Si hay algo que nos debería preocupar es la forma en que nos alimentamos y cómo esto tiene efectos en nuestra salud. Y no se trata de comer frutas y verduras todo el día, sino de tener una alimentación variada y saludable.

Algunos deciden seguir consejos y cambiar sus hábitos, y otros insisten a diario con la comida chatarra, pero al menos están informados. Sin embargo, hay personas que no han recibido las herramientas y conocimientos para tener hábitos alimenticios que los ayuden a llevar una vida más sana.

Buscando solucionar este problema, un grupo de ex alumnos de la Universidad de Chile decidió convertir su proyecto social de alimentación saludable, que comenzaron mientras eran alumnos de la Facultad de Economía y Negocios, en una fundación.

El 2015 nació Comer Mejor, con el propósito de generar hábitos alimenticios en los niños a través de talleres: “La fundación se enfoca en trabajar principalmente con niños, porque nos dimos cuenta, con todos los profesionales que trabajamos ahí, que efectivamente si es que vas a trabajar y hacer promoción de hábitos saludables, lo ideal sería enfocarse en niños pequeños”, cuenta a El Definido la presidenta de Comer Mejor, María José Pérez.

Los niños son como esponjas, absorben todo, es por esto que cuando se trata de alimentación, es la etapa ideal para enseñarles hábitos, porque a esa edad, entre los tres y cinco años, los niños tienen la capacidad de generar un cambio importante en su entorno, llegan a su casa y cuentan todo lo que aprendieron.

Sus principales referentes para sus actividades son el chef uruguayo Diego Ruete que creó Petit Gourmet para fomentar el consumo de vegetales, la chef Laura Rosano y la organización internacional Slow Food.

Los talleres

En enero de este año la fundación comenzó a trabajar en tres jardines infantiles vulnerables de la capital, dos en Santiago Centro y uno en Recoleta, en total, cinco cursos.

Cada 15 días los niños son visitados por un equipo de profesionales (una nutricionista y una cocinera), más un grupo de jóvenes voluntarios que les enseñan ámbitos de la alimentación. Juegan, conocen, cocinan, prueban, descubren sabores y aprenden.

Tienen todo un programa diseñado para que en cada sesión los niños puedan aprender y lograr los objetivos propuestos como: conocer nuevas frutas y verduras, relacionarlas con las estaciones, preparar recetas saludables, aprender sobre porciones y etiquetado nutricional, promover el consumo de agua y la creación de huertos orgánicos.

María José cuenta que como equipo decidieron que lo mejor era trabajar durante todo un año con cada niño. “Esto es ir, hacer una intervención con el mismo niño durante un año, de manera que adquiera capacidades y pueda después ser un agente transformador en su casa y en su entorno”, nos explica. Pese a que esta opción es más cara que realizar un taller en muchos más jardines, están convencidos de que es más efectivo. Hoy son 300 niños los que se están beneficiando con estos talleres.

“Uno de los principales objetivos específicos que nosotros tenemos con estos niños es mostrarles frutas y verduras nuevas, porque ellos conocen, por ejemplo, solo tres frutas y cuatro verduras, no conocen más“, asegura María José. El plátano, la naranja, la manzana, el tomate, choclo, zapallo y lechuga son los más conocidos, pero el 90% de los niños nunca había probado las frutillas y las uvas.

Durante todo este tiempo que llevan trabajando, en la fundación Comer Mejor, han identificado que hay tres cosas que son claves para acercar la alimentación saludable a los niños:

1. Conocer: “Los niños no comen muchas cosas porque no las conocen, la primera clave es que efectivamente las conozcan. Que tengan contacto experiencial con cada uno de los alimentos, ya sea desde una especia, como la canela que causó sensación porque picaba y nunca nadie la había probado o hasta una manzana o una frutilla”, explica María José.

2. Vincular: “Un niño comiendo acelga puede ser complejo, un niño que plantó su acelga y la cuidó se la va a comer feliz y la encuentra deliciosa”, dice María José. Por eso también trabajan con huertos orgánicos donde los niños pueden plantar su semilla, cuidarla e involucrarse en todo el proceso.

3. Lenguaje: enseñar en un lenguaje de niños, con actividades lúdicas y entretenidas que ellos entiendan y logren aprender.

La campaña para llegar a más niños

Actualmente, hay 21 jardines infantiles que están en la lista para sumarse a este proyecto el próximo año, así que para poder financiar los talleres, la fundación lanzó una campaña donde todos podamos ayudar para que más niños tengan la suerte de aprender con estos talleres ¿Cómo?

Comprando delantales de cocina (hay para niños y adultos) o coloridos imanes con recetas para el refrigerador ¡Puedes verlos en este link! Además, si tienes ganas de sumarte como voluntario, también eres bienvenido.

Para el próximo año, la idea es poder comprar un horno y así poder cocinar recetas calientes con los niños y además poder coordinar talleres con los apoderados.

“Hay maneras muy simples de poder cooperar con este propósito. Efectivamente esto es una inversión en el largo plazo. Si tú inviertes en la salud hoy y eres capaz de entregarles herramientas a los niños para que elijan qué comer y aprendan un poco más de cocina y los involucras más, esos niños probablemente van a ser unos niños más sanos”, asegura María José.

¿Qué te parece lo que están haciendo? ¿Conoces otra iniciativa parecida?