Partamos con una historia. A los 21 años, Carol Hullin, se fue de Chile para vivir en Australia. Allá estudió Bachillerato en Ciencias de la Salud, luego enfermería, hizo un doctorado en Informática en Salud y luego un post doctorado en Inteligencia Artificial (IA), en la Universidad de Melbourne. Todo esto gracias a becas que obtuvo por su buen desempeño.
Como si fuera poco, el gobierno australiano la contrató como asesora de salud pública del gobierno localy después trabajó en el Banco Mundial, como líder de la División de Informática.
Carol está de vuelta en Chile hace ya tres años; hoy se desempeña como Directora Nacional de Investigación y Postgrado de la Facultad de Enfermería de la Universidad San Sebastián; y es una de las chilenas que más sabe sobre IA en salud.
Sin embargo, este currículum lo logró gracias a mucho esfuerzo y perseverancia, porque nadie daba un peso por ella. ¿Tanto así? En la Prueba de Aptitud Académica (PAA) sacó menos de 400 puntos, asegura y en el colegio le decían “burra”.
Cuenta que desde muy chica le encantaba pensar y crear cosas en su mente, pero que “por las circunstancias de la vida no tuve un entorno o un sistema alrededor mío que me permitiera demostrarlo desde que nací”, nos dice.
Hullin vivió entre los nueve y los 14 años en un campamento y luego en San Bernardo. “Mi condición social y económica me estaba determinando un cierto futuro”, señala. Con esfuerzo, estudió Técnico en Enfermería en Enac y luego comenzó a trabajar, pero después de que un día la asaltaron, se dio cuenta de que no quería seguir viviendo así. Con el apoyo de su familia contactó a un tío que vivía en Australia y se fue a probar suerte al otro lado del mundo.
Hullin ha viajado por más de 60 países evaluando y gestionando proyectos para mejorar el acceso a la salud, a través del uso de nuevas tecnologías.
Hoy, gran parte de los esfuerzos en IA están puestos en salud, porque las mejoras en el sistema pueden beneficiar a muchas personas y tiene un gran potencial para salvar vidas. Esto ha convertido a la atención sanitaria en una industria clave para la inversión.
1. Diagnósticos
Hullin nos cuenta que, gracias a la IA, actualmente los diagnósticos son rápidos y precisos. Además, para esto en muchas partes se está trabajando con bioinformática. ¿Qué es y cómo funciona esto?
La bioinformática consiste en la aplicación de tecnologías computacionales a la gestión y análisis de datos biológicos: “Se captura la radiología del paciente y se juntan miles de datos para poder dar un diagnóstico. Se ha comprobado que usando herramientas de IA se hace el diagnóstico más rápido”, dice Hullin.
Por ejemplo, si una persona tiene tuberculosis (una de las 10 principales causas de muerte en el mundo), es más rápido lograr un diagnóstico más preciso mediante máquinas, porque ellas manejan gran cantidad de datos biomédicos que identifican la condición patológica del paciente. “Estos datos se obtienen de diferentes fuentes de entrada, ficha clínica, máquinas médicas e informes de expertos”, explica. Entonces, al cruzarlos, se puede emitir un diagnóstico.
Por lo tanto, mientras más pronto se sepa qué es lo que tiene el paciente, es posible comenzar antes con un tratamiento.
Hullin advierte que la IA no es nada nuevo, que lo novedoso es que hay nuevas herramientas tecnológicas utilizándola.
Dice que para el paciente diabético, por ejemplo, es muy importante el uso de inteligencia artificial, porque “tú haces grupos de pacientes con las mismas condiciones patológicas y les vas indicando las formas de comer, de caminar… eso es inteligencia artificial, que la máquina reconoce las preferencias del usuario”, asegura. A ver, a ver, ¿pero dónde se hacen estos grupos?
En el internet o juntas virtuales, donde pueden conversar entre ellos. Se describen como e-community, nos explica. Las indicaciones les pueden llegar a sus celulares, sensores textiles, industriales y mecánicos.
2. Datos
Hoy se pueden almacenar cantidades inimaginables de datos digitales. Las fichas clínicas de los pacientes se pueden mantener en cualquier lugar, en cambio una ficha o registro clínico en papel se pueden quemar fácilmente y esos datos se pierden.
Además, es muy útil poder cruzar esos datos, para que los profesionales de salud tomen decisiones mejor informados, por ejemplo, si un paciente tiene algún tipo de alergia que no recordaba, o está en otro tratamiento paralelo con remedios que podrían afectar un nuevo tratamiento, tuvo alguna enfermedad que pueda causar otro síntoma, etc.
Por eso con IA también se pueden hacer inferencias, como tomar algunas interpretaciones más precisas, pero Hullin aclara que “nunca, nunca, puede reemplazar la actividad humana”.
Así, al tener los datos de primera fuente con protocolos clínicos (modelos de información) permite a los profesionales de la salud, tomar decisiones basadas en evidencia científica. “ Esto permiteprevenir errores humanos”, asegura.
3. Aplicaciones
Los teléfonos móviles también son una herramienta que está ayudando en el área de la salud. Hullin cuenta que existen más de 22 millones de aplicaciones en salud que se pueden descargar gratis o algunas son pagadas y que son capaces de monitorear, entregar los datos biométricos de cuánto camina una persona, manejo de medicamentos, entre otros.
“Estas tecnológicas están registrando datos personales de las actividades físicas para permitir autocuidado de las personas”, dice Hullin. Por ejemplo, se espera que pronto existan aplicaciones que sean capaces de analizar la rutina del usuario (mediante el aprendizaje automático) para recomendar cambios para mejorar la salud o evitar riesgos.
Mejorándome es un caso, un proyecto chileno que apunta a eso con pacientes en tratamiento de rehabilitación de drogas o alcohol. Esta app permite a doctores y terapeutas hacer un seguimiento constante de sus pacientes, buscando conectarlos mejor con ellos y así aumentar las tasas de éxito en sus Programas de Recuperación.
Otro caso es doc.ai, una aplicación creada por el empresario y semiólogo de Internet belga, Walter De Brouwer, la cual es capaz de explicar los resultados de un examen de laboratorio. Se trata de un “robot-doctor” basado en IA.
En un principio la aplicación interpretará los análisis de sangre, luego las pruebas genéticas, y después irá agregando gradualmente otros tipos de pruebas.
El robot-doctor podrá conversar (literalmente) con los pacientes a través de la aplicación y les explicará los resultados de los exámenes. Sin embargo, si por esas casualidades, la conversación no puede seguir porque es un tema más complejo, por ejemplo, la plataforma puede remitir a los pacientes a un médico de carne y hueso.
Aplicaciones como éstas ayudan a suplir en alguna medida el déficit de médicos, como es el caso de Chile, por ejemplo, y al mismo tiempo permiten que los que están trabajando puedan dedicarles más tiempo a sus pacientes.
4. Adultos mayores más independientes
La calidad de vida de los adultos mayores también podría mejorar gracias a la IA. En la Universidad de California en San Diego, lanzaron un proyecto que busca impulsar la calidad de vida de las personas cuando envejecen a través de IA. La Universidad abrió un centro donde planean desarrollar tecnologías para seguir desarrollando el potencial de la inteligencia artificial y para impulsar la salud cognitiva, lo que permitirá a los adultos mayores ser independientes por más tiempo y tener una mejor calidad de vida.
Hullin cree que con avances que se han alcanzado y con los que se esperan para el futuro, en 30 años más no habrá tantos hospitales y que la atención en el hogar aumentará, porque la tecnología permitirá una mayor accesibilidad de las personas a información de salud para su autocuidado.
Carol nos cuenta que Chile lidera en IA, en comparación con otros países de América Latina, porque vienen muchas tecnologías extranjeras.
Pero, lo que a ella le preocupa, es que efectivamente estén las personas adecuadas para manejar los instrumentos que utilizan la IA. Explica que, para usarla, es necesario que exista experiencia humana previa, en otras palabras, no es bueno que médicos recién egresados manejen estas tecnologías, aunque sean nativos digitales, y que es precisamente lo que está ocurriendo.
“Nos falta capital humano, que haya un pensador y líderes en el bienestar de la persona”, asegura y agrega que en Chile está todo lo tangible, como una fibra óptica que recorre toda la Ruta 5 en forma digital y une a todos los hospitales públicos del país y eso es un gran paso, pero que aún falta mucho trabajo por hacer.