Cuando nos planteamos la tarea de ser padres, una de las ideas que la gran mayoría tiene en mente supone ser capaces de preparar a nuestros hijos para la vida, lo que implica ayudarlos a desarrollarse en distintas áreas, adquirir múltiples herramientas y habilidades, fortalecerlos y, poco a poco, ir ayudándolos a hacer frente a los desafíos que le plantea su vida. Para esto educamos los hábitos, inculcamos valores, los ayudamos a desarrollar competencias en el plano emocional, le transmitimos conocimientos. Sin embargo, existe una competencia cuyo desarrollo generalmente dejamos completamente en manos de la escuela: el fomento de la capacidad lectora.
En los últimos años ha habido un cambio de paradigma en los programas curriculares, pasándose de la lectura obligatoria, a un modelo enfocado en fomentar el amor y gusto por la lectura. Vemos que el aprendizaje y desarrollo de la lectura es, hoy en día, crucial en el curriculum académico: la biblioteca ocupa un lugar importante dentro de los colegios, incluso muchas instituciones tienen bibliotecas de aula. Esto refleja la conciencia que existe respecto a la importancia de la habilidad lectora en el desarrollo de un niño, sobretodo en un mundo globalizado, donde hay gran cantidad de información escrita disponible. Ser capaz de leer, comprender, sintetizar y priorizar información escrita es clave para desenvolverse adecuadamente en el mundo de hoy.
Sin embargo, el reconocimiento de la importancia de la lectura aún no ha logrado dar los frutos esperados respecto al rendimiento lector, lo cual queda claramente reflejado en las mediciones nacionales e internacionales. En el SIMCE de comprensión lectora (2º básico) aplicado por primera vez en 2012, los resulados arrojaron que los niños de 8 años no comprenden lo que leen. Según los últimos resultados PISA (2012, prueba aplicada a alumnos de 15 años), el nivel de lectura en Chile, es deficiente, alcanzando el nivel 2 de 6, muy por debajo del promedio de los países de la OECD. (Esto significa que los niños chilenos tienen dificultades para buscar información, comparar textos de distintas fuentes, analizar y contrastar información, y comprender el contexto). Por otra parte, el Estudio de Comportamiento Lector efectuado por el Consejo de la Cultura y las Artes (2011), señaló que el 84% de la población chilena (15 a 64 años) no entiende lo que lee.
Las dificultades en la adquisición de la lectura pueden explicarse por diversas variables, pero sin duda una de ellas es el deficiente rol que juega la familia en el fomento del proceso lector y en ser capaces de inculcar el gusto por leer. Hoy no podemos pensar que sólo el colegio es el encargado de enseñar a leer. Urge que como padres asumamos un rol activo para favorecer este importante ámbito del desarrollo.
No se trata de que los padres tengan que reemplazar a los profesores en esta tarea, ni tampoco que sientan que deben sobrecargarse con aún más responsabilidades respecto a la crianza de los hijos. Pero sí se trata de que tomemos conciencia de que el aprendizaje de la lectura comienza de un modo informal desde muchísimo antes del ingreso a primero básico, curso en el que tradicionalmente se enseña a leer. Los padres, al ser conscientes de la importancia de desarrollar el gusto por la lectura, pueden realizar una serie de cosas simples y sencillas que tendrán un impacto muy relevante respecto al desarrollo de esta capacidad.
- Lo primero es tener siempre presente que es en la familia donde los niños aprenden a dar valor a las cosas. Lo que los padres valoran y muestran como relevante es visto por el niño pequeño como algo que merece atención y que, por alguna razón, debe ser relevante. Si el niño, desde edades muy tempranas, vive en una familia en la que ve a los padres leer el diario, libros o revistas, en la que hay libros disponibles, se conversa sobre lo que se ha leído, se regalan libros para los cumpleaños u otras celebraciones, estará adquiriendo la idea de que el acto de leer es bueno, valioso e importante.
- Es muy importante leerle cuentos al niño. Desde muy chico, los niños se interesan por lor relatos que hacen sus padres u otras personas emocionalmente importantes. Esto ocurre incluso antes de que el niño haya aprendido a hablar.
- Que en la casa hayan libros apropiados a la edad del niño, a los que él pueda tener acceso. Es cierto que los libros en Chile son caros, pero existen centros municipales o en las mismas bibliotecas de los colegios a los que se puede recurrir para pedir libros prestados.
- No basta con que hayan libros disponibles, cuando el niño es menor de 18 meses, requerirá que sus padres le presenten el libro, le ayuden a dar vuelta las páginas, vayan guiando su atención sobre los distintos objetos que ahí aparecen y nombrándolos. Es importante seleccionar libros que sean visualmente atractivos y simples en la cantidad de estímulos presentados. Cuando el niño ya es un poco mayor, se pueden empezar a contar breves relatos sobre las imágenes. En esto es fundamental utilizar recursos como los cambios de tonos de voz y las expresiones faciales para mantener la atención del niño y reforzar los significados.
- Crear en torno a la lectura un clima emocionalmente seguro y de contención afectiva. Esto contribuye a que el niño asocie la experiencia de leer con algo grato y placentero. Por esto es clave darse el tiempo para leer un cuento al niño sin estar apurado, estar emocionalmente tranquilo, si es posible y al niño le acomoda, estar físicamente cerca de él, ya sea abrazándolo o acurrucándolo. También estar abierto a escuchar y responder con serenidad a sus preguntas, lo que es clave ya que comienza a interactuar con los personajes y la historia, ayudándolo a desarrollar ideas y nociones del pensamiento. Durante la etapa prescolar, el niño es curioso y muy interesado por saber, y si lo hacemos callar o no respondemos sus preguntas porque lo único que nos interesa es terminar de contar el cuento, terminaremos apagando esa curiosidad inicial.
- Hablarle al niño desde pequeño. Los estudios sobre aprendizaje de la lectura revelan que existe una correlación importante entre el desarrollo del lenguaje oral y el aprendizaje de la lectura. Por eso tenemos que saber que cuando conversamos con el niño, le damos la oportunidad de expresarse, le hablamos con un lenguaje y vocabulario rico, estamos también favoreciendo que para él sea más fácil el aprender a leer. Dentro de esta misma línea, existe una gran cantidad de juegos de palabras, que se pueden hacer con el niño desde los 3 ó 4 años, que favorecen el desarrollo del lenguaje y facilitan posteriormente el aprendizaje lector. Algunos ejemplos de esto son: encontrar palabras que riman, separar palabras en sílabas, buscar palabras que comiencen o terminen con un determinado sonido. Estos juegos son entretenidos para los niños y muy útiles para “matar el tiempo” cuando uno está en una sala de espera, en un viaje u otra.
- Estimular la memoria visual. El desarrollo de ésta también es importante en el aprendizaje de la lectura, porque es un precursor para la decodificación que deberán aprender para leer. Para ello sirve hacer con el niño juegos de lectura del logos (ejemplo ver en el diario logos de diversas marcas y saber lo que cada uno de ellos significa, lo mismo se puede realizar con signos del tránsito u otros símbolos que son parte de su vida cotidiana).
- Escucharlo leer en voz alta, mostrándose interesado por lo que lee.
- No sobrecorregir si es que comete algunos errores, ya que esto es esperable al comienzo.
- Comentar y conversar con el niño respecto a lo que ha leído, tratando de relacionarlo con experiencias de su vida cotidiana.
- Ayudarlo a conseguir libros de su interés, no imponer títulos sino que darle alternativas de las que él pueda elegir. Si no se pueden comprar, pedir prestado o ir juntos a un centro o biblioteca donde él pueda elegir. Asegurarse de que tengan un tamaño de letra y temas apropiados para la edad. Dependiendo de la etapa de vida en que se encuentra un niño, hay diferentes temas que le son de interés, ya que a través de éstos se siente identificado con situaciones o personajes, por lo que leerlos le será atractivo. Imponer un libro puede ser perjudicial para un niño si éste no es adecuado para su edad.
- Ampliar el tipo de textos y contenidos. Algunos niños prefieren leer al comienzo textos de comics, ya que en ellos las ilustraciones y menor cantidad de texto escrito los ayudan a comprender. Esto es bueno en un para empezar, sin embargo, hay que estimularlo a que poco a poco también puede leer otros formatos, como libros de cuentos, revistas, recetas e incluso pequeños avisos del diario.
- Cuando recién se está iniciando en el proceso, se puede intercalar los turnos de lectura: el niño puede leer algunas frases o una página y el adulto lee otro tanto.
- Reforzar el hecho de que el niño lea, mostrándole lo mucho que ha mejorado, lo bien que le hace y lo orgulloso que usted está porque ha aprendido a leer. Muéstrele para la gran cantidad de cosas para lo que la lectura le resulta útil y significativa: poder seguir algunas instrucciones sencillas (por ejemplo, de ingreso de datos para entrar a un juego de internet, de selección del idioma cuando va a ver una película, para saber si un frasco es de shampoo o bálsamo y miles de otras cosas cotidianas). Pídale que realice pequeñas actividades que impliquen leer algo, como por ejemplo que le pase el frasco que dice “azúcar” y muéstrele lo bueno que es que sepa leer.
- Fomentar que exista dentro de la rutina del niño espacios dedicados a la lectura, por ejemplo, antes de acostarse. Es mucho más sano para un buen descanso leer antes que ver televisión, producto de los estímulos que ésta genera a nivel cerebral.
Hoy en día los libros tienen un feroz competidor: los videojuegos y todo tipo de juegos de pantalla. Los niños aprenden primero a usar un celular que a leer un libro, y pasan más tiempo ante una pantalla que leyendo. No es que las pantallas sean malas en sí mismas, pero sí los padres debemos cuidar el tipo de juegos que el niño utiliza, fomentando aquellos que dejen algún beneficio. Es más fácil “entretener” al menor con la televisón o un video juego, que hacerlo con un libro, por lo que las pantallas se convierten en una amenaza para la lectura. Éstas dejan poco tiempo para leer y no despiertan el interés lector. Hay que tener presente que todo exceso es malo, por lo que si se está todo el día frente a una pantalla no tendrá tiempo ni interés por desarrollar la lectura u otros juegos. Por eso es importante regular los tiempos a los que el niño esté expuesto a las pantallas.
Si desde que nacen y durante todo su desarrollo inculcamos a nuestros hijos el gran valor que tiene leer y cuán entretenido y útil es eso para sus vidas, estaremos entregándoles una herramienta muy poderosa e importante para toda su vida. Desarrollar pequeños buenos lectores, haciéndoles adquirir el gusto por la lectura, es un regalo invaluable que le podemos hacer a nuestros hijos.