En estos últimos años, las películas de superhéroes han conseguido un enorme éxito alrededor del mundo, la locura por Ironman, Spiderman o Batman han invadido las pantallas de cine, las fiestas de disfraces y las fantasías de los niños. Debo admitir que yo también soy un férreo seguidor de sus aventuras pero que a su vez me he cuestionado duramente sobre las razones de porqué sujetos de una inteligencia tan sobresaliente como para construir una armadura robot que puede volar más rápido que un jet, no puede encontrar una manera efectiva de acabar con el crimen o la pobreza.
¿Cuál es el problema? B.F. Skinner en su libro "Más allá de la dignidad y la libertad" se pregunta cómo puede ser posible que hayamos podido enviar un hombre a la luna, antes que mejorar el sistema educatvo. ¿Era acaso tan urgente poner una bandera sobre aquel satélite con cráteres?
El mundo de los superhéroes si nos ponemos a revisar cuenta con un superávit de biólogos y físicos, genios con la computadora e ingeniería o soldados. ¿Pero que pasó con los antropólogos , psicólogos, sociólogos o economistas? ¿Dónde quedaron los héroes que se preocupen por entender la cultura de una raza extraterrestres con la cual se entra en conflicto? ¿Quén estudio la historia detrás de los conflictos entre héroes y villanos, la relación entre la guerra y la paz ¿Quién se preocupó de atender las necesidades de ese niño abusado, maltratado y olvidado que posteriormente será un potencial criminal al que ir a la cárcel o perder su vida no le infunde mayor miedo, que inclusive ese castigo parece mejor que la "libertad" en la que vive?
Si de algo a veces nos ha hecho olvidarnos todas estas historias de fantasía y acción, es que en la vida real, no existen sujetos constituidos de pura maldad, que no se trata simplemente de crear mejores sistemas de seguridad y armamento con los cuales combatir a una población que se diferencia de una población justa. No debemos preocuparnos tanto por tener precisos desactivadores de bomba, deberíamos preocuparnos por construir una cultura en la que poner una bomba ni siquiera sea una opción.
Cuando aparecen casos como el de James Holmes, quién el año pasado efectuara una masacre en el estreno de la tercera entrega del hombre murciélago de Cristopher Nolan, o más cercano a nosotros, "Antáres de la Luz", lo fácil es encapsular la locura en los sujetos que cometieron los actos. ¿Pero no somos responsables nosotros también de esa locura? ¿Cuantas veces no hemos sido capaces de preguntarle siquiera como está a alguien que vemos solo? El camino fácil es disparar o encerrar, mientras que el difícil, probablemente más largo que viajar a la luna y más complejo que construir una armadura robot, es desarrollar la atención ante los pequeños detalles, comprensión y cordialidad. En un mundo como el de hoy, la super-velocidad sería el poder de un villano, la paciencia si que sería una cualidad a destacar.