“¡Córrete cuatro ojos!”, “¡Tú no puedes jugar!”, “¡Eres niñita!”. Mateo, de 7 años, se ve sometido recurrentemente a este tipo de burlas. Es un niño tímido y ante los insultos se ve muy afectado y no sabe cómo actuar, permitiendo que lo pasen a llevar y poniéndose a llorar, generalmente. Sus padres se dieron cuenta que no tenía ganas de ir al colegio, y conversando con él, les contó que sus algunos compañeros lo molestaban por usar anteojos, porque es malo para el fútbol y no lo dejan jugar. Ellos, muy tristes y preocupados, deciden tomar cartas en el asunto. ¿Cómo ayudar a su hijo cuando lo molestan?
Lo primero y lo más importante, es mostrarle al niño que no está solo y brindarle contención. Dejarle en claro que quienes lo molestan son los que están cometiendo un error y que él no tiene de nada que sentirse mal o avergonzarse. Que él es querido o valioso tal cual es y nadie puede decirle o hacerle sentir lo contrario.
En segundo lugar, los padres deben entender que este tipo de situaciones deben ser abordadas no solo desde la casa, sino que desde el colegio. Por eso, es necesario involucrar al profesor del niño, para que se haga una intervención del tema como curso.
Y en tercer lugar, pero no menos importante, además de remendar la situación puntual del bullying, es necesario ir a la raíz de la situación y tratar de descubrir por qué al niño lo están molestando y de dónde viene su dificultad para defenderse.
Por lo general, los agresores eligen a sus vícitmas porque no pueden defenderse y los ven más débiles y vulnerables. Si a un niño lo molestan, y a éste le es indiferente o responde, es probable que no lo vuelvan a molestar. Mientras que si a un niño le afecta, el agresor logrará su objetivo y seguirá siendo su víctima. Éste busca la reacción del agredido.
Es por eso que es muy importante indagar cuáles son los motivos por los cuales nuestro hijo es pasado a llevar, para así poder ayudarlo e intervenir en lo que está de base. Esto puede ser por diversas razones, desde falta de autoestima, poca habilidad para relacionarse, hasta alguna inmadurez de desarrollo que no le permite defenderse. Si somos capaces de descubrir la raíz de la situación y brindarle apoyo para superarlo, le entregaremos herramientas que lo ayudarán para toda su vida a evitar ser víctima de maltrato.
Pero además de buscar resolver el problema de raíz, hay que entregar a los hijos herramientas que le ayuden a enfrentar de la mejor manera posible alguna situación de abuso. No basta con decirle “pégale”,”acúsalo” o “ignóralo” si lo molestan. Debemos enseñarle estrategias para enfrentar conflictos, porque de esa manera podrá manejar cualquier situación.
El problema entre una víctima y su victimario es una dinámica incorrecta de comunicación y tiene que ver con las habilidades sociales y la manera de relacionarse de las personas. Ante todo evento en la vida, las personas se relacionan entre sí de diferentes formas, en una línea donde en un extremo está la agresividad y en el otro la pasividad. El equilibrio es la asertividad, el centro entre ambos, y enseñarles a nuestros hijos técnicas de asertividad puede ser una herramienta muy útil para que no los pasen a llevar.
Así también es muy importante enseñar a nuestros hijos a defenderse, a decir lo que sienten y lo que piensan sin temor, a sentirse seguros de sí mismos y no permitir ningún tipo de burla o menosprecio hacia ellos. Y defenderse no quiere decir pegar de vuelta o devolver la agresión necesariamente, sino que pasa por la actitud de seguridad del niño y saber cómo actuar ante determinadas situaciones.
No existe un recetario que nos diga cómo actuar ante determinada situación. Esto dependerá de la personalidad de cada niño y de la situación a la que se enfrente. Pero sí podemos enseñarles algunas estrategias generales para que ellos cuenten con herramietnas para enfrentar el maltraro:
- Mostrar seguridad en sí mismos. Hacer comprender a los hijos que nada de lo que les digan tiene importancia, porque ellos son valiosos y queridos tal cual son. Así, si les dicen alguna pesadez, como “Cuatro ojos”, sabrán que no tiene sentido, que es cierto que usa anteojos, pero no pierde su encanto por eso y no hay nada de malo en usarlos. Se puede ensayar frases con el niño, por ejemplo, si le dicen “Eres tonto” que se diga a sí mismo “Sé que soy inteligente”.
- Decir lo que sienten y no tener miedo a expresarse. Así, ante algua pesadez, pueden responder con voz fuerte y clara, “No me gusta que me digas eso, me molesta”. Esto se puede practicar con el niño, diciendo frases cortas y directas.
- Poner límites y hacerse respetar. Por ejemplo, si le quitan algo que está usando, en vez de permitirlo, decir tranquila pero firmemente, evitando que se note que siente miedo “Yo lo estoy usando, devuélvemelo. Cuando termine te lo paso”.
- Solucionar conflictos. Por ejemplo, si no quieren prestarle el columpio en la plaza, en vez de ponerse a llorar, decirle al niño que deben hacer turnos. Así lo verán menos vulnerable.
- Evitar a los niños molestosos.
- Acercarse a otros niños de manera confiada, sin agresividad ni pasividad.
- Controlar sus emociones. El objetivo del acosador es que su víctima se sienta mal, por lo que no hay que darle en el gusto. Después del momento desagradable, podrá contar lo que sintió a alguien de su confianza. Por ejemplo, puede enseñar al niño a contar hasta diez y contener el enojo o las lágrimas hasta que haya pasado el peligro.
- Ignorar. En algunas situaciones valdrá la pena hacer “oídos sordos” de manera que el agresor no logre su objetivo. Por ejemplo, si va por el patio y le gritan “Guatón” no sentirse aludido y pasar de largo, sin mirarlo.
- "Dar vuelta la tortilla". El agresor espera que su víctima se sienta mal. Si el niño logra descolocarlo, ya sea respondiéndole con una ironía o convirtiendo el insulto en un chiste, su pesadez no tendrá efecto y se dará cuenta que no tiene sentido molestarlo, además que lo desautorizará frente al resto. Por ejemplo, si un niño le dice “Pailón”, que le responda, “Sí, tengo mucha suerte porque puedo escuchar mejor la música”.
- Hablar con un adulto y pedir ayuda si de verdad lo necesita. Eso no es "ser acusete", sino que es buscar protección. Por ejemplo, si el niño que molesta es uno más grande, la víctima puede que no cuente con los recursos para defenderse.
- Correr si es necesario y buscar protección en otra persona. Escapar de una situación no es cobradía, habrá oportunidades en que será mejor no enfrentar la situación.
- Defensa física si es necesario. A pesar de que usar la violencia no es lo ideal y debe ser el último recurso, hay que explicarle al niño, que en ciertas ocaciones, cuando vea que no hay otra alternativa, debe saber protegerse y usar la defensa física. Esto cuando el niño es víctima de maltrato físico y lo lastimarán, no puede escapar o no hay nadie que lo pueda ayudar.
- Incentivarlo a hacer amigos. Tener buenos amigos siempre será una protección natural. Por ejemplo, puede llevar una pelota al recreo para que despierte el interés de sus otros compañeros.
Más allá de cómo enfrentar diferentes situaciones, la herramienta más valiosa que podemos entregar a nuestros hijos para evitar que sean víctimas de maltrato, es fortaleciendo su autoestima, la autoconfianza y seguridad en sí mismos.