Muchos de nosotros revivimos los peores momentos del 27F durante la noche de ayer. Los santiaguinos apenas nos movimos –literalmente– pero teníamos conocidos, amigos o familiares en las zonas más afectadas, y las redes sociales tomaron otra vez amplio protagonismo. Gratamente, y en comparación con el terremoto del sur, esta vez todo pareció funcionar mejor, desde las políticas de alarma y evacuación en el borde costero hasta la correcta propagación de info en Twitter, con más chequeo de fuentes y “funa” a los tweets equívocos y/o malintencionados. Al parecer, algo aprendimos del desastre de la última vez.
Sin embargo, algo que sí se repitió fue el colapso de la telefonía móvil. Todavía tendemos primero a llamar en lugar de usar otras vías, lo que es absolutamente comprensible, dado que por el carácter dramático de la situación, preferimos escuchar la voz de la otra persona en lugar de leer unas cuantas letras en una pantalla. Además, seguimos siendo una sociedad conservadora que, por más entusiasta o “líder” que sea en temas digitales, aún tiene un pie anclado en las prácticas tradicionales y recurre a ellas de forma innata ante la presión…
Continúan las réplicas y algunos sismólogos afirman que ese 8.2 no será el único ni el más fuerte. Estemos preparados. Ayer varias ciudades demostraron un excelente aprendizaje y actitud cívica frente a la alerta de Tsunami… Sigamos la buena senda. Estos cuatro consejos son trillados, añejos, pero no todos los recuerdan o los siguen, así que no sobran. Apréndaselos, compártalos.
- Si va a llamar, sea breve. El consejo es bueno y válido, pero reconozco que es bien impracticable. En momentos de mucha tensión, angustia o miedo, es poco probable que la conversación con mi mamá sea “breve”, sobre todo entre mujeres, que entre más nerviosas, más hablamos. Pero en fin: la recomendación apunta a descongestionar las redes lo más posible, no sólo con llamadas cortas, sino evitando insistir mucho si cuando llamas tu destinatario suena ocupado. La insistencia hace que la red se congestione aún más.
- Preferir SMS o plan de datos. Anoche había al menos una docena de autoridades y/o medios especializados siendo muy majaderos con este asunto. Grábeselo bien. Si para Año Nuevo las líneas colapsan, obviamente lo harán en el caso de un desastre natural. En ese contexto el 3G es un gran aliado que nos permite la utilización rápida de mensajerías (Whatsapp, Telegram, BBM, etc), pero no es infalible, ya que puede mostrarse intermitente o incluso caerse por completo. En ese caso, cambiar a 2G (EDGE) también sirve, pero es un acceso más lento y tampoco garantiza la comunicación. Son los SMS los que en general no fallan –fui protagonista y testigo de esto en otro evento que caotiza redes, como lo fue el festival Lollapalooza el fin de semana pasado–, así que, si por tal o cual crisis tiene poco tiempo para enviar un mensaje a alguien, ocupe éstos como primera opción.
- Mantener notebooks/smarphones cargados. Parece difícil, pero puede establecerse como un hábito que se pruebe salvador en el minuto menos pensado. Al acostarse, apague el celular si quiere, pero conéctelo inmediatamente al cable para que se cargue. Lo mismo cuando apague su computador. Nunca se sabe cuándo puede cortarse intempestivamente la luz y esas baterías llenas valdrán oro.
- Escribir en papel y lápiz los números de teléfono más importantes. ¿Y qué tiene de tech?, dirá usted. Que nos recuerda la horrible dependencia, pues. En situaciones críticas como cortes de luz o colapso de telefonía móvil, corremos en círculos porque nuestros aparatos no funcionan, pero algunas prácticas más “viejas” no se ven tan afectadas y apañan hasta el final. Para el 27F, por ejemplo, era imposible comunicarse por celular pero los fonos fijos todavía daban la pelea. Entonces, en vez de recaer en la agenda de tu smartphone para acordarte hasta de tu cumpleaños, mejor ten el número de tu papá o de tu polola escrito por ahí (en tu billetera, en tu refrigerador, qué sé yo), visible y a la mano. Nunca está de más.
Chile no sólo es un país sísmico; es un país acontecido. Nos golpea la tierra, el mar, los volcanes, las heladas, la sequía, las lluvias. Así que, como chilenos, vivamos a la altura. Desarrollemos serenidad y practiquemos sabiduría en los momentos precisos, todo es alcanzable y posible si nos preocupamos de tener –y compartir– la información necesaria.
Somos un ejemplo para el mundo. Sigámoslo siendo.