Cada vez es más frecuente que nos enteremos de la vida de la gente por redes sociales, más que en vivo y en directo. Internet, ha permitido que podamos ser “amigos” de personas que no vemos hace años, seguir la vida de famosos y así también, estar en contacto con nuestros cercanos más queridos y familiares.
Las redes sociales han llevado a que hoy las personas tengan la facultad de construir una identidad digital a partir de la cual la vida queda expuesta bajo el control de lo que les gusta mostrar de sus propias vivencias. Sin embargo, esto no sólo pasa con la vida de los adultos, sino que traspasa al mundo de niños y niñas, quienes desde muy corta edad y en ocasiones ya antes de nacer, tienen una identidad digital creada a través de lo que sus padres comparten de ellos en redes sociales.
¿Qué consecuencias podría tener tiene este fenómeno para los niños? ¿Cómo se puede tener una conducta controlada en este aspecto? Hoy desmenuzamos el problema en El Definido.
A este fenómeno se le llama hoy sharenting, una mezcla entre share (compartir) y parenting (parentalidad y crianza). Comenzó a utilizarse en 2003 y ha ido tomado fuerza, tanta que es una de las palabras que se suman al diccionario británico en el 2016, refiriéndose al creciente uso que padres y madres le dan a sus redes sociales como ventana para mostrar al mundo lo que más quieren: sus hijos e hijas.
Países como el Reino Unido han destinado recursos para comprender parte de este fenómeno. Share With Care (comparte con cuidado), dio cuenta de que los padres del Reino Unido publican una media de 1.500 fotos en las redes sociales antes de que sus hijos cumplan los 5 años, lo que se traduce en unas 300 fotos al año. No es una cantidad menor si pensamos que cada compartir que apretamos, implica el que nuestras imágenes viajen de un celular a otro, de un computador a otro y queden disponibles en las redes de terceros muchas veces sin protección.
La invitación en esta oportunidad es a discutir sobre el sharenting y la sobrexposición de los niños en las redes sociales de sus padres, no a modo de enjuiciar o criticar una práctica cada vez más común entre las familias –pues es posible ejercerla controladamente- sino para reflexionar y volver a mirar eso que parece tan “normal” y que hace que nuestro mundo personal y el de nuestros hijos, esté a sólo un click de compartirlo con miles de personas.
Mediante este artículo no intentaremos convencer a nadie de lo que resulta ser más o menos correcto, pero si poner en evidencia algunos aspectos que es necesario considerar antes de publicar contenidos que atañan a nuestros hijos. La invitación es a darle una vuelta a esta costumbre y pensar en cuáles son los resguardos que debemos tener si ponemos el foco en proteger a nuestros hijos.
Una clara “línea editorial” familiar
“Clickear o no clickear”, diría quizás hoy un Shakespeare de la era digital. Esta es la pregunta previa que debemos hacernos antes de apretar compartir de forma automática.
Como se describe en este artículo de la BBC, hasta ahora no ha existido otra generación de niños que haya quedado tan expuesta públicamente como esta, y que tenga la facultad de mirarse a sí misma en una pantalla con tanta frecuencia y de forma instantánea después de cada foto o video tomado por sus padres. No sabemos todavía qué impacto tendrá esto en ellos o bien si estarán de acuerdo cuando crezcan con lo que hemos publicado, por lo que vale la pena preguntarse antes de hacerlo:
Este es un tema que produce divisiones entre las familias, en tanto llegar a un acuerdo de cuán sensato es compartir o no este contenido por internet: hay padres que tienen incorporado el subir imágenes y videos como parte de su rutina diaria, otros lo hacen de vez en cuando y mostrando hitos importantes de la vida de sus hijos, como por ejemplo su cumpleaños, y otros son rotundos y deciden no compartir nunca fotos por este medio.
El asunto es ponerle ojo a qué compartimos y asumir que esta información expone una parte de nuestras vidas. Frente a eso es necesario que seamos capaces de analizar y darnos un tiempo para determinar qué contenidos son los más pertinentes de publicar, cuándo lo haremos y en qué redes sociales. Desde este punto de vista, la clave está en publicar nuestros contenidos familiares teniendo claro cuál será, por así decirlo, nuestra línea editorial familiar, habiendo pensado y hecho el ejercicio de determinar y filtrar qué cosas son publicables y cuáles seguirán siendo parte de nuestra intimidad.
La tensión actual es entre el resguardo de la intimidad y la exposición, y en el caso de los niños resulta importante entender que su vida se hace pública porque la decisión la toma un adulto y no ellos mismos. Desde ahí, se ha comenzado a hablar de derechos digitales en la infancia, tomando en consideración “el derecho fundamental de protección de datos, así como la validez de su consentimiento, no sólo para acceder a las redes sociales, sino también para la realización de actividades habituales como subir fotos y videos personales”, según un estudio español al respecto.
Stacey Steinberg, abogada de la Universidad de Florida, define así el problema: “En el corazón del sharenting, subyace la dificultad de equilibrar la balanza entre el derecho de los padres a la libertad de expresión y el derecho de los hijos".
Creemos en que nuestros estados de privacidad son seguros pero, por ejemplo, el escándalo de Cambridge Analityca puso en evidencia la precariedad que hay respecto a la “confidencialidad” de la información que compartimos y cómo nuestros datos, aún cuando parecieran estar en un contexto de privacidad, pueden ser robados por terceros sin que ni siquiera nos demos cuenta, lo que claramente afirma la hipótesis de que más vale ser precavidos que sufrir las consecuencias de un click sin conciencia.
Existe un par de preguntas que es fundamental que nos hagamos: ¿En qué medida las fotos que subimos en nuestras redes sociales responden a una necesidad humana intrínseca de reconocimiento? ¿Cuánto de nuestros contenidos en redes sociales busca alimentar nuestra autoestima como padres?
No es casualidad que parte de las imágenes y fotos que subimos, especialmente aquellas donde aparecen nuestros niños, sean de las que más comentarios positivos tienen, generando un refuerzo inmediato tanto a nivel personal como parental. “Qué lindo tu hijo”, “Qué exquisito”, “Es seca esa niña”, “Se ven maravillosos en esa foto”… Son algunos de los comentarios que pueden alimentar nuestra autoestima cómo padres cuando hemos dado en el clavo con una imagen.
Y esto tiene una explicación biológica, no solo psicológica. Ya que cada vez que recibimos un like o un comentario positivo, nuestros cerebros se activan, en particular nuestras neuronas liberan dopamina, un químico relacionado con la activación de los sistemas de recompensa y que ayuda a aumentar la sensación de placer y felicidad.
Ahora bien, más allá de lo que publicamos y los comentarios o likes que logramos, lo esencial es determinar a quién compartimos estos contenidos cuando se pone en juego la identidad e intimidad de nuestros hijos. Ya que estamos claros en que en la mayoría de los casos detrás de una publicación o post de un padre o madre, nunca hay una mala intención de por medio. Sino más bien nos hemos acostumbrado a captar nuestras vivencias cotidianas, sacar fotografías, grabarlas y compartirlas, como un acto propio de la era moderna.
Es preciso primero dejar de pensar que esto es una costumbre y comenzar a cuestionar la inmediatez en que esta ecuación se pone en juego. Así también, pedir y explicitar a nuestros amigos y familiares si queremos o no que compartan en las redes sociales las fotos de nuestros hijos, pedirles que respeten esta decisión, así también debería pasar con los colegios, grupos de apoderados o cualquier otra persona o grupo que tenga acceso a contenidos donde aparecen niños.
¿Por qué es tan importante ser activos en este tema? Especialmente porque un mal uso de las redes sociales trae consecuencias, y hay peligros que pueden ser invisibles en primera instancia pero tener un impacto negativo en la vida de quienes más amamos.
Para activarnos y empoderarnos en el tema, aquí compartimos algunas medidas o resguardos:
Hoy el tema del sharenting es parte de nuestras vivencias cotidianas. Internet y las redes sociales llegaron para quedarse hace rato y por lo mismo tenemos que manejar información al respecto y saber mediar el impacto que pueda tener nuestra huella digital.