*¿Te lo perdiste? Regularmente republicamos contenidos vigentes que pueden resultarte interesantes. Hoy destacamos este artículo en vista del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas.
Un aumento del 11% registraron los casos de consumo problemático de alcohol y drogas en la población infanto-adolescente en Chile entre 2015 y 2016, según datos del Senda. La población adolescente presentó un aumento de un 3,3% en el mismo período.
Además, Chile es el tercer país con mayor consumo de marihuana y cocaína de todo el continente, según el reporte mundial de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (2015).
Es un hecho que la venta y consumo de drogas en Chile es una realidad y que los jóvenes están cada vez más expuestos a ellas. Esto es preocupante pues, aunque muchos no se vuelvan dependientes, tanto la identidad como el cerebro están en formación hasta el fin de la adolescencia, y si se abusa de algún consumo de droga a esa edad, se podría alterar algún funcionamiento a futuro, entre otras consecuencias.
El director nacional de Senda, Patricio Bustos, explica que el aumento de consumo en adolescentes tendría su explicación en situaciones donde los niños y jóvenes se ven expuestos a la soledad y poco diálogo con sus padres, y que si bien los colegios deben trabajar el tema con ellos; la gran clave es el trabajo con la familia.
¿Cómo tratar el tema con nuestros hijos? ¿Cómo reaccionar si los sorprendemos con marihuana u otra droga? ¿Cómo prevenir su consumo?
En El Definido conversamos con dos profesionales del Centro de Salud Integral del Adolescente, SerJoven; orientado a promover el desarrollo integral y solucionar los problemas de salud de los adolescentes en situación de pobreza de Chile.
La pediatra, especialista en adolescentes, Paula Donoso y la psicóloga clínica infanto juvenil, Amaya Valencia nos comparten las recomendaciones para saber tratar el tema de las drogas con los hijos y para prevenir su consumo; desde su experiencia de trabajo diario con adolescentes vulnerables que reciben tratamiento en SerJoven.
Es fundamental empezar a hablarlo antes de que los adolescentes empiecen a ir a fiestas o salidas, para poder anticiparse al riesgo, nos cuenta Amaya.
"Hay que hablar con ellos desde muy pequeños, sobre las consecuencias y riesgos del consumo. Siempre desde un tono de acoger y entender cuál es su curiosidad. Esto con el fin de querer protegerlos y no desde el castigo, como: si algún día te pillo, te voy a castigar de tal forma. Es fundamental también plantearle a los adolescentes que ojalá no consuman, pero si van a hacerlo, que sea sí o sí después de los 18 años, porque a esa edad, a pesar de que el consumo sigue siendo dañino, disminuyen los riesgos".
Donoso recalca que los mensajes deben ser claros y consecuentes, en acuerdo entre los padres.
"Conversar de los riesgos que conlleva el consumo de las distintas sustancias, así también de lo prescindibles de las mismas… se puede pasar bien, ser cool, auténtico, divertido, aventurero, sin consumir (…) Ayude a anticipar escenarios donde podría exponerse a la presión de los pares, los adolescentes deben aprender a decir que no y eso no es fácil, conversar de esto, ensayar cómo lo podría hacer es muy útil.Les debe quedar claro que el mensaje del no exponerse a estas sustancias viene desde el amor que los padres le tienen, desde la protección y el cuidado".
¿Qué no sirve bajo ningún punto de vista? Enseñarles a beber alcohol, permitirles tomar en casa para que tengan “buena cabeza”; que inicien el consumo de marihuana con sus hijos en el propio hogar. Ambas profesionales nos cuentan que estas acciones son nefastas y que sólo conllevan riesgo y daño en los hijos.
Son variadas las estrategias para formar un ambiente seguro y protector en el hogar, que disminuye los riesgos de que los hijos se inicien en el consumo.
Es clave que los padres cuiden y protejan a sus hijos, les otorguen cariño y afecto, pero además les pongan límites claros y firmes. "El estilo de crianza democrático o autoritativo ha demostrado el desarrollo de adolescentes más sanos y menos involucrados en conductas de riesgo", señala Donoso.
Además de transmitirles que las drogas y el alcohol son muy dañinos para la salud, en especial en menores de 18 años, ambas profesionales aconsejan:
* Partir por ser un buen ejemplo y no consumir alcohol en exceso o drogas con ellos, ya que los padres son factores modeladores. No normalizar el consumo bajo ningún punto de vista.
* Pasar más tiempo con los hijos a través de cualquier actividad, por simple que sea, y conocer a sus amigos (que pueda invitarlos más a la casa).
* Fomentar la pertenencia a grupos sanos de convivencia, con actividades deportivas o artísticas organizadas, a cargo de profesores que promuevan un estilo de vida saludable.
* Incentivar la vinculación con el colegio, promover que estén a gusto y que se motiven con aprender.
* Limitar las horas de carrete proporcionales a la edad de los adolescentes.
* Saber siempre dónde están sus hijos e idealmente ir a dejarlos y a buscarlos siempre a los carretes, porque es en ese momento donde los padres se enteran de lo que pasa en las fiestas. De si hay o no consumo, de si hay adultos responsables cuidando, de las amistades que los rodean, etc.; y permite el espacio para que se puedan abordar temas claves.
Esto va en línea con el programa de prevención de consumo de Islandia, el más exitoso a nivel mundial, que ha logrado bajar y mantener niveles de consumo a 5% de alcohol, 3% de tabaco y 7% de marihuana. Se centra en 3 grandes aspectos: que los padres pasen al menos una hora al día con sus hijos; el uso del tiempo libre en actividades recreativas organizadas; y dar el mensaje de espera hasta los 18 años.
Si bien una de las claves es su prevención y su retraso en el consumo, debemos tener en cuenta que un porcentaje de jóvenes probará las drogas o pasará por períodos de consumo; y como padres debemos saber qué hacer ante tal escenario.
La Dra. Donoso nos recomienda que lo primero es brindar seguridad al adolescente de ser necesario, es decir: cuidar, hidratar, esperar que se le pase el efecto de la sustancia.
Luego abordar el tema con calma, tranquilos, pero serios. Explorar con su hijo (a) qué pasó, dar el mensaje de preocupante que es el hecho que se haya expuesto a esa sustancia, que hay una serie de riesgos y la idea es que den el mensaje claro, “esto no, porque te hace daño, porque es un riego”.
Amaya agrega que lo principal es no reaccionar desde la rabia del minuto, y que antes de enfrentar al hijo, los padres deben darse un minuto para pensar bien la conversación que se quiere tener. Si es una familia biparental, es fundamental que ambos padres se pongan de acuerdo para tener un relato consistente y ojalá puedan estar los dos presentes.
Deben preguntar primero las razones por las que está consumiendo y acoger sus emociones (por qué y para qué). "Muchas veces puede ser porque querían pasarlo bien, integrarse al grupo, relajarse; y proponerle otras maneras alternativas y sanas que permiten lograr esas mismas emociones".
Por último, Donoso recomienda llevarlo a evaluación ya sea con su pediatra o especialista en adolescencia, pues tras una intoxicación por alcohol u otra sustancia puede haber una gran problemática detrás.
¿Cuáles son las señales de alerta a las que tenemos que estar atentos? Cambios bruscos en el humor o bajas de ánimo, aislamiento o cambio de grupos de pares, bajas de notas, problemas conductuales, y por supuesto estar atentos a si llevan objetos asociados al consumo como pipas, fósforos, incienso, chicle, gotitas para los ojos, etc.
Todo este esfuerzo viene del hecho de que todo consumo de drogas es de riesgo, principalmente en menores de 18 años, nos señalan las profesionales.
"Hay riesgos en el cerebro y en la parte emocional. Riesgos en distintos niveles y áreas que dependen también de la sustancia. Uno de los riesgos, con cualquier sustancia, es la adicción, tomar malas decisiones bajo el efecto de la sustancia, derrames cerebrales, crisis de pánico, bajar la concentración y la memoria", explica Amaya.
En cuanto a la salud mental, nos cuenta que el mayor riesgo es empezar a ocupar la sustancia como una manera de evadir las situaciones y no contar con las herramientas necesarias para resolver los conflictos propios de la edad; ya que así corren el riesgo de empezar a postergar decisiones importantes de sus vidas por el consumo. Además, si se tiene una predisposición genética de algún trastorno psiquiátrico, con la marihuana se puede activar este gen y desarrollarse alguna enfermedad.
La Dra. Donoso agrega también los riesgos de accidentes, de involucrarse en relaciones sexuales no protegidas y por tanto riesgo de embarazo adolescente e infecciones de transmisión sexual, asalto, peleas, incluso la muerte.