Los mercados bursátiles han presentado durante este año un comportamiento divergente en lo que respecta a su rentabilidad. De hecho, mientras los índices accionarios de países desarrollados como EE.UU., Reino Unido o Japón han mostrado avances incluso superiores a 15%, aquellos correspondientes a los emergentes han exhibido retrocesos en igual período.
Lo anterior, claramente contrasta con la histórica relación existente entre ambas regiones. De hecho, la evidencia muestra que estos últimos históricamente han tendido a seguir el desempeño de los primeros, pero con una mayor volatilidad. Es decir, cuando las bolsas desarrolladas han presentado rentabilidades positivas, los emergentes lo han hecho con más fuerza, al mismo tiempo que los retrocesos en los primeros, se observan con mayor intensidad en los segundos.
Sin embargo, existen una serie de razones para justificar la dicotomía que actualmente se observa. Por un lado, los grandes problemas que enfrentaron EE.UU., la Zona Euro o Japón, si bien aún no han sido solucionados por completo, han comenzado a mostrar importantes señales de mejora. En cuanto al primero, destaca la fortaleza presentada por los indicadores vinculados al consumo privado y el mercado inmobiliario. Asimismo, Europa ha logrado aquietar las fuertes tensiones enfrentadas en los años anteriores, mientras que en Japón sus autoridades monetarias y fiscales se han embarcado en masivos programas de estímulo. Dicha situación, ha terminado por favorecer la recuperación de las utilidades de sus compañías, en un contexto de atractivas valorizaciones para sus indicadores bursátiles.
Por el contrario, el desempeño de las grandes economías emergentes ha sido decepcionante. En concreto, mientras que China e India no han logrado incrementar sus tasas de crecimiento como era esperado, la actividad de Rusia ha perdido dinamismo, al mismo tiempo que Brasil enfrenta grandes problemas de inflación. Más aún, la baja en el precio de los commodities (productos genéricos, primarios) claramente no ha ayudado a sostener la rentabilidad de sus mercados bursátiles, en consideración a la alta participación que estos tienen en las plazas de países emergentes. En este punto, es necesario destacar también que el IPSA ha estado inserto en esta dinámica global, en consideración a que éste presenta un retroceso superior a 1,0% en lo que va del año.
En términos de perspectivas, es importante precisar que la actual coyuntura es aún favorable para la renta variable como clase de activo de inversión, por cuanto la economía mundial sigue creciendo, pero de una forma moderada que no genera un aumento en la inflación. Así, dicho escenario entrega espacios a los bancos centrales del mundo para que mantengan una alta liquidez en los mercados, situación que ha demostrado ser favorable para ellos.
Ahora, la divergencia existente entre los mercados de ambas regiones no pareciera cambiar en el corto plazo, por lo que aún es recomendable invertir en bolsas de países desarrolladas. De hecho, las principales noticias positivas en términos de actividad y crecimiento de utilidades provienen actualmente de dicha región. Así, en este momento es preferible mantener portafolios accionarios con una mayor ponderación en EE.UU. o Europa.
Sin embargo, tampoco es posible que esta dicotomía se mantenga para siempre. Más aún, debemos considerar que, con la excepción de Europa, en términos de valorización los mercados emergentes muestran atractivos superiores, lo que los llevaría a presentar una mayor rentabilidad en los próximos trimestres. De todos modos, para que dicha dinámica se genere, es necesario observar primero una recuperación de las economías emergentes con mayor fuerza, situación que sólo se concretará hacia el segundo semestre del año.