¿Cómo le voy a enseñar a mi hijo que no debe mentir, si yo mismo estoy validando una historia que no es verdad? Un cuestionamiento común en los padres, similar al que se produce en otras festividades o acontecimientos, tales como el Viejito Pascuero en Navidad o el ratón Pérez cuando al niño se le cae un diente.
Es comprensible que como padres nos hagamos estas preguntas y que nos cuestionemos respecto a cómo enfrentar estos temas. En primer lugar, es importante decir que frente a esta interrogante no existe una respuesta única y absoluta, ya que en ella entran en juego una serie de variables culturales, religiosas, familiares, personales y evolutivas. Es por esto que cada uno de los padres tendrá que conjugar y evaluar las diversas variables para decidir cómo enfrentar con sus hijos el tema de los personajes e historias de fantasía. Sin embargo, existen algunas claves que nos pueden guiar en la toma de esta decisión.
A través de procesos simbólicos y la construcción de historias, el niño va siendo capaz de dar sentido y comprender el mundo que lo rodea. Por ejemplo, una niña que acaba de vivir el nacimiento de su hermana pequeña encuentra en la historia de blanca nieves un marco simbólico que le permite comprender y procesar sus propias vivencias de celos hacia el otro. Es por esto que los adultos podemos aprovechar este lenguaje y estilo de pensamiento infantil, caracterizado por la magia y la fantasía, para enseñar o explicar cosas que de otro modo son muy abstractas y difíciles de entender para un niño. Dentro de esta lógica, podemos entender que las historias como la del Viejo Pascuero o el Conejito, no son simples mentiras que engañan al niño, sino que son metáforas coherentescon el estilo de pensamiento propio de la infancia y que, nos pueden servir a nosotros como padres para explicar al pequeño valores complejos como la solidaridad y generosidad, la trasecendencia de la vida humana, entre otras.
Algunos ejemplos
En el caso del conejo de Pascua, para que este personaje cobre sentido, el padre le explica a su hijo que éste regala huevos para celebrar la vida y su trascendencia. Los huevos simbolizan la vida que nace.
En el caso del ratón Pérez, una madre le cuenta a su hijo que esto significa que está más grande, y que al crecer se pierden ciertas cosas, pero se ganan otras. Por eso el ratón nos trae un regalo.
Para el Viejo Pascuero, Carla le dice a sus hijos que éste es el mensajero de Jesús, quien está de cumpleaños y como es tan generoso, en vez de recibir regalos él, quiere darle uno a cada persona. Por eso manda al viejo pascuero a darnos regalos.
Ya se dijo que el pensamiento de los niños y su manera de comprender el mundo va cambiando a lo largo de los años. Es así como el niño comienza a desarrollar nociones lógicas como la no contradicción, la causalidad, la constancia de los objetos, que le llevan a dejar atrás el pensamiento mágico e intuitivo y acceder a un estilo cognitivo operatorio, donde se comienzan a comprender las leyes naturales, y se mira el mundo desde una lógica de causas y efectos. Dentro de este marco cognitivo las historias propias de la infancia comienzan a ser cuestionadas, ya que el niño se hace preguntas tales como: ¿Cómo un trineo va a volar? ¿Cómo un conejo va a llevar un canasto con huevos? ¿Cómo el Viejo Pascuero alcanza a ir a todas las casas del mundo? Es normal y esperable que el niño se haga estas preguntas y es en este punto donde el rol del adulto es clave y cuando entra verdaderamente en juego su credibilidad y modelo respecto al valor de la verdad.
Hasta antes de este período (que suele darse alrededor de los 7 años) las historias de fantasía eran para el niño explicaciones coherentes. Sin embargo, éstas dejan de ser suficientes cuando él ya es capaz de ejercitar su pensamiento lógico, y por eso como padres no podemos caer en el engaño deliberado que, claramente va en contra de todo lo que el niño es capaz de comprender y pensar. Por eso tenemos que enfrentar los cuestionamientos del niño con una actitud sincera, de manera de mostrarle que frente a sus preguntas nosotros contestaremos con la verdad.
En una primera instancia puede resultar una buena estrategia usar la contrapregunta frente a las interrogantes del niño. Por ejemplo, si pregunta cómo un trineo puede volar le decimos: ¿Qué crees tú? De esta forma podremos constatar que explicaciones se está dando el propio niño y captaremos en que estadio de pensamiento se encuentra. Es muy distinto si el niño responde “yo creo que debe tener unos motores además de los renos” que si nos dice “es imposible que vuele porque los renos caminan por la tierra”. Este segundo escenario nos ubica en una posición donde claramente el niño está haciendo raciocinios lógicos y no podemos como padres decirles mentiras para revalidarlos solo por mantener la magia. Tampoco se trata de adelantarse y darle toda la información como “una bomba” que destruya todas sus creencias infantiles. Una actitud apropiada sería la de ir acompañando al niño en ese proceso de cambios en su forma de pensar, actuando como un espejo que refleja sus propias dudas y cuestionamientos. Una vez que el niño ya ha llegado a la convicción de que son figuras irreales es bueno mostrarles el sentido que tienen. Por ejemplo, en el caso del Viejo Pascuero, explicarle que es una manera de enseñarle el valor de la generosidad.
A través de este sistema el niño no verá a los padres como personas que le mintieron y lo desilusionaron, sino que será capaz de comprender que trataron de mostrarle una realidad desde una perspectiva diferente y que fueron veraces a la hora de enfrentar sus cuestionamientos y dudas.
Es bueno mostrar al niño que es importante que sus hermanos menores (en caso de que los tenga) o compañeros que aún creen, sigan viviendo esa magia mientras para ellos sea adecuado. Por eso, podemos invitar al niño a sumarse a la causa de ayudar a los otros a seguir creyendo y respetar los tiempos de los demás.
Pedrito cuando dejó de creer, su mamá le pidió que no le contara a sus hermanos menores, y lo invitó a ser parte de la ilusión, aludiendo a qué el ahora es grande y puede ayudar a sus padres a mantener la magia en la familia.
Puede haber familias que, considerando las distintas variables, religiosas y culturales, decidan que las historias de fantasía no son para ellos una buena fórmula de mostrar la realidad a los niños. En estos casos es legítimo buscar otras formas de explicarlas. De todos modos se debe tratar de enseñar desde muy pequeños el valor del respeto a la diversidad de manera de que no se rían o devalúen a aquellos niños que creen en estos personajes.
Antes de tomar este tipo de decisiones, es importante considerar que estos personajes están insertos en ciertas convenciones sociales y lenguaje de los niños, y que es propio de su interacción.
En el caso de Cristina, en su familia siempre se ha hablado que en Navidad son los padres que hacen los regalos y que el Viejo Pascuero no existe. Sin embargo, ella sabe, que cuando sus compañeros hablan de éste, ella se queda callada para no arruinar la fantasías de ellos.
También es necesario que si un hijo ya tiene el desarrollo cognitivo suficiente para no creer en los personajes de fantasía pero por diversos motivos, sigue creyendo, es importante hablar con él y explicarle que son una metáfora y por qué se usan. Esto porque existe un tiempo para que ellos puedan creer y seguir haciéndolo no le aportará nada en su vida .
En resumidas cuentas, ante esta interrogante hay dos alternativas: sumarse a las tradiciones o explicar a los niños que son solo fantasías. En el segundo escenario, es importante hablar con los niños de respetar la magia para otros y explicarles porqué para ellos no tiene sentido. Pero en el primer caso, entender que más que una mentira, es una estrategia para sumergirse en el mundo de fantasías de los hijos con el fin de explicar o celebrar ciertos eventos en sus vidas desde su propio lenguaje. Pero siempre respetando los tiempos de éstos, por que en la medida en que ese mundo vaya transformándose en uno “real”, hay que tener la apertura de responderles con la mayor sinceridad posible pero siempre desde su perspectiva.