Ese domingo amaneció precioso, con una máxima de 26 grados, nada mal para un 4 de mayo.
Al llegar a la rampa de acceso, a la altura de la calle Huelén, en Providencia, todo se veía alegre, cálido, tranquilo, igual que ese día. A la entrada los organizadores daban las indicaciones de ingresar caminando junto a la bicicleta manteniendo la derecha para así evitar accidentes.
Empezamos a pedalear sobre adoquines y un poco de barro pero a nadie le importaba, la gente iba feliz, y aquí me quiero detener: Me impresiona como se irradia ese sentimiento de felicidad y libertad al andar en bicicleta y más aún si es en un lugar tan emblemático como el cauce del río Mapocho, el poder contemplar la cuidad desde esa cota, teniendo una perspectiva desde lo más bajo, fue algo muy distinto. La bicicleta permite eso, observar cosas que, desde la ventanilla de un auto son muy difíciles de percibir, amplía la perspectiva, nos otorga libertad en el manejo de tiempos y conecta puntos que un auto no.
Pasando el primer puente en el sentido de la pendiente, había una mesa con un cartel que decía ¿Por qué bajaste al río? Nos detuvimos con mi hija y a ella le pareció perfecto esta mesa con papeles de colores para poder dibujar, mientras yo escribía: “Bajé porque quiero una ciclovía express en mi ciudad y así con ella, apoyar la bicicleta como un medio de transporte sustentable y eficiente”. Mi hija dibujó dos ruedas con rayos y yo completé el resto, tomamos un clip y colgamos nuestros deseos, seguimos río abajo.
Un poco más allá, sillas de playa con un quitasol, grupos de ciclistas con sus poleras iguales y gente caminando, hasta que llegamos a un grupo más grande el cual estaba reunido escuchando una charla de Bicipaseos Patrimoniales que hablaban de la historia entre río y cuidad.
Mapocho Pedaleable es un proyecto bien pensado, sin mayores pretensiones de infraestructura, que busca mejorar la calidad de vida de los santiaguinos, entregando conectividad, menores tiempo de traslado y fomento a un medio de transporte ecológico, democrático y saludable. Reflejado todo esto en la alta convocatoria, más de 4.000 asistentes, esperemos que estas voces lleguen a los oídos correctos. Hay una luz de esperanza: la cicletada fue organizada por dos municipios, el de Santiago y el de Providencia.
Pero todos sabemos los beneficios de la bicicleta y sin duda que esta iniciativa ayuda al fomento de ella. Entonces, ¿Cómo podemos hacer que realmente la gente se suba a la bicicleta? La respuesta, cambiando nuestras pre-concepciones y estilo de vida. Hay que dejar de entender la bicicleta como objeto recreativo o un juguete para navidad. La bicicleta ES un medio de transporte, así de simple.
¿Llegaremos algún día a tener una “geografía de oportunidades”? Hay que repartir los costos, no es posible que personas que viven en la periferia de la cuidad tengan que mermar su calidad de vida por los desplazamientos excesivos en Santiago. ¿La clave? Densificar y conectar, una ciclovía express por el Mapocho ayudaría sin duda a esto.
Por último, el cauce del río es un espacio que tenemos que recuperar, tenemos el deber de “dejar respirar” nuestra ciudad, con sitios que se orienten no únicamente a un fin inmobiliario, sino de encuentro entre personas, y entre personas y naturaleza. Una ciclovía por el río para movilizarse es un ejemplo perfecto. Una vez que hemos “dejado respirar” podemos intervenir, repito, intervenir, no destruir para hacer nuevamente. Con intervenciones respetuosas con el entorno, encontraremos éxito.