Nota del director: Tómense el título con humor. Lo importante es el contenido
Queridos compatriotas: Necesitamos más gente descomplicada, que no lo sepa todo… porque, dicho sea de paso, nadie lo sabe todo. Necesitamos personas dispuestas a aprender, con humildad, chilenos que no aparenten tener todo resuelto, opinión para todo y juicio categórico en cada materia. Dejemos de aparentar, de aguantar la respiración, de andar demostrando cultura, de disfrazarnos en vez de vestirnos, dejemos de apropiarnos de argumentos ajenos, de ser el pedante de la sobremesa. Atrevámonos a decir “no sé”, “no tengo idea”, “nunca lo he pensado”, “¿qué opinas tú?”, “este tema no lo domino”. ¿Quién de ustedes se suma a esta cruzada?
Necesitamos más Lulis, con urgencia.
Fue ella quien –bullying y mala onda aparte- nos dio una clase magistral de sencillez. “¿Qué es tregua?” le preguntó a una compañera de reality. Después, claro, intentó sacarse los pillos, pero ya había quedado en evidencia. Su primera reacción fue espontánea, natural, sincera. Ante una palabra que desconocía, preguntó su significado. ¿Eso la convierte en peor persona?, ¿podemos decir que es tonta por no saber el significado de una palabra? Les prometo que prefiero ese desparpajo para admitir la ignorancia que las retorcidas maniobras que puede ejecutar un pedante para “pasar piola” ante la misma situación.
Es preocupante la manera en que los debates y discusiones han ido perdiendo esa capacidad tan poderosa que tenían antaño: la de convencer. Hoy quienes debaten sólo enfrentan posiciones, como si fueran dueños de la verdad. Rara vez alguien admite estar equivocado… cuando en realidad hay pocas experiencias tan placenteras como la de darse cuenta de que uno no estaba en lo cierto. Personalmente suelo disfrutar las epifanías de conocimiento. Aprender es un placer. Pero es imposible hacerlo si uno va de sabelotodo por la vida.
Tanto como a Luli, hace algunas semanas criticaban en redes sociales al senador Ignacio Walker. ¿Por qué? Le dijeron “demo”, “merengue” y “veleta” porque –a raíz del debate sobre el aborto- dijo “a veces me levanto en una posición y me acuesto en otra, porque esto es debatible y muy complejo”. Y añadió: “Voy con el ánimo de persuadir y ser persuadido”. Un senador de la República, de larga trayectoria y presidente de un partido político, admite que no tiene opinión fundada sobre un asunto: ¿es eso delito?, ¿lo hace eso peor parlamentario?, ¿no es acaso mejor la actitud de Walker que la de aquellos que, sin entender una línea de lo que legislan, hacen copy/paste a otros proyectos de ley? Aplaudo la honestidad de don Ignacio… quien seguramente, tras un proceso intelectual serio y profundo, se formará una opinión contundente sobre los alcances del proyecto de ley sobre aborto, y votará con conocimiento de causa. Prefiero eso antes que argumentos memorizados, que nunca han pasado ni por 10 minutos de reflexión.
Pasa también con los libros. ¿Por qué le tenemos miedo a decir que nunca hemos leído “La guerra y la paz” de Tolstoi?, ¿se leyeron “Crimen y castigo”? Yo sí… pero no El Quijote, y aquí estoy, feliz y contento. La ignorancia tiene mala prensa. Eso creo. No se trata de ser un cateto y echarse a nadar en un mar de desconocimiento. No. Pero admitir espacios vacíos es el primer paso para comenzar a llenarlos.
Capítulo aparte, en todo caso, forman aquellos que –sin saber de lo que hablan- entregan su opinión sin que nadie se las pida. Si vas a criticar a los políticos involucrados en el caso Penta, un mínimo (digo yo) es que entiendas de qué se trata el caso. ¿O es mucho pedir? Porque a Sebastián Dávalos ya lo lincharon por el préstamo bancario que pidió… pero, ¿todos quienes lo critican entienden para qué pidió el dinero y dónde está, supuestamente, la irregularidad?
Atrevámonos a callar y escuchar. A usar el silencio para aprender y el tiempo para leer e informarnos. Y a no tener vergüenza de soltar, de vez en cuando, un “no sé”. No pasa nada. No se acaba el mundo. Y si tienes suerte, alguno de los que te rodea puede sacarte de la duda.