El día que el Papa Francisco visitó el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín; su capellana, la Hmna. Nelly León (59), que lleva 19 años trabajando en el acompañamiento de personas privadas de libertad, dijo una de las frases que más marcó su visita a nuestro país y que hasta sacó aplausos en el extranjero:
"Querido Papa Francisco somos un poco más de 400 mujeres, pero hoy estas mujeres representan aquí junto a usted los casi 50 mil hombres y mujeres pobres y vulnerables privados de libertad. Digo pobres, Santo Padre, porque lamentablemente en Chile se encarcela la pobreza".
Frase que luego, el fiscal Carlos Gajardo confirmó a través de su cuenta de Twitter, señalando que le gustaría desmentir a Nelly León, pero que las frías cifras le dan la razón.
¿A qué se refería la Hmna. Nelly?
En El Definido conversamos con ella para ahondar en su frase, en el lapidario informe de la Corte Suprema que evidenció condiciones de vida alarmantes dentro de los recintos penitenciarios como: hacinamiento de más de un 87%, falta de servicios básicos (agua y luz), encierro por más de 15 horas seguidas, aislamiento y castigos muy duros, entre otras cosas; y para conocer Mujer Levántate, la fundación que creó y dirige para lograr la inclusión social de las mujeres privadas de libertad.
La Hmna. Nelly junto a mujeres privadas de libertad |
Nelly nos cuenta que su frase surge de los 19 años que lleva trabajando en las cárceles de Valparaíso y Santiago, donde le ha tocado ver la realidad personal, familiar y social de los privados de libertad, especialmente de las mujeres, y donde confirma que la mayoría de la gente que se va presa es muy pobre.
"Cerca del 50% son de Puente Alto, La Pintana, La Victoria, La Legua. Esa es la gente que está presa y esos son los cordones de pobreza que tenemos en Chile. En la cárcel están los más pobres entre los pobres", nos cuenta Nelly, haciendo énfasis también en que, por otro lado, en Chile no se encarcela a los ricos, porque pueden costear abogados, pagar fianzas y lograr acuerdos monetarios para cumplir sus condenas en libertad vigilada y no tras las rejas, como los empresarios de La Polar, por ejemplo.
Y como el término de pobreza puede ser muy amplio, la Hmna. agrega: "no estoy descalificando a los pobres. Hay pobres que son súper esforzados, que trabajan y salen adelante y no necesariamente tienen que andar robando o traficando para poder vivir; pero sí me refiero a los pobres que además de la pobreza material, han vivido en un mundo de violencia, abandono, prostitución, violaciones y abusos, mismos actos que después se realizan dentro de las cárceles"; tanto por los propios presos como por el sistema penitenciario, hechos que se confirman con el reciente informe de la Corte Suprema.
Respecto a esta pobreza moral que ella menciona, de los valores que no fueron inculcados por sus familias, agrega que "yo también soy pobre pero a mí mi mamá me enseñó a ser honesta, honrada, responsable, respetuosa con los otros; pero está este otro mundo donde los niños y jóvenes nacen y crecen en un mundo donde no hay valores y hay mucho odio y resentimiento, entonces no tienen nada que los frene a no robar, por ejemplo, porque piensan que hay otros que tienen mucho, entonces les corresponde".
Luego de este desglose de lo que es para ella este encarcelamiento de la pobreza en Chile, cabe preguntarse entonces, ¿son realmente culpables y responsables de sus actos estas personas? Judicialmente lo son y deben cumplir condenas, pero la Hmna. es enfática al mencionar que aquí también hay un gran grado de responsabilidad del Estado, de los empresarios y de la sociedad, porque a esta gente se le ha abandonado y excluido desde su nacimiento.
"La delincuencia en Chile es producto de la inequidad social en la que nosotros nos desenvolvemos (…) Nadie delinque por gusto. Se delinque porque se es pobre, porque se necesita comer, porque se necesita alimentar a una familia", señala Nelly.
La Hmna dice que su frase es también un llamado a la sociedad a pensar que " no solamente hay que juzgar, sino proponer, colaborar, aportar, dar oportunidades, para poder trabajar en la inclusión social, porque estas personas privadas de libertad han estado excluidas de todo, siempre. De familia, de escuela, de salud. Viven en unos barrios terribles. La gente dice que los pobres son flojos, pero no saben que muchos se levantan a las dos de la tarde para no tener que tomar desayuno, porque no tienen comida".
En el encuentro con el Papa, hubo otro testimonio que conmovió a todos y fue la carta que leyó la interna Jannet, donde, además de pedir perdón a la sociedad por sus delitos, hizo referencia a lo desprotegidos que quedaban los hijos de las mujeres privadas de libertad. Planteó la necesidad de que las mujeres madres pudieran cumplir sus condenas de otras formas para no descuidar a sus hijos y para evitar que crezcan dentro de las cárceles o en el Sename, lejos de sus madres y para evitar que ellos mismos sean los futuros condenados.
Nelly explica que el gran problema en Chile para este tema y también para el hacinamiento que reveló el informe de la Corte Suprema, es que no se aplican las medidas cautelares existentes.
"La reclusión nocturna, el arresto domiciliario, la libertad vigilada, el brazalete, son medidas cautelares que pudieran aplicarse a las mujeres que son mamá para que puedan estar con sus hijos, porque los círculos de violencia y abandono que viven hoy estos niños, lamentablemente los lleva luego a delinquir y a replicar estas conductas"; nos cuenta Nelly.
¿Por qué se da tan poco esa opción de condena alternativa para casos puntuales?
Según Nelly por falta de voluntad política. "El discurso en Chile es más cárceles, mano dura a la delincuencia, terminar con la puerta giratoria. Entonces claro, los jueces se sienten de manos atadas a la hora de dar una condena. Chile necesita entender el fondo y darse cuenta que la única solución a la delincuencia va justo por el lado contrario: en la inclusión, en la entrega de oportunidades, en la reinserción. Y los políticos y los medios deben informar eso y no sembrar más pánico".
Por otro lado, Nelly agrega que es sumamente necesario que Chile trabaje en el tema de la reinserción,porque al darle libertad vigilada a una persona presa, hay que ser responsable, hacerle seguimiento e intervenciones de terapeutas, salud mental, crear planes laborales, y acompañarlos en su proceso de reinserción a la sociedad, con asistentes y profesionales; para evitar las reincidencias y lograr así una inclusión real y duradera. Y eso está muy débil en Chile.
"Esa cifra que sale tanto a flote de que cada preso cuesta más de 700 mil pesos al Estado de Chile, si bien es cierta, hay que saber que sólo el 4% de ese dinero va a reinserción social. El tema es que se mantiene todo el aparato de Gendarmería con esos 700 mil: custodia, autos, traslados, enfermería, ambulancias; todo eso se financia con ese dinero. No es que cada preso tiene 700 mil pesos. Se habla mucho desde la ignorancia. Lo que falta es redireccionar mejor los recursos", enfatiza Nelly.
Con la fundación Mujer Levántate, que tiene como lema "un país justo, mujeres libres”, se busca justamente trabajar en esto. Y lo que nació como una casa de acogida a pasos de la cárcel para recibir a las mujeres que recibían la libertad pero que no tenían dónde ir; se transformó en una fundación que acoge a más de 100 mujeres al año y las ayuda a recuperar su dignidad, a acceder a los beneficios penitenciarios y a lograr una inclusión efectiva en libertad; impactando así también la vida de más de 300 niños y niñas al año.
Nelly dice que se puede. Que Mujer Levántate, que este 2018 cumple 10 años, es sólo un granito de arena, pero que se puede replicar en todos los recintos penitenciarios del país. Y que para eso se necesita inversión y acompañamiento, para "rearmar a una persona nueva"; como también lo está haciendo el Espacio Mandela, el programa carcelario que rehabilita a los reos más peligrosos de Chile.
En Mujer Levántate se trabaja con psicólogos, con asistentes sociales y con un directorio que se encarga de postular a proyectos para obtener los recursos suficientes.
El objetivo es acompañar a las mujeres privadas de libertad en todo el proceso: desde que obtienen beneficios carcelarios, salidas dominicales, libertad condicional; hasta los cinco años luego de haber obtenido la libertad, porque este es el período estimado en que una persona que no ha delinquido, ya no lo volverá a hacer, según nos cuenta Nelly.
"Cuando uno habla de reinserción, estamos hablando de una persona que estuvo inserta en un lugar, salió de ahí y hay que volverla a insertar en el mismo lugar. Nuestra teoría es que hay que trabajar en la inclusión social, porque son mujeres y personas que han estado excluidas de todo", señala Nelly.
Las principales herramientas que se les entrega a estas mujeres tienen relación con el desarrollo humano, valórico y social; al aprendizaje de habilidades, refuerzo de autoestima, capacitaciones y conseguimiento de becas para que estudien en Infocap, la Universidad del Trabajador.
Lo que más les falta a las personas privadas de libertad, según Nelly, es desarrollar habilidades humanas, el aprender a convivir con otros, trabajar el control de impulso y de la ira. Y luego, lejos lo más importante es la revinculación con los hijos. "Que las madres y padres aprendan que las habilidades paternales no va en sólo darles cosas materiales a sus hijos, sino en educarlos y formarlos desde que despiertan hasta que se duermen".
Según nos cuenta Nelly, de las 450 mujeres que pasaron por los programas de Mujer Levántate hasta el 2016, sólo el 4,5% volvió a la cárcel, versus el 45% que reincide al no tener programas de intervención. Por lo que hay evidencia de que por aquí está el camino: Chile debe invertir y dirigir sus recursos hacia la reinserción social de las personas privadas de libertad.
Les dejamos una charla REC de la Hmna. Nelly sobre el trabajo que se realiza en Mujer Levántate:
“Una mujer que se reinserta en la sociedad es una familia completa que se salva. Un entorno social que se recupera".