La masificación de internet a fines de los ‘90 fue como un balde de agua fría para la industria discográfica que, desde su surgimiento a principios del siglo XX y hasta ese entonces, solo había gozado de un largo e ininterrumpido crecimiento.

En el mercado chileno eran tres las grandes corporaciones que movían el grueso de la industria musical nacional: EMI, Warner Music y Sony Music. Instaladas en nuestro país desde el retorno a la democracia, estas grandes discográficas fueron responsables del salto a la fama de importantes bandas nacionales como Los Tres, La Ley y Chancho en Piedra, entre muchas otras.

El año 2006 marcó un importante quiebre para la industria musical nacional: las tres grandes multinacionales, amenazadas por este nuevo enemigo conocido como internet, optaron por cerrar sus oficinas en Chile y mudarse a otros países de la región.

No nos engañemos: el internet ha sido un aliado invaluable para compartir y descubrir nueva música. En toda la historia de la humanidad, no hay mejor período que el actual para quienes gustamos de descubrir constantemente nuevos estilos y artistas. Pero cuando nos encontramos ante un abanico casi infinito de artistas, hace falta una industria que explote talentos, invierta en ellos y haga la intermediación para hacerlas llegar a medios y escenarios mayores. La democratización de la música en internet nunca es total: siempre se ha necesitado de una industria que maneje los recursos económicos y técnicos necesarios para que las melodías que quieres escuchar lleguen a tus oídos.

Haciendo la analogía futbolística (me encanta que todo pueda explicarse con fútbol): para que Alexis pueda ganarse la vida jugando, necesita que haya clubes profesionales que contraten y entrenen a deportistas de alto rendimiento, auspiciadores que aporten con dinero e implementos, y federaciones que organicen todo el aparataje logístico, legal y económico que implica competir por la Champions League o la Copa del Mundo. ¿La gente seguiría jugando a la pelota aun si todo eso desapareciese? Obvio que sí, pero, ¿a ese nivel? No.

Con la música es lo mismo.

Por eso, cuando la industria musical de entonces sufrió el abandono de los tres grandes consorcios sobre los que recaía casi la totalidad de su actividad, el vacío fue grande. No había suficientes empresas locales o sellos independientes capaces de echarse al hombro todo el mercado, y claramente no había incentivos para hacerlo, si la gente ya no estaba comprando discos.

Pero diez años después, ahora con las plataformas de streaming (Spotify, YouTube, iTunes, etc.) dentro de la ecuación, y gracias a la suma de varios esfuerzos combinados, entre sellos independientes, organismos estatales, plataformas digitales, productores y artistas, la música chilena vuelve a gozar hoy de excelente salud.

IMI Chile y sus estadísticas

Ya anteriormente te habíamos contado de ellos. La asociación IMI Chile (Asociación Gremial Industria Musical Independiente de Chile) es una institución conformada por 41 empresas, entre las que se encuentran sellos discográficos, promotores, agencias de comunicaciones, tiendas online y plataformas de distribución digital, que juntas representan a más de 600 artistas nacionales. Su objetivo es promover el desarrollo, crecimiento y exportación de la música chilena tanto dentro como fuera de nuestro país.

Hace unos días se publicó el estudio La Industria musical independiente en Chile: cifras y datos para una caracterización, realizado en conjunto con el Observatorio de Políticas Culturales del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Se buscó además sistematizar y homologar información de fuentes secundarias, de modo que pueda servir para respaldar y describir con cifras más exactas el acontecer de nuestro medio.

Raimundo Aguirre, secretario de IMI Chile, nos dice: “este primer esfuerzo fue agarrar toda la información disponible y sistematizarla en función de los intereses y necesidades del sector independiente. Antes, cuando nos sentábamos con una institución a producir festivales o a gestionar fondos, no teníamos información dura con la que respaldar nuestras posturas, en cambio ahora podemos preparar una agenda y tratar de representar al sector con cifras reales”.

Así, el estudio reveló que entre 2005 y 2013 el número de empresas del sector creció en un 536%, y que entre 2012 y 2015 el número de sellos discográficos aumentó un 96%. Pero no solo eso: entre 2011 y 2015 la cantidad de conciertos pagados aumentó un 43% (de los cuales un 73% fue de artistas nacionales), y el porcentaje de música chilena en las radios pasó de un 16% en el 2013 a un 23% el 2016 (esto le debe bastante a la Ley 20%).

Este importante crecimiento de la industria nacional ha permitido que hoy el mercado de la música esté aportando al país con un 0,2% del PIB nacional.

En cuanto a exportación de la música nacional, son 55 los países a los que han viajado artistas chilenos para presentarse durante el período comprendido entre 2010 y 2016, siendo los más visitados (y a su vez, los que más música chilena consumen) México, Estados Unidos, Alemania, España y Argentina.

Aguirre es optimista al momento de interpretar todas estas cifras: “en el estudio sale que el 45% de los ingresos de la industria musical vienen del streaming, pero esta semana la ISPI publicó que la cifra alcanzó el 51%, lo cual es genial, porque por primera vez el streaming ha logrado superar a los formatos físicos. El streaming es la raja, porque de momento es lo que estaría pudiendo reemplazar al disco como formato. A diferencia de las descargas, no es pirateable y, en la medida de que las personas consuman música a través del streaming, aunque sea con planes gratuitos, están aportando con regalías para los productores y los músicos. Ahí hay una esperanza, y eso marca el fin de esta década de crisis, marcada por el cierre de las oficinas majors en Chile. Y este progresivo crecimiento y establecimiento de una industria independiente que ya está, como muestran los números, creciendo y dando esperanzas. En Chile la inversión privada es bajísima, y ya con estos números y este nuevo escenario se ve todo más optimista.”

Muchos critican que la música chilena está llena de grandes talentos, pero a la hora de la verdad son solo unos pocos (los mismos de siempre) los que triunfan y aparecen en todos los festivales habidos y por haber. Consultado al respecto, Raimundo comentó:

“Lograr escalar toma tiempo, y eso genera el prejuicio, yo creo. Quemasucabeza, que es el sello que tiene a Gepe, a We Are The Grand, que tuvo a Anita (Tijoux) en su momento, es uno de los sellos independientes más antiguos de Chile, entonces no es tan sorprendente que tenga un mejor posicionamiento de sus artistas. Pero creo que artistas apernados hay cada vez menos: todo el tiempo están saliendo artistas nuevos que están ganando espacio en festivales y posicionándose en Spotify, y eso tiene mucho que ver con el surgimiento y consolidación de los sellos independientes, que vienen a romper con esa tendencia de mostrar a los mismos de siempre. Un sello que logra posicionar a un artista, usa esos recursos para posicionar a otro, y así están constantemente sacando nuevo material.”

Todavía queda mucho paño que cortar en el desarrollo de la música chilena. Hay que descentralizar, promover y seguir llevando a nuestros artistas a sonar en el extranjero. Pero por lo pronto, IMI Chile tiene una ocupada agenda con acciones que van en pro de este objetivo que alguna vez fue solo un sueño, pero que hoy comienza a dar sus primeras señales de éxito.

Si deseas leer el informe completo del estudio, entra aquí.