Ayer se estrenó en Chile El Ataque, una película de acción que se promociona a sí misma como “del mismo director de El día de la independencia, El día después de mañana y 2012”. Con esa presentación uno rápidamente se hace una idea de qué pedirle a la cinta. Fui sin muchas ganas a verla (porque me aburrí como ostra en 2012), pero esta vez lo pasé bastante bien. El problema es que existe un pequeño gran detalle que me impidió disfrutar la película con tranquilidad. ¿Qué ocurre? Que el estreno de la película llega en el peor momento posible.
Este nuevo intento de blockbuster narra la historia de John Cale, un agente de policía del capitolio, que visita, con su hija, la Casa Blanca. Ese día un grupo paramilitar, compuesto por todos los clichés de villanos paramilitares de películas gringas (un amigo del presidente, un ex-militar con problemas de carácter, un freak de la computación amante de la opera y un caza recompensas excéntrico), se toma el lugar con la intención de secuestrar al presidente. Cale tendrá entonces que arreglárselas para salvar, entre miles de balazos, al presidente de EE.UU. y a su hija el mismo día y, de pasada, evitar un desastre mundial.
La película funciona. Saliéndose del registro usual del director con el que se promociona (de película de llegada del fin del mundo) El Ataque trabaja con los códigos de las películas de acción de héroe gringo. Muy al estilo de Duro de Matar y 24, pero con personajes muchísimo menos carismáticos, se las arregla bien para mantener entretenido al público que disfruta con la adrenalina que producen los balazos. Ahora, se trata del mismo director de El día de independencia, así que si vas a verla, tienes que ir preparado para el gringuerío patriota sentimental propio de las películas de este director.
Parecería entonces que la película, sin descollar, hace bien su pega, pero hay algo que le juega absolutamente en contra a la trama: el momento en que se estrena. Sin revelar detalles, la historia da mucha importancia a cómo el presidente de EE.UU., un afroamericano flaquito y buena onda, trata a toda costa de evitar irse a guerra con oriente. ¡No puede estrenarse en peor momento! Claramente fue una historia concebida bajo la lógica del Nobel de la Paz, escrita con la idea del Barack Obama que retiró todas las tropas de Irak y no con el que amenaza con intervenir militarmente Siria. Ver hoy esta película hace que la ironía sea tan grotesca que se vuelva imposible no salirse de la película, y pensar en los noticiarios, cada 15 minutos.
El Ataque es una película que cumple, principalmente gracias a que no promete mucho. Consiguió mantenerme entretenido e interesado en la historia durante dos horas, y aunque los personajes son súper clichés, funcionan dentro de los objetivos de la película. Lamentablemente el conflicto en Siria juega en contra de la experiencia, pero tampoco se trata de un film que requiera sumergirse profundamente en una trama para hacerla disfrutable. Es una película que me sacó de la historia también cuando trató de ser emotiva y cuando se puso en exceso gringa, así que no podemos echarle toda la culpa al conflicto en Siria.
Al final lo pasé bien, que es lo importante. La clave es que no esperes encontrarte con un nuevo Duro de Matar, porque acá los personajes son muy acartonados. Pero por otro lado, funciona mejor que películas como El Transportador, que dejan tan de lado la trama para dar espacio a las patadas, que me resultan algo monótonas. Acá la intención de contar una historia existe, una historia llena del más puro espíritu gringo popcorn, pero que, si no se toma muy en serio, entretiene. Porque supongo que ya estamos acostumbrados a no tomarnos muy en serio este tipo de cine ¿no?