Escuchar un disco por primera vez. Un disco que logre conectar con uno, con los sueños de uno, quizá con los recuerdos. Escuchar uno de esos discos que llegan en el momento justo a contarnos lo qué queríamos oír, a veces, incluso antes de que nosotros mismos descubriéramos que nos hacía falta. Que de ese disco se escape una o varias canciones y de pronto encontrarnos, a veces hasta por accidente, frente a una canción que nos gustará, que será parte de nuestra “banda sonora” y que nos hará, de ahora en adelante, subir el volumen cuando nos la encontremos. La maravilla de encontrarse reflejado de alguna forma pequeñita y dulce en la música.

El disco que les vengo a contar, perpetró esa pequeña maravilla en mí. No está compuesto de canciones nuevas, ni siquiera de versiones diferentes, no es un “tributo” ni una apología de esas que resucitan viejas galas (cómo olvidar La Tremenda obra de “los tres” en ese ámbito). Este disco es, según su propio autor, “Una celebración”

Hace poco más de un año mientras el calor de febrero nos hacía todo más lento, un grande nos dejaba. Spinetta cerraba los ojos meses después de cumplir los sesenta y pocos, con mucha música aún por contarnos, con mucha magia aun por hacernos. Son de esos golpes que se avisan con tiempo, pero que aún así sorprenden (el cáncer le bailaba en los pulmones hace un rato). El Flaco siempre contaba que se estaba recuperando, que saldría de ésta, cuentan que bromeaba con que ahora sí, terminaba el disco ese que dejo a medio hacer con Charly, disco desde donde se les escapó "Rezo por voz" una de las tantas, que él nos dejó en el alma. El verano galopaba fuerte y sano, sobre este Santiago desierto y medio adormilado en febrero, aún así los que supimos, acusamos el golpe, suavecito y triste como las canciones de "almendra".

Vinieron homenajes y más homenajes, como siempre, todos En Chile éramos fanáticos, a todos de alguna u otra forma nos había sonado una canción de Spinetta, por último había un tema de "los enanitos verdes" que había cantado Iván Zamorano en un programa de esos que todos vieron, donde preguntaban por el Flaco Spinetta. En su natal Argentina la cosa fue algo más honesta, el dolor fue algo más íntimo y más dulce, en argentina el rock es parte de la historia, y el flaco es, sin duda, una frase larga en esa historia.

Se han escuchado muchas buenas versiones de sus temas, arreglos respetuosos y sentidos, Diego Torres en Viña del mar nos sorprende con "muchacha ojos de papel"; Por sólo nombrar un caso que nos toque, mientras en Villa Gesell Se realiza "alma de diamante" un concierto que reúne a grandes de la música argentina, cantando sus temas, recordando su dulzura, justo a un año desde su partida.

Pero antes, un 29 de abril del mismo año en que se fue El Flaco, Pedro Aznar realizaría un concierto que no quiso llamar homenaje, sino "celebración"; concierto que se plasmaría en un disco llamado "Puentes amarillos" homologando uno de los grandes temas de Spinetta, un disco muy bien armado, lleno de amor y de recuerdos, donde Aznar no sólo interpreta respetuosamente las grandes canciones de Spinetta, sino rememora momentos, revive atmosferas, celebra el legado de un amigo. Todo queda registrado en un Dvd y Cd doble, editado y distribuido por el sello DBN. Que vio la luz a fines del año pasado en Argentina y que en Chile, aunque no ha tenido aún lanzamiento oficial, según cuentan en el sello, podemos encontrar a partir de marzo de este año en disquerías especializadas.

Un disco doble, 26 canciones que se apegan a la idea original en que se concibieron, por sobre el estilo de Pedro Aznar. Son canciones fieles a sus originales. El músico no permite que se le escapen sus propios recursos, ni deja que su personalidad interprete las canciones, simplemente con respeto y cariño repite la música de Luis Alberto Spinetta. Un disco interesante, con recuerdos de todas las épocas de la trayectoria del El Flaco, impecablemente grabado, y donde nada está de más, aunque por ahí a Aznar la voz lo traiciona, todo suena en su lugar incluso el accidente.

Cuesta recomendar canciones en este disco, principalmente porque se percibe que es una obra pensada de principio a fin y logra sentirse de este modo. Pero por destacar algo quisiera destacar no una canción si no las palabras del Propio Aznar al final del tercer track del primer disco, donde explica que siente él mismo frente a la música de Spinetta y por qué eligió la palabra “celebración” para subtitular el concierto.

Quizá no sólo sea un disco sólo para fanáticos, o un homenaje plano sin sorpresas, casi predecible (como se ha escrito por ahí) quizá sea una oportunidad de escuchar una música preciosa, en vivo, y de compartir una celebración que además de alegrarse por un legado, llora quedito una partida