Nos creíamos de lo más fitness al comprar galletas de agua, cereales integrales, yogur y unos chocolatitos “light” para disfrutar en la noche. Pero desde la aparición de los sellos negros octagonales, nos dimos cuenta de algo: no nos habíamos preocupado de leer el etiquetado nutricional y, en vez de llevar una dieta saludable, estábamos comiendo alimentos altos en sodio, azúcares, calorías o grasas saturadas.
¿Cuál es la razón por la que era urgente aprobar la Ley de Etiquetados? Según el Ministerio de Salud, un 60% de los chilenos poseía sobrepeso, cifra alarmante, pues cada una hora moría una persona a causa de alguna enfermedad relacionada a la obesidad. Es por eso que lo han calificado como el principal problema de salud pública del país. Además, el poco conocimiento sobre nutrición nos llevó a ser uno de los países con mayores tasas de sobrepeso infantil de Latinoamérica.
¿Las razones? Un 60% del país no comprendía qué decían las etiquetas nutricionales, poseíamos una desregulada publicidad dirigida a los niños y ninguna restricción a la venta de alimentos poco saludables en los colegios. Es así como tuvimos que decirle adiós a las papas fritas, ramitas y helados en los recreos.
Se eliminaron los personajes caricaturescos de los alimentos dirigidos a niños, como es el caso del conejito de Trix, el tigre de Kellog’s o “Chester” de Cheetos. También pasamos a tener un Kinder Sorpresa y una Cajita Feliz de McDonald’s sin juguetes. Pero, más allá de estos datos anecdóticos, veamos cuál ha sido el real impacto de la ley.
Según la última encuesta Adimark “Chile come sano”, realizada a más de mil adultos, el impacto ha sido importante: un 68% asegura haber cambiado sus hábitos alimenticios, y un 65% de los consumidores dice haber restringido ciertos productos debido a los sellos negros, como por ejemplo: azúcar (80%), bebidas azucaradas (77%), comida chatarra (70%), alto en sodio (60%), grasas (55%), cosas dulces (53%).
El 90% de los encuestados dijo estar consciente que es importante alimentarse sano y un 89% declaró preocuparse porque sus hijos consuman colaciones saludables. Y, según un estudio del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, un 92% calificó a la ley como “buena” o “muy buena”.
A pesar de que hay más conciencia por parte de los chilenos, el gobierno y expertos apuestan a que la normativa cambie los hábitos alimenticios de las próximas generaciones. La académica del Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Santiago, Marcela Zamorano, explica que por lo menos en cinco años más veremos cambios significativos, y añade: “La obesidad, en las últimas encuestas de salud, demuestra que no ha disminuido. Por lo tanto, son políticas que van más allá, más a largo plazo. Pero es importante ir limitando y que la población se acostumbre”.
“Hay que cambiar todo el sistema alimentario y eso no se hace de la noche a la mañana”, explica la nutrióloga Cecilia Castillo, quien participó en el impulso de la ley.
Desde el frente de las empresas alimenticias, también ha habido cambios y adaptaciones. Por ejemplo, más de 1500 productos (20% del total comercializado) se han visto modificados nutricionalmente para no llevar en su parte frontal algún sello. Este ha sido el caso de empresas como Soprole, quienes incluso han creado campañas publicitarias dirigidas a niños explicando la normativa; o Nestlé, que espera reducir en un 40% el azúcar de sus productos sin afectar su sabor.
“Originalmente, no creíamos que los sellos harían mucha diferencia, pero en grupos de control descubrimos que los niños realmente sí se fijan (…) Dicen: Mamá, ese tiene muchos sellos, no lo puedo llevar al colegio. Mi profesora no lo permite'”, explica la doctora Camila Corvalán, quien ha estudiado el impacto de la Ley 20.060.
Además, se han sumado nuevas marcas verdaderamente saludables a los estantes de los supermercados. Algunos ejemplos son los productos de Rikú, Natural Blok, Puripop y The NotCompany.
A partir de mayo de este año, todos los productos con sellos deberán llevar mensajes que promuevan la elección de alimentos saludables. Desde esa fecha podremos escuchar en comerciales frases como “prefiera alimentos con menos sellos de advertencia”.
Y en junio comenzará a regir la Ley de Publicidad de Alimentos, la cual restringe la publicidad de alimentos con sellos desde las 6 de la mañana hasta las 22 horas, a través de todos los medios de comunicación masivos, incluyendo las redes sociales. Este tipo de promoción sólo podrá hacerse en horario nocturno y excepcionalmente podrán ser emitidos en eventos deportivos, culturales o de beneficencia social.
Para promover la lactancia, desde la misma fecha se prohibirá la publicidad de alimentos sucedáneos de leche materna. Además, sus envases no podrán entregar mensajes que desincentiven la lactancia natural; los sucedáneos deberán informar que la leche materna es superior y que el uso del producto debe ser recomendado por un experto.
Aun así, un estudio realizado a más de mil nutricionistas y estudiantes de nutrición, concluyó que aún es necesario regular alimentos como la comida chatarra y las bebidas alcohólicas."Nos parece relevante que, como una galleta de agua dice ´alto en sodio´, el alcohol también tenga un equivalente (…). Debemos empezar a sincerar aquellos productos que estamos consumiendo", explicó Paolo Castro, presidente del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile.
Paralelamente a esto, el año pasado las Comisiones de Salud y Hacienda de la Cámara de Diputados, pidió a un panel de expertos investigar sobre la aplicación de impuestos a alimentos con sellos negros, tal como sucedió en 2014 con el gravamen de un 18% a las bebidas azucaradas y una baja al impuesto de un 3% a los líquidos sin azúcar. De acuerdo a algunos estudios, esto podría ser muy efectivo.
Los expertos concluyeron que se debería ejecutar un alza de $1,9 por gramo de azúcar añadida, $23 por gramo de sodio y $31 por gramo de grasa saturada. Sí, suena poco, pero si lo aplicamos a productos como vienesas de un valor de $2.500, éstas pasarían a costar $10.062, una mayonesa de $1.800 alcanzaría los $3.947, y una bebida azucarada de 2,5 litros llegaría a los $2.500.
Por su parte, el año pasado la OMS también recomendó a Chile subir el impuesto de este tipo de productos en un 20%.
“Los impuestos incrementan los precios, lo que provoca por un lado un desincentivo a las personas a comprar alimentos que tienen mayor cantidad de nutrientes críticos y, segundo, incentiva al productor a reducir la cantidad de estos en sus productos, entonces el incentivo es doble”, dice el economista Guillermo Paraje.
Según simulaciones del estudio, si se redujera el consumo de sodio y los chilenos redujeran su peso, se podrían prevenir en un 63,7% los casos de hipertensión, 43% de eventos cerebrovasculares y un 22% de infartos. Además, el Estado se ahorraría los 32.224 millones de pesos que gasta en este tipo de tratamientos anualmente.
En el marco de las discusiones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) entre Estados Unidos, México y Canadá, el gobierno de Trump busca limitar la oportunidad de incorporar advertencias nutricionales, específicamente evitar que el modelo chileno se replique en los tres países. La disputa sigue en pie a pesar de que México posee una de las tasas de obesidad, diabetes y sobrepeso más críticas del mundo, y que Estados Unidos alcanzará el nivel de obesidad adulta más alta en su historia.
Expertos en salud pública, consideran la normativa chilena como un modelo a seguir y mucho más efectiva que cualquier otra. También afirman que “es el intento más ambicioso de cambiar la cultura alimentaria de un país, que podría convertirse en un modelo para darle un giro a la tendencia de una epidemia de obesidad global”. Sin embargo, la industria alimenticia de Estados Unidos ha calificado nuestra ley de engañosa.
“Hemos demostrado que un mensaje sencillo y un símbolo es suficiente para comunicar que deberías consumir menos de ciertas comidas (…). No hay nada engañoso sobre un sello de advertencia y claramente eso es lo que preocupa a la industria” dijo la doctora Camila Corvalán.
Nuestra ley de etiquetados ha sido celebrada en muchas partes del mundo y varias propuestas han sido inspiradas en ella. Tal es el caso de países como México, Canadá, Perú, Brasil, Uruguay, Argentina y Colombia.
“Las advertencias de Chile son la última frontera (…). Representan potencialmente una intervención de salud pública mucho más efectiva: distanciar a la gente de la comida chatarra que abunda”, explicó Alexandra Jones, abogada en el George Institute for Global Health de Australia.
En 2006 no poseíamos regulación del etiquetado nutricional. No hablamos de los sellos, sino que ni siquiera era obligación informar cuántas calorías poseía un producto. Diez años después, se aprobó una de las leyes más influyentes en el mundo en cuanto a la erradicación de la obesidad, que espera dar frutos en el futuro.