Nadie quedó indiferente con la nevazón del 15 de julio pasado en la Región Metropolitana. Mucho menos los más de 300 mil casos de personas que tuvieron un corte en el suministro energético. Y para qué decir aquellas personas que estuvieron durante más de una semana sin luz (R.I.P. comida congelada).
De alguna forma, a los capitalinos nos invadió una sensación de vulnerabilidad. Después de todo, no se trató de la primera vez en el año en que tuvimos un corte de luz prolongado. Solo un mes antes de la nevazón, ya había ocurrido uno producto de un frente con intensas precipitaciones.
Sabemos que hay factores naturales que no se pueden controlar, pero también tenemos bien claro que a veces se puede deber por falta de mantención en el sistema, en prevención, atención y en reacción ante las emergencias.
Sea cual sea la razón, después de mucho tiempo la continuidad de nuestro suministro energético se volvió un tema. Es por eso que en El Definido nos bajó la curiosidad y nos cuestionamos: ¿podrían ahorrarnos las energías renovables los desagradables cortes de luz?
Hablamos con Carolina Pizarro, directora de Escuela de Ingenierías de Base Tecnológica de la Universidad San Sebastián (USS) y su respuesta tiene un lado alentador y otro no tanto.
¿La respuesta corta? Las energías renovables por sí solas no podrían ayudarnos a capear los cortes de luz, básicamente porque seguiríamos necesitando un sistema de transmisión por cables, que es precisamente lo que ha estado fallando últimamente.
“Las energías renovables son una fuente más de generación de energía que después son transmitidas por redes de alta tensión y distribuidas por subredes domiciliarias”, explica Carolina. Eso sí, poseen una desventaja: su intermitencia, es decir, que “no generan energía de forma continua. Esto se debe a que depende de fenómenos climáticos y/o meteorológicos”, agrega Carolina.
¿La respuesta larga? Podríamos ahorrarnos los odiosos cortes de luz si tenemos un sistema propio de generación de energía renovable, algo que nos permite la Ley de Generación Distribuida y que cada vez se está desarrollando más. Esto se podría hacer a través de la instalación de un panel fotovoltaico (o solar) o un generador eólico y funciona más o menos así:
La fuente genera la energía y la envía a un inversor, es decir, el dispositivo encargado de transformar dicha energía en electricidad. Luego, está lista para su consumo, el que queda registrado en el medidor. Ahora, si la electricidad que generaste es mayor a la que usaste, el “resto” se envía al sistema y se te descuenta del próximo pago. Si lo que generaste es menor a lo que usaste, la diferencia la aporta el sistema energético de todos (lo que significa que igual pagarás menos).
También está la posibilidad de almacenar esa energía que “sobra” en las baterías, como la de Tesla, que buscan precisamente combatir la intermitencia de la generación de electricidad en energías como la solar (durante la noche o días con menos radiación). Mientras más pequeñas y más capacidad de almacenar mejor, ese es un desafío de hoy.
Pero más allá de si tendrás que pagar más o menos, lo importante es que sí es posible generar tu propia energía y utilizarla para abastecer a, por ejemplo, tu hogar. ¿Cómo saber cuántos paneles solares o generadores eólicos necesitas? Pues haciendo cálculos.
Lo principal es saber que el consumo promedio mensual de energía en Chile en un hogar es de 240 kWh. Teniendo ese dato, la cosa cambia dependiendo del tipo de energía que queremos tener en nuestra casa.
Saca tu calculadora. Si tu promedio mensual es de 240 kWh, tienes que multiplicarlo por 12 para calcular tu consumo anual. Eso sería 2.880 kWh, lo que tienes que dividir por 365 para sacar tu consumo diario, que sería de 7,9 kWh (pero lo dejaremos en 8 kWh). Eso significa que son 8 kilo watts, es decir 8.000 watts o vatios.
Ahora, al menos en Santiago, el día cuenta con alrededor de diez horas de luz, lo que significa que tendrás 10 horas de creación de energía solar.
En tanto, en el mercado puedes encontrar paneles solares de 150W a CLP$ 100 mil. Es decir, uno de esos produciría 1.500 watts en esas 10 horas de un día soleado, lo que significa que necesitarías unos seis paneles (CLP$ 600 mil) para llegar a los 8.000 watts. ¡Pero no tan rápido! Todavía falta sumar el inversor (el aparato que convierte la energía en electricidad) y que en algunas partes se puede encontrar desde los CLP$ 200 mil y la batería (CLP$ 300 mil aprox). Si quieres mantener tu carga de energía por un día (a falta de luz solar suficiente), necesitarás al menos una de 12Vx180A. Es muy importante considerar eso, sobre todo si se quiere asegurar la electricidad completamente (quizás quieras agregar un par más).
Si le sumas otros CLP$ 100 mil por la instalación, te da una suma mínima aproximada de CLP$ 1.2 millones. Sí, no es como que todos tengamos ese dinero a disposición, pero si lo piensas, se trata de una inversión que puedes recuperar a partir de unos cuatro años (si le descuentas el cobro de la cuenta de luz).
En el caso de la energía eólica, lo que se necesita es un mini generador eólico, baterías, un medidor y un inversor. Eso sí, acá el asunto es más complicado, porque el rendimiento del generador dependerá de las condiciones del viento, así que se podría decir que para el cálculo de producción de energía aquí es necesario ir viendo “caso a caso”. Si vives en Punta Arenas o en costas ventosas, tal vez te vaya bastante bien con esto, pero se hace más complejo para sectores con poco viento.
De todos modos, en el mercado se pueden encontrar generadores eólicos de 400W a CLP$ 360 mil, para que te vayas haciendo una idea. Así que si de verdad te interesa este tipo de suministro energético, hay varias empresas que se dedican a realizar estudios de viabilidad en hogares, además de la instalación y todo eso.
¿Sabías que también se puede calefaccionar tu hogar a partir de la energía geotérmica? Es decir, con el calor natural de la tierra. Al respecto, Carolina nos cuenta que “Chile tiene oportunidades reales para aprovechar su recurso geotérmico. Una primera solución sería que cada casa tuviera un sistema de bomba de calor, cavando un pozo e instalando cañerías e intercambiadores de calor, para aprovechar la energía de la Tierra, pero sería muy caro. Por eso, la calefacción distrital se piensa como un proyecto comunitario para edificios, condominios, barrios e incluso comunas”.
Es decir, es una medida que sería más viable siempre y cuando las comunidades se organicen para llevarla a cabo.
¿Podría Chile abastecerse solamente de energías renovables, como lo ha hecho Costa Rica por ejemplo? Esa fue la pregunta que le hicimos a Carolina Pizarro y, entre otras cosas, nos explicó que para mantener un suministro de energía constante en la actualidad, Chile necesita de centrales base: centrales de gran potencia, o sea, que permiten generar grandes cantidades de energía en poco tiempo y de forma continua.
Lamentablemente, estas plantas utilizan turbinas que combustionan petróleo o carbón, generando dióxido de carbono (CO2). “Nuestro ‘enemigo’ no es la central ni el combustible, sino el CO2, gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático. La buena noticia es que los ingenieros desarrollaron tecnologías como la CSC (Captura y Secuestro de Carbono) que rebaja las emisiones de este gas a la atmósfera”, agrega la directora de carrera de la Universidad San Sebastián.
Entonces, pareciera que en el corto plazo sería complicado tener un matriz 100% de energías renovables, pero así como vamos (desarrollando cada día más las ERNC) y viendo que otro países lo han logrado o apuestan a eso, ¿quién sabe dentro de unos años más?