"Si lo viera lo agarraría a palos. De verdad. Es lo peor que le puede pasar a una niñita. No estoy diciendo que la violación no duela, ¡pero que sea tu papá! Te sientes asquerosa, con ganas de llorar, de no existir (…) finalmente terminé a los doce años en un centro del Sename. Hoy tengo dieciséis. Me logré escapar, porque para mí el Sename es una mierda, un mal sueño (…)”
- María, escapó de dos centros de protección del Sename y hoy vive en una caleta.
"A mi tercera hija la tuve consumiendo pasta base. Me drogué los nueve meses cuando estaba embarazada de ella. No querían ni entregármela cuando la tuve. A mí bajo la droga nada me llamaba la atención. No me importaban mis hijos, nadie (…) Me siento culpable hasta hoy por no haberla querido como tenía que quererla"
- Andrea, madre de una niña que se llevaron al Sename.
"Llevo veinte días sin salir del centro. Sin ver a mi familia. Soy centinela y no puedo dejar vulnerable la seguridad. Si alguien no llega, no puedo salir. Si a alguien le dan un permiso, trabajo dos días más (…) Hay colegas que se suicidan. De mi promoción ya van cuatro, y es frustrante. Me pongo a pensar en todas las veces que yo lo he pensado. Un día tuve el revólver en mi mano, pero pensé qué haría mi familia sin mí y eso me detuvo (…)"
- Jaime, gendarme de un centro de internación provisoria del Sename.
"(…) Sename sacó lo peor de mí. Me da miedo desdoblarme y verme, porque yo mismo me daría miedo. Fui tan maldito que no me gusta esa imagen mía, siento vergüenza de reconocer lo que hice pudiendo haber actuado distinto. Me da pena cómo los traté, me da pena haber hecho tan poco; me da rabia que me hayan convencido de hacer cosas que, por principios, yo nunca habría hecho. Siento remordimiento. Por eso, antes de irme del Sename denuncié a mi director, al jefe técnico, a los coordinadores, a los compañeros y a mí mismo”.
- Rodrigo, trabajó siete años como educador en un centro de internación provisoria del Sename.
Estos crudos relatos forman parte de Huellas Imborrables(Editorial Planeta), libro conformado con la primera investigación periodística que se hace en Chile sobre el Sename desde el punto de vista humano; y que recopila 84 testimonios de niños, jóvenes, padres, funcionarios de trato directo, jueces de familia, directores de centros y gendarmes del Servicio Nacional de Menores (Sename).
Son estos protagonistas quienes, en primera persona, van narrando cada una de sus devastadoras experiencias y una que otra esperanza en los distintos centros de la institución; logrando retratar así la historia en 360°.
Un libro que con sus honestos testimonios nos hace abrir los ojos y darnos cuenta de que aquí hay cientos de responsables, que la culpa no solo recae en la institución ni en sus directores de turno; sino además en los propios padres de estos niños, en el ministerio de Salud, en el de Justicia, en los políticos y su falta de voluntad, en los funcionarios de trato directo, su falta de preparación y malas condiciones laborales, en el Estado y los pocos recursos que destina al Sename, en la desigualdad social, la pobreza extrema y la falta de oportunidades; y en la sociedad entera y su indiferencia.
En El Definido conversamos con la autora del libro, la periodista, escritora y profesora de la Universidad del Desarrollo (UDD), Rosario Moreno y con Bárbara Echeverría, una de las cinco alumnas de tercer año de Periodismo UDD, que ayudó en el reporteo de este libro que requirió casi un año de entrevistas e investigación para publicarse.
¿Qué las llevó a escribir este libro? ¿Qué fue lo que más las impactó de todo lo vivido? ¿Cuáles son las urgencias más grandes que percibieron durante el año de reporteo? Aquí les contamos.
Rosario nos cuenta que la idea del libro surge luego del fallecimiento de Lissette Villa (11 años) en abril del 2016 en uno de los centros colaboradores del Sename, por asfixia por sofocación. Este caso remeció a Rosario y al país completo, porque fue una evidencia gráfica, concreta y horrorosa de las graves negligencias que ocurren dentro de los centros y de lo desprotegidos y vulnerados que están los menores y sus derechos humanos.
A este hecho se sumó luego el lapidario informe exigido por los parlamentarios a la institución, que constató la muerte de 1.313 menores en centros directos del Sename y en centros colaboradores entre 2005 y 2016.
Rosario dijo basta, dejó de lado sus escritos de ficción y decidió que en el curso que imparte de Taller de Medios 2 en la UDD, haría a sus alumnos reportear sobre gente vinculada con el Sename, para ver si lograban buen material. Esto fue efectivo, entonces propuso la idea de este libro a la universidad y la apoyaron de inmediato.
"En la preinvesitgación nos dimos cuenta que las personas del Sename si bien tenían miedo de hablar, querían hacerlo. Querían hacer una catarsis", nos cuenta Rosario.
El proyecto definitivo empezó con 10 alumnos y terminó con cinco: María José Contreras, Catherine Cuevas, Bárbara Echeverría, Alexandra Araus y Samuel Gutiérrez (ayudante del ramo y productor periodístico de la investigación), de segundo año de Periodismo.
Fueron más de 5 meses de investigación previa, 11 meses de reporteo en terreno, más de 120 las entrevistas en profundidad realizadas por Rosario y sus alumnas (de las cuales se rescataron 84) e infinitas horas de transcripción y edición. Así lograron las 231 páginas que componen este libro que está escrito de la misma forma que escribe Svetlana Alexievich, la Premio Nobel de Literatura del 2015: relatos en primera persona de las vivencias de los protagonistas en torno al Sename.
¿El objetivo? Entregar un diagnóstico real, con testimonios sin editar de todos los actores involucrados en el Sename, para que pueda usarse como información clave para la generación de políticas públicas y para los cambios urgentes que necesita la institución.
"Para todas nosotras fue un gran desafío este proyecto, porque al principio no teníamos ningún contacto en el Sename, no sabíamos cuál era la verdadera realidad de la institución y partimos inmediatamente con los pies en la calle. Tuvimos que ir a lugares que nunca habíamos ido, a caletas, a poblaciones, a pararnos fuera de los centros incluso los fines de semana, para poder acercarnos a los gendarmes y a los tíos de los centros, quienes de a poco fueron compartiéndonos más contactos de niños, papás, etc.", nos cuenta Bárbara.
Rosario nos cuenta que antes de empezar a trabajar en el libro, ella tenía el prejuicio que se tiene en general: que el Sename es el culpable de todo, el malo de la película; pero que a través de la investigación queda claro que el Sename es una consecuencia.
"Los primeros responsables son los papás de estos niños, muchos consumidos por las drogas y eso desencadena en violencia, abandono, mala educación y malos ejemplos. Y también la condición de pobreza que los ha rodeado siempre, porque son personas con necesidades y vacíos de todo tipo, de contextos muy vulnerables", nos cuenta Rosario, y agrega que "nos dimos cuenta que no solo funciona mal el Sename, sino que hay deficiencias en todo el sistema de Justicia, con los jueces de familia quienes reconocieron que, por ejemplo, ellos dan sentencia y las sentencias no se cumplen o mandan a un niño a un centro que saben que no está funcionando bien y que no deberían mandarlo; pero como no hay otra alternativa, tienen que hacerlo igual".
Bárbara, por su parte, señala que "nos dimos cuenta que la crisis del Sename es un círculo vicioso que nunca acaba y que detrás de cada niño, de cada papá, hay una historia muy fuerte y mucha pena, rabia e impotencia. Hay cosas que uno no se imagina y que calan muy hondo. Por eso, cada semana nos reuníamos con la profesora a mostrar los avances y lo que vivíamos ahí era una verdadera catarsis, un desahogo, con llanto y todo, porque de verdad que uno no se imagina lo terrible que es todo", confiesa.
Otra de las grandes falencias que ambas percibieron fue que los niños vulnerados que están por protección están mezclados con los menores que han infringido la ley, y que éstos segundos dan muy malos ejemplos, entonces urge separarlos, porque hoy, según Bárbara "el Sename se ha transformado en una escuela de delincuencia".
Respecto a los funcionarios de trato directo, que son los que cuidan a los menores, ambas nos cuentan que hoy en día se les exige sólo cuarto medio y no tienen las herramientas para tratar con niños que en muchos casos son conflictivos, con problemas conductuales o mentales. Urge entonces exigir mejores currículums a los funcionarios de trato directo para que tengan las herramientas profesionales para lidiar con la realidad del Sename y enfrentar las crisis que surgen todo el tiempo.
Las condiciones laborales de los funcionarios también son nefastas. Rosario y Bárbara nos cuentan que hoy, los "tíos" pueden ganar 600 o 700 mil pesos, pero pueden superar el millón y medio mensual si hacen turnos; y que como hay pocos funcionarios se les exigen muchos turnos extras y hay funcionarios que han llegado a trabajar hasta 48 horas seguidas.
Respecto a esto mismo, Rosario agrega que "yo hablé con psiquiatras y pregunté cuales son las falencias psíquicas y psicológicas que ocurren al ser humano cuando trabaja tantas horas seguidas, y me dijeron que a las 36 horas, cualquier funcionario comienza a tener problemas a la vista, al equilibrio, se pone irritable y violento. Entonces, si juntas eso con niños complicados es lógico que se cometan todo tipo de abusos dentro de los centros".
Otra urgencia que ambas mencionan tiene que ver con la intervención de las familias para impedir internaciones evitables. Rosario nos cuenta que esto es justo lo que aprendió de una de las entrevistadas: una menor de 16 años que actualmente vive en una caleta porque se arrancó del centro, quien asegura que su situación podría haberse resuelto con intervención familiar, con terapia para lograr mejorar las relaciones con su mamá; y quien pide al Estado que se escuche a los niños y jóvenes antes de tomar decisiones tan drásticas y antes de planear políticas públicas.
"El Sename no necesita retoques, necesita cambios radicales para que funcione bien. Y yo creo que con voluntad política y recursos, este círculo vicioso se puede transformar en un círculo virtuoso. Esto sí se puede arreglar y es más, si se arregla, los presos adultos de este país van a disminuir en un 50%, porque del total de presos el 50% proviene del Sename", concluye Rosario; quien además hace un llamado a leer el libro para que todos conozcan de primera fuente lo que está ocurriendo "en un Chile paralelo que está al lado de nosotros. Porque sacar al Sename adelante es tarea de todos".
Si bien todas estas urgencias requieren de mucho tiempo para concretarse, por fin se están dando pasos positivos. Hace unas semanas, se promulgó la Ley que crea la Defensoría de la Niñez y, la división del Sename ya está en marcha. Además, el presidente electo Sebastián Piñera señaló que los niños y el Sename serán prioridad en su Gobierno.
Anunció el Gran Acuerdo Nacional por la Infancia que consta de 10 medidas, entre ellas: reemplazar el Sename por dos nuevos servicios (uno para infractores de Ley y otro para menores vulnerados), creación del Ministerio de la Familia, modificación en la Ley de Adopciones, mejoras en la infraestructura y aumento en la subvención de los centros del Sename y la creación de la Defensoría de Niños y Adolescentes vulnerables.
¿Cómo seguir avanzando? Además de considerar estos potentes testimonios, escuchar a los expertos en infancia, a quienes llevan años trabajando el tema y considerar su visión a la hora de seguir diseñando políticas públicas para proteger a nuestros niños. A continuación les dejamos las vías de solución que proponen:
- Caso Sename: cómo no seguir fallándoles a nuestros niños
- Lo que nadie dice del Sename y las claves de solución de Benito Baranda
- Este es el plan de acción urgente para reinventar el Sename y evitar más muertes