Las fuentes de inspiración suelen venir de personas que se han tenido que enfrentar a las mayores adversidades, seres en desventaja que lograron torcerle la mano al destino y hasta minorías raciales/sexuales/religiosas que a través de un discurso de paz han combatido mensajes de odio.
Ahora, de donde no suele venir es de empresas multinacionales. No porque sean malas per se, de hecho aportan un montón en nuestras vidas, sino porque su dimensión hace que puedan generar algún impacto negativo en donde se encuentren. ¿Cómo así? Por ejemplo, si eres uno de los mayores fabricadores de cuadernos del mundo, es difícil que no dejes una huella de carbono importante en el planeta.
Pero por suerte no siempre tiene que ser así y recientemente lo demostró una de las mayores multinacionales del mundo. Estamos hablando de Unilever, el conglomerado que reúne marcas como Drive, Omo, Dove, Axe, Rexona, Lipton, Hellmann’s, Bresler, y Cif. Es decir, mucho de lo que puedes encontrar en un supermercado.
Lo ha hecho tan bien, que incluso hoy logró un hito tras convertirse en la única empresa del mercado chileno en recibir un “Sello verde” por parte de Enel (sin ser una compañía generadora de electricidad).
Unilever tiene motivos para celebrar, pues este sello es una certificación que acredita que la energía eléctrica con la que funciona dicha empresa (fábricas y oficinas) proviene 100% de fuentes de energía renovables no convencionales. Y sí, Unilever cumple con eso en el país en sus cuatro instalaciones.
De hecho, lo lograron antes de lo esperado. A nivel global la compañía se fijó la meta de que en 2020 el 100% de sus oficinas y fábricas en el mundo funcionen a partir de energía eléctrica renovable no convencional. Para 2025 esperan eliminar las fuentes de combustible fósil de sus matrices y para 2030 pretenden ser carbono positivo (es decir, que capturen más CO2 del que liberen al aire).
“Lo interesante en Chile es que pudimos adelantar eso. El país es un ejemplo a nivel mundial de cómo ha ido creciendo la energía solar y eólica, así que decidimos aprovechar eso. Hay muchos lugares en el mundo en donde Unilever aún no lo logra y nosotros lo hicimos en parte gracias al contexto energético de Chile”, nos cuenta Hans Eben, gerente general de Unilever Chile, en la ceremonia de entrega del Sello Verde.
Hasta ahora dicha meta se ha cumplido en un par de países, como como explica Hans, “sin duda que Chile se convirtió en un ícono de Unilever global por ser uno de los primeros países en cumplir con la meta 2020”. Para qué decir que recién entramos al 2018, ¿no?
Pasar de ser una empresa normal a una merecedora de un sello verde de Enel no suena a tarea fácil. ¿Cómo fue que lo hicieron en Unilever?
Para eso primero hay que entender cómo funciona el mercado energético en Chile. En fácil: existen dos tipos de clientes, los regulados y los libres. Los primeros corresponden al más común (nosotros en nuestras casas lo somos) y tiene que ver con aquellos que tengan un consumo menor a 500 kW. Los precios que pagan por la energía están fijados previamente (por la Comisión Nacional de Energía) y no hay mucho que hacer al respecto.
Por otro lado, los clientes libres son aquellos que tienen una potencia conectada de por lo menos 500 kW y que pueden negociar precios y condiciones directamente con las generadoras de energía. Pero ojo, que quienes tengan una potencia de entre 500 y 2.000 kW pueden optar a ser clientes regulados, pese a tener la posibilidad de ser “libres”.
Pues bien, Unilever decidió salirse del mundo de los clientes regulados y adentrarse en el de los libres. Para eso hicieron una licitación, buscando una empresa que los proveyera de energía 100% renovable y de fuentes no convencionales y al final terminaron haciéndolo con Enel.
Así, la energía con la que abastecen la producción proviene de plantas eólicas y solares de propiedad de Green Power.
¿Y qué me importa a mí este esfuerzo? ¿Qué impacto tiene en el país? Al año están reduciendo las emisiones de CO2 en 7.800 toneladas, lo que equivale a sacar 1.650 autos de circulación o cambiar 276 mil ampolletas incandescentes por unas LED. “El impacto es muy grande e importante para nosotros”, asegura Hans.
Pero eso no es todo. A fin de cuentas, la compañía está dándole un valor agregado a su producción, después de todo, la sustentabilidad es un valor en sí. Además, sirve como ejemplo para otras compañías que podrían interesarse en hacer lo mismo.
“Con esta iniciativa Enel abre una oportunidad para sus clientes que buscan incorporar un valor agregado real a la subscripción de sus contratos de energía como clientes libres. Unilever ha certificado cuatro instalaciones, lo que alcanza más de 13.000 MW/h al año de consumo. Para que se hagan una idea: es equivalente al consumo anual promedio de cuatro mil hogares en Chile”, celebró en la ceremonia el gerente general de Enel, Nicola Cotugno.
Para los que dicen que ser sustentable es una moda de ahora, les contamos que en 2015 escribimos un artículo sobre cómo Unilever logró que sus fábricas fueran “cero residuos”, lo que significa que estos no son llevados a los vertederos.
Eso se traduce en que el 100% los residuos de sus tres fábricas y centro de distribución en Chile son reducidos, reusados y reciclados. Entre otras cosas, eso implicó que desde ese año salieran de circulación 700 camiones de desechos y se dejaran de enviar siete mil toneladas de residuos a los vertederos.
Incluso, crearon una especie de “Guía práctica para que tu empresa sea Cero Residuos” (ese no es el nombre oficial, pero encontramos que suena bonito). Se trata de una serie de medidas y recomendaciones para implementar esta medida en tu organización y así evitar enviar tus residuos a los rellenos sanitarios.
De esta forma, Unilever se ha transformado en una compañía que además de ser un ejemplo para el resto de las empresas, también lo es para nosotros. ¿Quién en su casa en “cero residuo”? ¿Quién se ha preocupado de abastecerse a través de energías renovables (instalando paneles solares, por ejemplo)?
Probablemente muy pocos, pero lo bueno es que si grandes compañías como esta y otras impulsan el cambio, unidas a los esfuerzos gubernamentales, de ONGs y personas, será mucho más fácil impulsar una cultura empapada de sustentabilidad.