Bajaba del Airbus A321 sonriente, y a todo Chile se le venía a la cabeza ese 1 de abril de 1987, en que Juan Pablo II descendió del avión y besó nuestro suelo. Hoy, el Papa argentino pisaba una tierra distinta, democrática y más igualitaria, pero no exenta de debates y tensiones.
Muceta al viento (la capita blanca que le llega hasta los hombros) y acompañado de Michelle Bachelet, el líder de la Iglesia Católica venía a Chile a alentar a los jóvenes a dejar la comodidad del sofá, a pedir perdón, a emocionarse frente a un potente coro de mujeres privadas de libertad cantando “pastor con olor a oveja” y, de paso, a casar improvisadamente a una pareja en el avión de Santiago a Iquique, en su última jornada.
¿Cuál es el mensaje que dejó el Papa Francisco tras su paso por Chile? ¿Qué tiene que decirnos como sociedad (y no únicamente como cristianos)? En El Definido hicimos un pequeño resumen con sus citas más profundas, y que seguro se recordarán por varios años.
Durante su visita a La Moneda, Bergoglio destacó nuestro reciente proceso de elecciones, aprovechando de saludar Presidente electo, Sebastián Piñera (aunque según algunos no de la manera más afectuosa).
“Chile se ha destacado en las últimas décadas por el desarrollo de una democracia que le ha permitido un sostenido progreso. Las recientes elecciones políticas fueron una manifestación de la solidez y madurez cívica que han alcanzado, lo cual adquiere un relieve particular este año en el que se conmemoran los 200 años de la declaración de la Independencia”, señaló, pues este año se cumplen dos siglos desde la Batalla de Maipú, decisiva en nuestro proceso de emancipación.
Otro aspecto que Francisco I destacó durante su visita a nuestro país, es la capacidad de los chilenos de levantarse cada vez que un desastre natural nos ha azotado. "¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar, cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes!”, señaló durante la misa masiva que celebró en el Parque O´Higgins.
Así, el Papa llamó a no tener una actitud pasiva frente a la realidad, a no ser “un triste autor de estadísticas”, sino a “ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz”.
Jorge Mario Bergoglio aterrizaba en un clima que no le era del todo favorable, debido a la desconfianza que se ha generado ante la Iglesia, a causa de los casos de abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes. Esto se encarnó principalmente en la situación del obispo de Osorno, Juan Barros, el cual ha sido acusado de encubrir los abusos del ex párroco Fernando Karadima.
En La Moneda, el Papa destacó la importancia de "escuchar a los niños que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia, y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad. Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento por el daño irreparable causado a niños por ministros de la Iglesia". Luego agregó: "es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que nos empeñamos para que no se vuelva a repetir".
Este es quizás el punto más polémico, pues la presencia del obispo Barros en varias de las ceremonias que se celebraron durante su estadía, así como también su continuidad en el cargo, despertó críticas. Por eso, para algunos estas palabras no fueron suficientes, pues se necesitan acciones al respecto. De todos modos, se trata de la primera vez que el Papa pide perdón sobre sucesos como estos, en una ceremonia de Estado (lo ha hecho en otras instancias).
Al cierre de su visita, respondiendo a una periodista, Francisco dijo: “El día que me traigan una prueba del obispo Barros, ahí voy a hablar”.
Un Papa emocionado se vio durante la visita el Centro Penitenciario Femenino, cuando Francisco escuchó atentamente las palabras de la capellana de la cárcel, Nelly León, de una joven reclusa llamada Janet Zurita, y luego fue testigo de la conmovedora canción compuesta por parte de las mujeres privadas de libertad.
Luego de agradecer profundamente por el momento, destacó el valor de cada una de esas reclusas, cuyas vidas son mucho más importantes que el hecho de estar temporalmente privadas de libertad. “Quiéranse y respétense. Ustedes, mujeres, son personas no cosas, y siempre tendrán alguna salida ante lo mal que lo puedan estar pasando", les dijo el Papa.
"¡Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra! Nadie podría hacerlo, porque todos somos pecadores y nos podemos equivocar", agregó, asegurando luego que "todos tenemos que pedir perdón y yo soy el primero”, haciendo alusión a sus palabras en La Moneda.
Por último, hizo mención a la importancia de complementar las medidas de seguridad pública con educación, para crear comunidad.
Durante la liturgia que celebró en la Catedral Metropolitana, Francisco volvió a mencionar el dolor que le causan los abusos sexuales cometidos contra niños en manos de miembros de la iglesia, pero también hizo alusión al sufrimiento de algunos sacerdotes: “además del desgaste por la entrega, han vivido el daño que provoca la sospecha y el cuestionamiento, que en algunos o muchos pudo haber introducido la duda, el miedo y la desconfianza”.
“Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle; que ir vestido de cura en muchos lados se está pagando caro”, agregó.
En su paso por La Araucanía, Bergoglio saludó a la comunidad mapuche en su propio idioma, “Mari, Mari, küme tünngün ta niemün” (“buenos días, la paz esté con ustedes”), para luego comenzar un sentido discurso cuyo foco estuvo en descartar cualquier tipo de violencia para conseguir lo que se quiere.
“Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación, terminan amenazándolos”, dijo, señalando así tanto a las comunidades que han realizado actos violentos, como a la negativa de las autoridades a negociar. “La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura, la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos no a la violencia que destruye, en ninguna de sus dos formas", señaló.
Luego, citó a dos grandes chilenas –Gabriela Mistral y Violeta Parra- para destacar la belleza de la Araucanía, escenario de granes conflictos en la historia. "Doy gracias a Dios por permitirme visitar esta linda parte de nuestro continente, la Araucanía: tierra bendecida por el Creador con la fertilidad de inmensos campos verdes, con bosques cuajados de imponentes araucarias, sus majestuosos volcanes nevados, sus lagos y ríos llenos de vida", dijo citando a la poeta. Y luego, recordando a Violeta: “esta tierra, si la miramos con ojos de turistas, nos dejará extasiados, pero luego seguiremos nuestro rumbo sin más; pero si nos acercamos a su suelo, lo escucharemos cantar: Arauco tiene una pena que no la puedo callar”.
Por último, apeló a respetar la diversidad de los pueblos, por distintos que sean unos de otros: “la unidad es una diversidad reconciliada, porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias. Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores".
Otro momento que tuvo gran acogida entre los chilenos, fue su discurso a los jóvenes en el Templo Votivo de Maipú. Allí destacó a los presentes como jóvenes que “se bajaron del sofá y se pusieron los zapatos”, dejando comodidades para jugársela por sus convicciones.
El Papa los llamó a ser “protagonistas del Chile que sus corazones sueñan”, amando por sobre todo a su país. “Mirar siempre hacia el horizonte se tiene que hacer con los pies en la tierra de la patria, y si ustedes no aman su patria, yo no les creo que lleguen a amar a Jesús y a amar a Dios. El amor a la patria es un amor a la madre, la llamamos Madre Patria”.
Y no le hablaba solamente a aquellos jóvenes religiosos, pues recalcó la importancia de escuchar las inquietudes de todos, sin importar sus creencias: "escuchar a los jóvenes católicos y no católicos, cristianos y de otras religiones y jóvenes que no saben si creen o no creen”.
Finalmente citó la canción Aquí del grupo La Ley, pues insistió en no dejarse ahogar por el mundo y su ritmo, pues eso conduce a olvidar lo que es realmente importante: “el ruido ambiente y soledad de la ciudad nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés pretende sumergirme en él ahogando mis ideas".
Ya en la Universidad Católica, Bergoglio señaló la importancia de que la Universidad sea una instancia de participación de todos; un lugar de diálogo plural “que asuma la interdisciplinariedad e interdependencia del saber”.
En esta misma lógica, planteó la necesidad de interactuar en la academia con los pueblos originarios, valorando esa “sabiduría cargada de intuiciones, de olfato, que no se puede obviar a la hora de pensar Chile. Así se producirá esa sinergia tan enriquecedora entre rigor científico e intuición popular”. Sólo así, continuó, “la Universidad se vuelve un laboratorio para el futuro del país, ya que logra incorporar en su seno la vida y el caminar del pueblo superando toda lógica antagónica y elitista del saber”.
Y llegó finalmente la despedida de Francisco, esta vez en Iquique y acompañado por las tradicionales diabladas de los norteños y de la Virgen de La Tirana. Fue este el momento que eligió el Pontífice para dedicar algunas palabras a los inmigrantes en Chile.
“Hermanos, Iquique es tierra de sueños, eso significa el nombre en aymara. Tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas que han tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas de miedo e incertidumbre por lo que vendrá”, dijo.
Luego hizo un claro llamado a los chilenos a acoger con respeto a los recién llegados: “estemos atentos a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos inmigrantes porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en regla. Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias”.
Y concluyó: “aprovechemos también a aprender y a dejarnos impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo. Sin cerrarnos a esas tinajas llenas de sabiduría e historia que traen quienes siguen arribando a estas tierras. No nos privemos de todo lo bueno que tienen para aportar”.
El Papa ya dejó nuestro país y hoy se encuentra en Perú realizando una nueva visita.