tenemos que aplicar para mejorar esta realidad: educación, alfabetización emocional, igualdad de oportunidades, justicia social, prevención social y policial, rehabilitación, capacitación e integración. Estas son, sin dudas, las soluciones de fondo al problema.

Pero no voy a hablar de todo esto, porque sobre todo aquello han corrido y aún corren ríos de tinta, cada nuevo candidato propone soluciones, cada nuevo gobierno se fija como meta hacerse cargo, cada think tank y ONG cree tener respuestas infalibles para el problema, y sin embargo, las décadas y los siglos pasan sin que notemos que la cosa mejore. No al ritmo que necesitamos, al menos.

Si queremos parar esto AHORA , debemos tomar medidas inmediatas, radicales y efectivas, AHORA.

Y para mi gusto, no existe medida más inmediata y fácil de implementar, que prohibir de manera absoluta las armas de fuego en posesión de civiles, en todo el continente. No resuelve el problema de fondo, obvio, pero al menos ayuda a disminuir sus consecuencias. No cura la enfermedad, pero disminuye sus síntomas. No reduce el crimen, pero lo hace menos letal. Darle armas a una sociedad violenta, inmadura y conflictiva, es echarle bencina al fuego. Es lo más estúpido que pudimos haber hecho.

Armas de fuego: el cuerpo del delito

Según el mismo informe de la ONU, 66% de todos los homicidios de nuestro continente tienen como protagonista a un arma de fuego, frente al 28% de África y Asia y el 13-10% de Europa y Oceanía. Es decir, dos de cada tres muertes. Eso es caleta. De hecho, de los 20 países del mundo con más homicidios por arma de fuego, 16 están en América y también lideramos en muertes accidentales causadas por ellas.

Las armas de fuego en nuestro continente son una epidemia. Están en manos de delincuentes, de narcos, de pandilleros, de jóvenes comunes intentado verse rudos, de niños, del vecino que pone la radio demasiado fuerte, del tipo al que le tocaste la bocina, del micrero al que insultaste porque se saltó tu paradero, del almacenero de la esquina, de los amigos de tu hijo y, tal vez, en tu propio velador.

Y están ahí, listas para usarse ante la menor provocación, apenas el autocontrol –un rasgo de por sí poco abundante en nuestra cultura– sea sobrepasado por la rabia, los celos o el miedo. Están ahí para que nuestros hijos las encuentren por accidente y se pongan a jugar con ellas. Están ahí, disponibles para pasar a engrosar el arsenal de la delincuencia cuando te la roben.

Nuestros Estados gastan millones de dólares al año combatiendo la delincuencia, sacando armamento de las calles y destruyéndolo (cuando realmente lo hacen y no termina de vuelta en las calles), solo para ver que rápidamente es reemplazado por un nuevo arsenal. Año a año debemos lamentar incontables pérdidas de vidas humanas civiles y policiales, y contar el robo de millonarias sumas que se van en asaltos a negocios, hogares, vehículos y transeúntes, perfectamente evitables de no mediar armas de fuego. ¿Cuánto bien se podría estar haciendo con todo ese dinero? ¿Cuánto más podrían hacer nuestros gobiernos si no vivieran pendientes de combatir la delincuencia armada? ¿A cuántas obras civiles y servicios sociales podrían dedicar todos esos fondos?

¿Y cuánto más libres nos sentiríamos de vivir nuestras ciudades si no viviéramos permanentemente atemorizados de enfrentar el cañón de un arma? ¿Cuánto más tranquilos dormiríamos?

Ustedes me dirán que igual me pueden asaltar con un cuchillo o hasta con una botella rota. ¿Pero los atemoriza tanto? De un cuchillo puedo correr, de una pistola no. Un cuchillo necesita estar cerca de mí, una pistola no. Contra un cuchillo puedo pelear, contra pistola no. Un corte tiene que ser muy profundo y preciso para hacer real daño, un balazo en cualquier parte de mi pecho o cara puede ser fatal.

Distribución porcentual de mecanismos para comisión de homicidios. Estadisticas UNDOC, 2012. 

¿Saben que es lo que más afecta la calidad vida de la gente que vive en poblaciones conflictivas? ¿Qué es a lo que le tienen miedo? No, no es a que les roben. No es el narcotráfico. Son las balas locas. Eso les quita el sueño. Es el terror de que en cualquier momento, tu marido caiga muerto de un disparo en la cabeza mientras ve televisión. De que tu hijo no vuelva vivo del jardín infantil porque una balacera atravesó los muros de su sala de clases. De que tu mamá vaya a comprar a la feria y termine desangrándose en una esquina. Eso solo ocurre con las armas de fuego.

Pero las seguimos vendiendo, como si nada.

Es hora de decir basta. Es hora de prohibir las armas de fuego, en todo el continente. Es hora de exigirle a nuestras autoridades que le pongan un alto a esta locura.

¡Pero necesito defenderme!

La principal razón para oponerse a prohibir las armas de fuego, en opinión de muchos, es que, en teoría, “sólo se las estaríamos quitando a la gente honesta”, mientras que los delincuentes seguirían comprándolas en el mercado negro.

Eso es no ver el problema de manera sistémica.

Las armas del mercado negro SON las armas compradas legalmente, que han sido robadas a sus legítimos dueños, o que han sido compradas directamente de las armerías, burlando las leyes, como demostró este reportaje de CIPER. Otras tantas son, obviamente, traficadas desde el extranjero, pero incluso el origen de estas no es muy distinto y si las prohibiéramos de manera coordinada entre varios países, no habría nada que traficar. Unas cuantas son armas hechizas, de bajo poder y nula precisión, tan peligrosas para el delincuente como para la víctima. Solo una minoría de las armas en el mercado negro son armas de alto estándar, compradas por organizaciones criminales fuertes a vendedores de países ricos. En resumen, la enorme mayoría de las armas en manos de delincuentes las hemos puesto ahí, literalmente, nosotros mismos.

Por eso, cerrando la llave al comercio legal y retirando las armas ya en posesión de civiles, se rompe toda la cadena de abastecimiento de la delincuencia. Y si lo hacemos coordinadamente, entre varios países, no solo frenaremos el comercio interno de armas, sino también el tráfico internacional.

Incluso si todavía se podrán seguir creando armas hechizas, revendiendo las armas ya en poder del hampa e importando, con muchas dificultades, armamento desde otros países más permisivos, el costo de estas armas será sencillamente prohibitivo para el delincuente común. Pasarán a ser un objeto “de lujo” en el mundo del hampa, sólo para los más sofisticados delincuentes, sólo para los “trabajos” grandes. El resto, el delincuente común, deberá “trabajar” con otras herramientas menos efectivas, para alivio de todos.

Además, si eres de los que se siente “seguro” con un arma en tu hogar, lamento informarte que sólo en un mínimo de los casos la víctima logra utilizar su arma para defenderse de un asalto. El delincuente cuenta con el factor sorpresa y habitualmente entra cuando la casa está vacía o en el momento en que menos propenso eres de sorprenderlo. E incluso aquellas víctimas que logran extraer el arma, habitualmente sólo empeoran la situación, convirtiendo lo que pudo ser un mero asalto, en un tiroteo de consecuencias insospechadas. Por algo el primer consejo que dan todas las fuerzas policiales del mundo, es no resistirse nunca a un asalto.

Y para peor, como ya está más que probado, un arma en la casa es un peligro mucho mayor que cualquier seguridad que pueda proveer: niños que las toman para jugar y terminan matando a sus hermanos o padres, maridos violentos o celosos que abren fuego contra su mujer (países con alta proporción de armas de fuego tienden a tener mayores tasas de femicidio), suicidios, accidentes cargándolas, descargándolas o limpiándolas, fallas en su uso, son algunas de las miles de formas en que tu supuesta “seguridad” termina volviéndose en contra tuya. Mira esta escalofriante campaña contra la tenencia de armas de fuego y ve si aún te animas a tener una.

Para peor, piensa que lo que es seguridad para ti, es una amenaza para el resto. Y viceversa. Tu vecino tiene un arma para su “seguridad” y un día tienes un conflicto con él porque tiene la radio muy fuerte o se puso a taladrar a las 3 de la mañana. La cosa escala, empiezan los insultos, las amenazas y, de pronto, aparece un arma de fuego. ¿Te sientes seguro ahora? O quizás el arma la tenías tú y en un momento de furia, disparas. Y pasas los próximos 20 años en la cárcel. ¿Buena movida?

No existen razones racionales para seguir permitiendo a civiles tener armas de fuego, estas se basan exclusivamente en nociones emocionales, de miedo, de falsa sensación de seguridad, de deseo de poder. La evidencia científica es contundente, la tenencia de armas de fuego sólo aumenta el riesgo de muerte y accidentes para quienes las poseen, sin importar el tipo, calibre, cantidad ni modo de almacenamiento de las mismas.

¡Hagamos campaña!

Los invito a imaginar por un minuto cómo sería nuestro continente si se liberara de su estigma de violencia, si dejáramos de asociar a las favelas de Brasil con niños armados, a México con matanzas; a Colombia con guerrilla; a Venezuela, El Salvador y Honduras con delincuencia.

Los invito a imaginar lo potente que sería que, por una vez, todas (o la mayoría) de las naciones latinoamericanas trabajáramos unidas y tomáramos la valiente decisión, juntos, de plantarle cara a la violencia y desterrar para siempre a la principal herramienta de destrucción social que hemos permitido introducirse en nuestros países.

Porque estamos cansados de tener miedo, porque estamos cansados que las balaceras sean algo normal, porque estamos cansados de tener que enterrar niños, estudiantes, trabajadores, madres y padres, escribamos a nuestras autoridades para pedirles que escuchen esta petición y se animen a crear un frente unido, independiente del color político o de la nación que representen. Armemos un frente común y cambiemos la historia, seamos el primer continente que le dijo no a las armas.

Si vives en Chile, en los siguientes links encontrarás los correos de nuestros diputados y senadores.

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Comentarios
Francisco Javier Pérez Hofmann | 2015-05-15 | 20:49
4
Buen análisis del fondo en el que he venido pensando desde que supe al respecto, lamentablemente mucha gente ha caído en el sobreanálisis emocional, político o ideológico de aristas que sólo son sintomáticas frente al problema.
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Ángela Ferrari | 2015-05-15 | 22:56
3
Tiene toda la razón el artículo. No le veo el caso a tener armas en la casa. Lo encuentro la estupidez más grande que puede haber. Son peligrosísimas y no sirven para nada. Como dice el artículo, si te asaltan, no alcanzas a buscar el arma, cargarla y disparar mejor y más rápido que el asaltante. En cambio es muy probable que un niño la encuentre (por muy bien escondida que supuestamente esté) y se mate él mismo o a otro. O que el mismo asaltante la encuentre y se la robe o la use contra la familia.
No hay por donde mirarlo y que parezca bien.
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Argaen | 2015-05-16 | 14:00
5
Una acotación importante, el informe de la UNODC considera a América como el continente más peligroso tomando en cuenta solamente los homicidios intencionales y no los conflictos armados. Si tomase en cuenta las muertes causadas por guerras y otros conflictos, el listado sería diferente.

Por último una opinión personal, creo que culpar a las armas de fuego de las muertes es similar a culpar a las cucharas de la obesidad o agradecer a los lápices por las obras literarias.
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Antonio Adoue | 2015-05-17 | 23:29
6
Casi por vez excepcional debo diferir con la opinión del artículo y decir que no lo leí completo, traté, pero no pude.
El problema esta, en que para comenzar, "América" no es el continente más violento del mundo, ya que para comenzar existe norte América y sur América, y ahí una gran diferencia ahí. Segundo, las armas ya están bastante restringidas en Chile a lo que he visto en otros países (Suiza, por ejemplo), y vivimos en un estado que esta en contra de su tenencia y uso, ¿nos ha servido de algo la demonizacion de las armas? Yo diría que no, ni en otros países tampoco (podría poner fuentes pero estoy en un iPad actualmente).
El problema se va hasta las raíces mas sencillas, con "prohibir" con limitar el uso de las armas, no detienes la violencia, y tu podrás decir "pero si el no hubiese tenido esa arma de fuego, quizás no hubiese matado esos estudiantes" y yo te puedo decir de vuelta, si no hubiese tenido una pistola, hubiese usado un cuchillo, y si haces ilegales los cuchillos, usara una roca, y así... He visto como en Inglaterra, por ejemplo, para comprar un cuchillo de plástico practicamente te piden la identificación y aún así el índice de homicidios de ese país no se ha visto beneficiado por la prohibición de las armas.

Con mi opinión no quiero decir que me gusten las armas, y que quiera que todo el mundo tenga acceso a ellas, no, lo que quiero decir que "prohibirle" cosas a la gente es un esfuerzo inútil, y no beneficia a nadie, así como dije antes, puedes prohibir la sal si quieres mañana, y siempre encontraran la forma de obtenerla por otros medios o usar un remplazo. A lo que quiero ir es que la violencia solo se detiene con unica y exclusivamente educación, no solo educación de libros, si no con una educación civica, con cultura como sociedad, a saber donde comienzan tus derechos y empiezan los del otro y así y solo así puedes evitar homicidios de este tipo, no prohibiendo las armas.
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José Arcángel Salazar Delgado | 2015-05-24 | 05:10
2
Estoy en desacuerdo con el artículo debido a que el planteamiento entra en el terreno de lo ideal, por lo tanto irrealizable. Imaginemos que se logra prohibir las armas en todo el continente, ¿Realmente funcionará? ¿Qué impedirá que se generen mercados negros de tráfico de armas?

Hoy en mi país (México) es muy difícil tener un arma legal. Hay una prohibición bastante amplia que impide que el ciudadano común tenga un arma de fuego. Sin embargo, hace unos días, los narcos derribaron un helicóptero militar usando un lanza misiles (Totalmente prohibida su posesión). En EE.UU. están prohibidas las drogas y son el mayor consumidor de droga del mundo. En muchos lugares del mundo esta prohibida la prostitución, pero la cantidad de prostitutas y de clientes no disminuye.

¿A que quiero llegar con esto? A que entendamos que las leyes son solo letra muerta si son imposibles o ridículas de aplicar. Crear leyes prohibicionistas es mas fácil que educar a nuestros niños y jóvenes. ¿Quieres evitar la violencia en la calle? Dale acceso a los jóvenes a educación integral, cuida que tu gente no se muera de hambre, enséñale a tus hijos a tener empatía por el prójimo, canaliza positivamente la energía de los jóvenes en la ciencia, el arte y el deporte. Y sobre todo, respeta, educa y cuida profundamente de tus mujeres.

Las drogas y las armas no son el problema, solo una herramienta. El verdadero problema esta en la gente.
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carlos meneses | 2016-06-13 | 19:24
1
Las armas del mercado negro no aparecen de la nada. Son compradas legalmente y luego robadas u obtenidas burlando el procedimiento legal de compra. Y las que entran del extranjero se pueden reducir con un actuar en conjunto (aparece en el artículo). Reducir la cantidad de gente con intenciones y capacidad de matar es posible.
Y en cuanto a lo de culpar a las cucharas por la obesidad, es mas bien como culpar a los abrelatas de hacer fácil abrir latas. Hace el trabajo mucho mas fácil (intenta matar 50 personas con un arco o una espada, es mas difícil).
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Javier Pizarro | 2016-06-14 | 12:43
0
UNA ARISTA QUE EXTRAÑAMANETE NO ABORDA ESTE ARTIULO
Bajo la consigna de "La ocasión hace al ladrón", sería considerable las medidas de prohibición, pero la prohibición atenta contra la libertad individual.
No tiene que ver con la política de prohibición. Canada es un país amante de la casa y de las armas de fuego, el porte de armas es casi igual al de Estados Unidos y, sin embargo, la tasa de homicidios es considerablemente más baja. En el 2013 Canada registró 131 muertes por armas de fuego en un año... 131!!! Y en EE.UU. saben cuanto?? Más de 8500... 87 muertes diarias, 3 muertes por hora!!! Si tomamos un promedio de América en total, es contextualizar mal los datos, ya que en países vecinos encontramos una clara diferencia. ¿Y entonces cuál es la diferencia entre estos dos países amantes de las armas? Recomiendo ver el documental de la cultura del miedo que generó Michael Moore (Documentalista y escritor estadounidense) tras un lamentable hecho en que un estudiante mató a sus compañeros con un arma de fuego. El documental se llama "Bowling for Columbine" y habla sobre cómo los medios y la cultura en general crea una especie de psicosis o paranoia en el que creemos que todos nos quieren hacer daño, y hay que estar alerta para matar antes que nos maten. Aborda y analiza distintas aristas que tiene la problemática, respaldándose en cifras y entrevistando tanto a las autoridades como a la gente común y corriente. Aquí les dejo el link a una interesante parte del video: https://www.youtube.com/watch?v=Fdf4wZJ35Gw
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Javier Pizarro | 2016-06-14 | 12:54
0
Quiero dejar también este gráfico comparativo entre las muertes por arma de fuego en el mundo y su posesión: http://www.elconfidencial.com/archivos/ec/2012122337graficoarmasok_ampl.jpg

Destaca el caso de Islandia, donde la criminalidad es muy baja y no contempla ninguna muerte por arma de fuego, teniendo una gran posesión de estas. Aquí un breve artículo sobre islandia: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/05/130526_islandia_crimenes_raros_armas_lav
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Pedro Hargous | 2016-06-14 | 18:53
0
Muy interesante artículo tema de conversación, pero aunque tampoco me gustan las armas difiero de la conclusión y me uno a quienes ya han dicho acá que la solución no es recortar las libertades.

El presidente Barack Obama ha hecho grandes esfuerzos para descontextualizar el problema del terrorismo islámico y hacerlo ver como un problema de control de armas y avanzar en su agenda política para debilitar la segunda enmienda.

Concuerdo plenamente con quienes han planteado que las armas no matan personas, alguien que quiere matar encontrará cualquier medio y eludirá controles legales con tal de cometer un delito mayor (el asesino de Orlando pasó por controles e incluso hizo cursos de guardia de seguridad ). El mayor argumento en contra de esto habla de la mayor letalidad que proporcionan las armas de fuego. Este argumento se cayó literalmente desde el cielo el 11 de septiembre del 2001 cuando un grupo de terroristas islámicos armados con cuchillos de cartón secuestraron 4 aviones comerciales y lograron estrellar 2 de ellos contra las torres gemelas y uno contra el pentágono matando a miles de inocentes. En el cuarto avión los pasajeros en un acto heroico lograron reducir a los extremistas estrellando el avión en una zona poco poblada. Es decir, el mayor atentado en la historia de Estados Unidos no fue con armas de fuego.

La mayor matanza con armas de fuego en la historia de Estados Unidos fue en 1890: murieron 297 indios Sioux (aprox 200 eran mujeres y niños ) cuando el gobierno federal envió un regimiento de caballería para desarmar a la tribu. Se le dijo a los Sioux que debían entregar sus armas por su propia seguridad, que ahora el gobierno cuidaría de ellos. Los Sioux entregaron sus armas pacíficamente y luego el regimiento los asesinó a todos. Esto nos deja una importante lección : el derecho a tener armas es parte del derecho a defenderse a sí mismo y a su familia, no solo de delincuentes sino también del propio gobierno. Si sólo el Estado tiene armas ¿Cómo nos defenderemos de una eventual tiranía? Esta posibilidad podrá parecerles lejana, pero ha sucedido en numerosas ocasiones en la historia de Chile, incluso en la historia reciente (en los 70 hubo 2 casos, un gobierno de izquierda y otro de derecha ): los gobiernos pueden abusar de su poder y pasar a llevar nuestros derechos fundamentales.

La segunda enmienda tiene en Estados Unidos el efecto adicional de que el presidente no hará lo que se le antoje con sus ciudadanos por miedo: no pocos presidentes han muerto asesinados por sus compatriotas (tal vez por eso Obama está tan interesado en restringir esta libertad, él mismo ha sido objeto de múltiples amenazas). Naturalmente no es algo para enorgullecerse, pero creo que más de alguno de ustedes estará de acuerdo conmigo que le haría bastante bien al país que nuestros gobernantes tuvieran más respeto e incluso un poco de miedo a los ciudadanos.

Por último, para ejemolificar el escaso efecto de la prohibición, países como Honduras y El Salvador tienen leyes cada vez más restrictivas para la posesión de armas y sin embargo tienen las tasas de homicidios más altas del mundo. En contraste, en Suiza, una de cada 2 personas tiene un arma de guerra en su casa (se las dan luego del servivio militar obligatorio con un suministro de municiones) y tienen una de las tasas de homicidios más bajas del mundo: la diferencia es que ellos son educados sobre el correcto uso y la responsabilidad que conlleva.

En mi opinión, poco avanzaremos si el estado insiste en tratar a sus ciudadanos como niños. Los ciudadanos debemos tener libertad y aprender a manejar la responsabilidad que ello conlleva, entendiendo el valor de la vida y asumiendo la responsabilidad de protegerla.
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