Recambio en la música, recambio en el deporte, recambio en la política… La demanda por ver nuevos rostros en la esfera pública se ha vuelto uno de los clamores más populares de nuestra época. Y es que uno puede estar de acuerdo o no con el reclamo, pero su origen es innegable: somos una sociedad arraigada en la tradición, en la que los rostros permanentes y las vacas sagradas son una realidad.

Por fortuna, y aunque se ha dado de forma un poco subterránea, la música chilena ha sabido demostrar que tiene material de sobra para un recambio generacional. Un estudio realizado por IMI Chile en 2016, arrojó que entre 2011 y 2014 la producción de discos aumentó en un 65% en relación a años anteriores. De toda esta producción, un 98% fue creada de forma independiente, por artistas autogestionados o en pequeños sellos.

Otro estudio, realizado el mismo año por la SCD y Adimark, arrojó que el 45% de los encuestados consideraba que la música chilena de hoy, es mejor que la de antes, versus un 25% que la consideraba igual que antes, y un 27% que creía que la música actual es peor que la de antes.

La música chilena se está moviendo, de ello no hay duda. Las nominaciones a los Premios Pulsar de este año, así lo demuestran. Detrás de las nominaciones a artistas consagrados como Gepe y Mon Laferte, una nueva camada de músicos chilenos comienza a atraer miradas. Se trata de artistas jóvenes, que se han ganado su posición prometedora gracias a un trabajo enmarcado entre el profesionalismo de una generación más autoexigente y la libertad creativa (y a veces “pelacable”) de la cultura del Do It Yourself.

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Conversamos con tres de ellos sobre su trabajo, sus expectativas y la responsabilidad de ser calificados como jóvenes promesas. Esto es lo que nos contaron.

Vicente Cifuentes: bachata made in Chile

Me encontré con Vicente en la ceremonia de nominaciones de los Premios Pulsar, en la Sala SCD Bellavista. Con su contextura maciza y su alta estatura, coronada por un afro que le agrega varios centímetros, su figura es reconocible desde lejos.

Pero su apariencia no es lo único que lo hace un personaje único y llamativo: iniciado en el mundo de la música como cantautor, Vicente Cifuentes se ha atrevido a evolucionar hasta su posición actual, como el único artista chileno que cultiva a tiempo completo la bachata.

Oriundo de Chillán, pero con una parte importante de su formación musical hecha durante los diez años que vivió en República Dominicana, fue precisamente en la ciudad de Santo Domingo donde Vicente dio sus primeros pasos como músico profesional.

Su más reciente EP, Bachata Local (2017), es lo más nuevo de su trabajo. Con la participación de músicos chilenos y dominicanos, en conjunto con invitados como Pedro Piedra y su primo Abel Zicavo, de La Moral Distraída, el disco destaca por la constante dualidad con la que Vicente ha aceptado trabajar. El enfrentamiento de dos culturas, tan propia de alguien que vivió muchos años en otro país, da en este caso una bachata mestiza, con homenajes a la cueca, con arreglos de violines, y con voces que no se parecen en nada a las de Juan Luis Guerra o Romeo Santos.

Bachata Local está nominado a los Premios Pulsar en la categoría Mejor artista de música tropical.

Consultado por sus impresiones con respecto a esta nominación, Vicente nos contó que se lo toma con gratitud, pero también consciente de que es el resultado de su propio trabajo.

“Ahora nos vamos a México con una casa disquera de Estados Unidos. Son cosas que pasan y es bonito, pero al final es el trabajo de tantos años que comienza a dar frutos. Yo hace diez años que estoy tocando, y Bachata Local es mi tercer disco, ¿cachai? Tuvimos un show súper bonito el jueves en Club Chocolate, los conciertos son cada vez más grandes, y eso es súper motivador. Quiere decir que no estamos tan equivocados en este camino (risas). La nominación es muy bonita, porque estoy entre la cumbia e Inti Illimani Histórico, con su disco de los 50 años. Y es la primera vez que la bachata como género musical está nominada en los premios, como música tropical.”

En las semanas previas a la entrega de los Premios Pulsar, Vicente viajará a México para grabar su participación en un compilado internacional de merengue, producido por el sello San Saba Records, que será publicado durante 2019. En paralelo a esto, ya se encuentra trabajando en la producción de Bachata Local - Volumen II. La buena racha por la que está pasando le está presionando a hacer un material sobresaliente, para estar a la altura de las expectativas.

“Como dice la típica frase: `un gran poder conlleva una gran responsabilidad´. Todos citamos esa frase cuando nos empiezan a pasar estas cosas, porque uno se vuelve alguien con una responsabilidad más fuerte (…). Cuando más gente te está mirando, también tú, partes de ti, se vuelven más inseguras. Cuando estai haciendo un disco en donde tus seguidores no son tantos, no importa tanto, ¿cachai? Uno siempre quiere sacar un material excelente, pero es distinto cuando hay ojos esperando lo que vas a sacar. Es más duro”.

Enya De La Jara: el debut soñado

Hasta ahora, a sus 27 años, la compositora y cantante Enya De La Jarahabía sabido llevar un trabajo silencioso pero sostenido durante ya varios años de carrera. Oriunda de Los Andes y egresada de Composición Musical en la Escuela Moderna de Música, Enya se reparte actualmente entre su trabajo como coordinadora de talleres para jóvenes, la docencia particular y la composición musical. Ha participado en proyectos como el conjunto de música infantil Mi mundo en canciones y como directora de su proyecto Ckelar.

Su trabajo con el fotógrafo Jon Jacobsen en el fashion film Die Verwandlung (2017), fue su primera incursión como compositora de música incidental. Mismo trabajo que hoy está nominado a los Premios Pulsar en la categoría Mejor música para audiovisuales.

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“En el tema de la composición pasé por un proceso muy largo de mucha inseguridad. Me costó lanzarme, hasta que apareció este proyecto con este fotógrafo, que es mi amigo hace mucho tiempo, y estaba buscando músicos. Me decía ‘oye, ¿conoces a alguien que haga (música para) audiovisuales?’, y yo le dije ‘¡yo! No cacho de audiovisuales, pero intentémoslo’ (risas).”

El proceso, nos cuenta, fue bastante guiado por Jacobsen, pero con mucha libertad creativa. “Fue más que nada experimentar porque, como era la primera vez que hacía audiovisual, fue ir a lo que saliera”, dice.

Consultada sobre las oportunidades que ve con esta nominación, su reacción inmediata es el nerviosismo, pero detrás de él desliza la expectación de estar frente a una gran oportunidad:

“Es muy raro todo. Es muy extraño, igual me da un poco de susto. Al tener exposición en un primer trabajo, siento que no tengo ese proceso piola de cometer errores. Es tener visibilidad, que es lo que uno como artista siempre quiere, ¡pero no tan pronto! (risas). Me genera un poco de tiritón, pero bien. Veo la oportunidad de hacer más trabajos como el que está nominado y, eventualmente, poder dejar el trabajo de oficina y de verdad dedicarme a hacer música, que yo creo que es lo que todos queremos en nuestra vida”.

Pili Valdivia: cuando la oportunidad llama a tu puerta

Suena raro decirlo, pero es un hecho que la primera impresión que la música da, en muchos casos, es a través de los ojos. La portada de un álbum es el elemento que le da coherencia visual a la música que contiene, robusteciendo la propuesta artística con un apoyo. Según sea el caso, una carátula puede ser el mejor gancho para atraer nuevos auditores, o el peor matapasiones para espantarlos.

Como un reconocimiento a la importancia de la gráfica como parte de la música, los Premios Pulsar premian cada año al Mejor arte de un disco. Pilar Valdivia es estudiante de diseño gráfico y está nominada a esta categoría por su trabajo en la confección de la portada del disco Milagros (2017), de Fernando Milagros.

La personalidad de Pilar, inquieta y siempre enérgica, explica bastante bien cómo llegó hasta aquí. A sus 24 años, Pili (a partir de aquí la llamaremos así por expresa petición de su parte) se desempeña como diseñadora para agencias de marketing y para el sello Jungla Music, con quienes trabaja desde 2016 haciendo carátulas y material promocional. En paralelo y mientras termina su carrera de diseño gráfico en la Universidad del Desarrollo, se encuentra cursando estudios de producción musical.

El proceso de creación de la portada, nos cuenta, fue bastante imprevisto, y se fue dando de forma natural a partir de un contratiempo que Fernando Milagros tuvo con otro diseñador, a pocas semanas de lanzar su disco.

“Yo estaba trabajando para Jungla, partí trabajando para ellos a mediados de 2016, y en realidad nunca fue una opción que yo diseñara los discos de Fernando, pero le pasó que parece que tuvo una mala experiencia con el primer diseñador y de urgencia salió la posibilidad y la necesidad de conseguir alguien que pudiera resolver rápido, porque el lanzamiento estaba cerca”, nos cuenta Pili.

Al estar trabajando en Jungla, sello que representa a Fernando, el contacto fue hecho con bastante rapidez. Aunque Pili ya había diseñado portadas de singles, este fue su primer trabajo para un disco de larga duración. Y no solo hizo la portada para medios digitales, sino también para el formato de CD y vinilo, además de la gráfica promocional de la gira sudamericana que Fernando Milagros realizó por el Cordón Andino el año pasado.

Sobre el proceso creativo detrás de la portada, Pili nos cuenta: “La fotografía la hizo un fotógrafo que se llama Nacho Rojas. Fernando tenía súper claro lo que quería comunicar: él tenía el concepto de `niño guerrero´. Yo escuché el disco como lo hago siempre, unas dos o tres veces de corrido, y al final me empecé a dar cuenta de que todo giraba en torno al rito, a la música bien de ritual, de ceremonia. Pero de ceremonia ligada a la tierra. Y a partir de eso, y teniendo en cuenta la sesión de fotos del Nacho Rojas y el concepto de Fernando, empecé a ver referentes. Y como todo esto de los rituales y de los espíritus tiene mucho que ver con la simpleza, entonces decidí no tratar de lucirme como diseñadora. Y de ahí salió un arte minimalista, que ni siquiera lleva el nombre en la portada. Lo lleva en el lomo, en el disco físico.”

Aunque reconoce que todo este mundo es aún nuevo para ella, sus expectativas son altas.

“Obviamente no puedo predecir cómo (la nominación) me va a impactar en lo profesional, pero personalmente lo siento como un orgullo, sin dudas. A mí lo que más me interesa es poder desarrollarme a nivel personal, primero, y ganarme el derecho a diseñar de forma libre. No tener que depender de un cliente, o de un mercado, que muchas veces no entiende mucho de diseño. Los desafíos para mí son seguir trabajando independiente y poder hacerme la vida a partir de eso, y de a poco ir ganándome el derecho a diseñar libremente. Es un derecho que todos tenemos, pero no todos podemos darnos el lujo de poder ponerlo en práctica”.

En El Definido enviamos nuestras buenas energías a estos tres artistas chilenos que, más que suerte, están en el lugar correcto a causa de su trabajo y su talento. ¡A romperla ahora!