Un país dominado por la teocracia. Un lugar donde las mujeres son obligadas a ser criadas (o más bien esclavas) y no tienen permitido leer, escribir o manejar dinero. Ahí, en ese futuro distópico, una mujer deberá hacer lo posible para escapar de esta horrible pesadilla y las opciones de salir con vida son mínimas…

¿Por qué una serie que habla de esclavitud femenina se se ha vuelto tan adictiva el último tiempo? Cinestro la revisa, y la comenta a continuación:

Gilead, donde las mujeres fértiles son esclavizadas

Costó un poco de tiempo sacar esta columna, porque es difícil encontrar las palabras que definan una serie tan maestra como la que estamos a punto de revisar en esta columna.

The Handmaid`s Tale es una historia con recorrido. No porque haya salido hace dos años, sino porque pertenece originalmente a un libro de Margareth Atwood de 1985, y también porque en el ´90 salió una adaptación cinematográfica no tan buena como la serie (de hecho, es mucho más cartucha por la época en que se estrenó).

Volviendo al tema que nos convoca en este espacio, el argumento de la serie dice así:

"En un futuro cercano, los Estados Unidos yace bajo un gobierno teocentrista debido a la caída en picada de la fertilidad. Utilizando la voluntad divina como excusa, se decide que las mujeres no tienen el derecho de trabajar, leer, escribir, controlar dinero o propiedades. Las pocas mujeres fértiles son reclutadas por obligación en Gilead (un pueblo), para ser asignadas a los hogares de las familias más poderosas del país, con un nuevo nombre y bajo el cargo de `criada´, todo para posteriormente ser parte de una `ceremonia´ donde son violadas y sometidas a concebir bebés para sus patrones".

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En este horrible panorama, es que encontramos a la protagonista: June Osborne (Elisabeth Moss, a quien anteriormente vimos en Mad Men), una mujer que es separada de su esposo e hija para ser convertida en una de las criadas. Como es de esperar, en el camino va utilizando todas las cartas disponibles para poder escapar de este lugar junto a su hija, quien también permanece en una residencia de menores "en formación", para ser nuevas criadas a futuro.

Una pesadilla hecha realidad

Una de las cosas que me condujo a ver esta serie, fue notar el bombazo que tuvo en la crítica a mediados del 2017, cuando comenzaba a ganar sus primeros premios. Hace unos meses, por ejemplo, fue nominada a nada menos que 15 Emmy por su segunda temporada, que hace un par de meses terminó de transmitirse. 

June, la protagonista, es una mujer que antes de ser apresada, llevaba una vida normal. Pacifista, con amigos, familia y que por mala suerte quedó atrapada en esta sociedad ultraconservadora. Cómo no entenderla, si su historia, en parte, podría ser reflejo de lo que somos hoy en día, cuando nos vemos envueltos en una sociedad consumista, fría y carente de libertades.

June es ante todo una mujer y, por lo mismo, vive en Gilead una especie de metáfora exagerada de nuestra misma sociedad, donde el machismo, por ejemplo, pisotea a diario la libertad de una chica, y donde su género es muchas veces interpretado como un simple objeto reproductor.

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Y la serie no solo construye una historia sobre el feminismo limitado. A las personas homosexuales se les llama "traidores de género" y son llevados directamente a la horca; la condena máxima para quienes no siguen las reglas en este nuevo régimen. Luego, los cadáveres de los "insurgentes" permanecen colgando en las murallas de la ciudad como "aviso" para el resto de las personas. Y así con otras escenas que bordean la locura, violentas y muy fuertes de ver para quienes sean más sensibles con el tema...

En un momento de la serie, June encuentra un mensaje grabado en una de las maderas de su habitación: "Nolite te Bastardes Cardodorum", que sería algo así como "No dejes que los bastardos te conviertan en polvo". Un recado que, a diferencia de su complicada traducción, resulta convertirse en un grito de lucha contra los que quieren aplastar tu humanidad. June está en el barro, la golpean, la humillan, la castigan por sublevar sus acciones, pero no importa porque antes de ella hubo otras que lucharon con la frente en alto antes de caer. June es la última de la línea y probablemente la única en esta historia que se convertirá en la pieza angular de esta revolución.

Pero en The Handmaid's Tale hay otros personajes increíbles además de June. Los señores Fred Waterford (Joseph Fiennes) y Serena (Yvonne Strahovski), son la amenaza directa de June. Fred es un tipo enigmático que revela la peor cara de este sistema, mientras que Selena es quizás el personaje más soberbio de la serie, cruzando la línea del amor y la crueldad. Ambos, marido y mujer, llevan la serie por los puntos más álgidos de la trama y estoy pero recontra seguro que van a quedar atónicos con sus escenas. Podría decir mucho más de ellos, pero creo que sería injusto hacerlo, considerando que ustedes mismos se estarían perdiendo la oportunidad de verlos en el drama.

Una serie para ver sin prejuicios

The Handmaid’s Tale es de esas series que podrían pasar décadas y seguirá siendo imprescindible. Hoy, al menos desde esta butaca, puedo asegurar que es de esas obras que hay que ver sin prejuicios, porque ante todo se puede relacionar a nuestra contingencia y a la problemática de la igualdad de género en la sociedad, cosa que de por sí es un aporte tremendo a la cultura televisiva hoy en día.

Recomiendo que no esperen a que llegue a Netflix, porque esta serie (al igual que Castle Rock) pertenece a señales que son de la competencia, por lo mismo, jamás van a compartir transmisión simultánea.

La exitosa serie de Hulu (servicio de suscripción de videos bajo demanda estadounidense) funciona bien, te deja helado y provoca escalofríos a cada minuto con un retrato monstruoso de los totalitarismos, donde las más perjudicadas son las mujeres y la ficción es la excusa para reflexionar acerca de la realidad más dura.

Vea The Handmaid’s Tale, analícela, recomiéndela y compártala, porque hoy en día nos hace falta buena televisión.