*Esta nota fue originalmente publicada en 2013.
Un año más que se acaba y tenemos distintas formas de despedirlo y recibir el año que comienza. En medio de las celebraciones de diciembre, podemos aprovechar y buscar una instancia para reflexionar respecto a cómo hemos estado en nuestro rol de padres y fijarnos nuevas metas.
Es importante ser capaces de detener por unos instantes nuestra actividad cotidiana, que muchas veces nos consume y darnos el tiempo para hacernos consientes de la formación y cariño que le estamos dando a nuestros hijos.
No existen los padres perfectos ni un estilo correcto de paternidad. Los padres queremos hacer lo mejor en la educación y formación de nuestros hijos, pero es muy probable que en muchas cosas nos equivoquemos. Por eso, fin de año es un buen momento para detenerse y mirar lo que estamos haciendo.
Lo importante no es no equivocarse, eso sería imposible, sino tener la flexibilidad y apertura para darnos cuenta de nuestros errores y ser capaces de enmendar el rumbo en caso de ser necesario.
Es importante que esta reflexión, en la medida de lo posible, se haga entre ambos padres, porque por una parte, el otro puede darnos una mirada diferente de cómo lo estamos haciendo y que nosotros no somos capaces de ver, pero también porque es fundamental que el niño sienta que sus dos padres están “remando para el mismo lado” en lo que corresponde a su educación, aún en los casos en que ellos no estén juntos como pareja.
Si tenemos más de un hijo, es importante hacer el análisis en forma individual, por cada hijo, ya que no siempre somos iguales con todos los niños y es importante lograr ver la individualidad de cada uno, lo que cada uno está viviendo y lo que necesita de acuerdo a su edad, temperamento y capacidades.
A continuación, algunas preguntas que pueden ayudarnos en el análisis:
Si bien esta lista puede resultar un tanto larga, lo animamos a terminar bien el año y darse el tiempo para reflexionar sobre estos temas, ya que como son parte de nuestro quehacer cotidiano, podemos caer en pasarlos por alto y no ser conscientes respecto a ellos. Si frente a alguna o algunas de estas cuestiones usted siente que ha tenido dificultades, no se desanime. Por el contrario, el primer paso para el cambio es la toma de conciencia. Darse cuenta de que existen cosas que podemos mejorar en nuestra relación con los hijos o en la forma en que estamos construyendo nuestra familia, nos da la posibilidad de plantearnos metas concretas para poder crecer durante el año que viene.
Ser padres es un desafío maravilloso, lleno de sorpresas y alegrías, pero también de dificultades. En la medida que no nos dejemos estar y permanezcamos revisando nuestro quehacer cotidiano, es más probable que podamos superar los obstáculos, lo que nos permitirá crecer a nosotros como personas y también a nuestros hijos.