incendios, recuperación, prevención, psicología
Imagen: César Mejías

Levantándonos de las cenizas: cómo recuperarse después de un incendio (y unos consejos de prevención)

Los incendios de este último tiempo en Chile han dejado a muchas víctimas y damnificados, ¿cómo salir adelante? Tomando como referencia la voz de expertos estadounidenses, hemos creado una breve guía de prevención y de recuperación psicológica tras la catástrofe.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2017-02-08 | 12:20
Tags | incendios, recuperación, prevención, psicología
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No existe una fórmula para recuperarse de un gran trauma, menos aún cuando éste está acompañado de pérdida de vidas humanas y materiales; un incendio puede llevarse gran parte de lo que componía tu vida hasta ese entonces. Estados Unidos es un país que destaca por su educación en medidas preventivas y por su atención psicológica a las víctimas de catástrofes, algo que quizás nos falta un tanto en este rincón del mundo.

Frente a los graves incendios que atacaron a nuestro país durante el último tiempo, dejando al menos unos 7.400 damnificados, en El Definido buscamos respuestas en manuales de prevención y recuperación estadounidenses, que dan claras instrucciones que pueden ser implementadas a nivel doméstico. Lo central es poder superar el mal momento que acaba de pasar y sentirnos preparados ante la posibilidad de un nuevo sinestro.

Apaga los noticiarios por un momento y concéntrate en salir adelante, tú eres el principal agente de tu propia recuperación.

Síntomas y recuperación: volviendo a la rutina

Después de sufrir un grave incendio, las consecuencias pueden ser dolorosas: pérdida de bienes, quizás de la casa, del lugar de trabajo o, inclusive, de un ser querido. Lo ideal es que, poco a poco, se pueda volver a la rutina, para retomar hábitos que harán sentirse mucho mejor. Veamos qué dicen los expertos para cada grupo etario.

Niños: algunos de los principales síntomas que los niños presentan luego de vivir una de estas experiencias son el aumento de la ansiedad por estar con sus padres, aumento de la ansiedad respecto al fuego, irritación y rabietas, están más retraídos, dolores de cabeza y estómago, malas notas, tristeza o depresión, pesadillas, miedo a la oscuridad y volver a hacerse pipí (si son pequeños). ¿Qué hacer al respecto?

Los padres deben explicarles que están trabajando para salir de esa situación, por ejemplo arreglando la casa dañada, para no continuar viviendo en un albergue. Lo ideal es no separarse de los niños, que se mantengan junto a los padres y no dejarlos en casas de familiares o amigos, lo que podría aumentar sus niveles de ansiedad. Hay que fijarse que coman a las horas debidas, que vuelvan a ir al colegio lo antes posible y hacerlos sentir seguros, incluso físicamente, preocuparse de abrazarlos y contenerlos.

Además, hablar con ellos, permitirles que se expresen y cuenten cómo vivieron el incendio, qué sintieron o cómo se sienten actualmente. Si el niño presenta demasiado miedo a la oscuridad o a estar sólo, se le puede permitir por un tiempo dormir con alguna luz encendida, con sus padres o con algún hermano. Y si baja las notas o el interés por el colegio, no importa, hay que ser comprensivo y entender que se trata sólo de una etapa.

Adultos mayores: los adultos mayores son quienes más tardan en recuperarse tras un incendio, por lo que es recomendable tener mucha paciencia con ellos. Pueden presentar confusión, desorientación, miedo a ser internado en una casa de reposo, aislamiento, apatía, ira y sensación de duelo.

Resulta clave para este grupo contar con una red de apoyo, ya sea familiar, de amigos o de alguna organización. Quienes lo rodeen, deben hablarle de la experiencia sufrida, para que él o ella pueda expresar su dolor y sus miedos con libertad. Nuevamente, lo ideal es retomar hábitos y volver a la rutina de vida lo antes posible.

Animales o mascotas: es posible que un animal que vivió un incendio peligroso quede con algún grado de trauma, presente miedo y actúe de manera más agresiva, mordiendo o arañando a las personas o los muebles o haciéndose pipí y caca en el suelo (aunque nunca antes lo haya hecho). Hay que demostrarles afecto más que nunca, hacerlos sentir seguros y, ojalá, mantenerlos junto a los dueños o con alguien cercano. Si la casa está dañada, el animal no debe quedar ahí solo, eso podría aumentar su estrés. Como en todos los casos anteriores, procurar que vuelvan a la rutina lo antes posible: darle sus comidas a la hora adecuada y dejarlo jugar. Cuando la familia vuelva a la casa reparada o se cambie a una vivienda nueva, el animal también puede volver.

Y para los adultos en general, a continuación mostramos varios consejos para salir adelante.

Consejos generales: apaga las noticias y enfócate en salir adelante

En algo que coinciden la mayoría de los expertos, es en el necesidad de desconectarse de las noticias respecto a la catástrofe. Dejar de ver los noticieros y no leer el diario por un tiempo, pues la información detallada puede aumentar el trauma ya sufrido. Un poco de desconexión vendrá bien y disminuirá en algo el miedo y la angustia.

Si se sufre de angustia o insomnio, hay que considerarlo algo normal, lo que se vivió fue difícil y raro sería no verse afectado. Esos no son síntomas de estar enfermo, sino de estar vivo y reaccionar ante una situación que removió drásticamente la vida. Hay que tener claro que se trata de una situación transitoria y que hay que pasar por un tiempo de adaptación antes de volver a sentirse bien. Si un mes después de lo sucedido se continúa con estos síntomas, el consejo es acudir a un psicólogo.

Si eres un voluntario que fue en ayuda de los damnificados, tu actitud debe ser sumamente abierta y receptiva. No acudas a los lugares solo, asóciate a alguna organización que tenga un plan y sepa qué es lo que se necesita. Una vez que hayas llegado, conoce cuáles son las necesidades antes de actuar. El Jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital del Trabajador, Rodrigo Gillibrand, señala: “El que escucha debe estar conectado, prestando apoyo y contención y dando el espacio que la persona necesite; es decir, estar cerca para que sepa que se está disponible, pero no tanto como para invadirlo”. Y eso vale si eres también amigo o familiar de alguna víctima de los incendios.

Hay que recordar que cada uno es su propio agente de cambio, que si uno se siente angustiado, está en sus propias manos salir adelante. Confiar en las propias capacidades y las herramientas para superar este mal momento, cada uno tiene la fuerza para hacerlo.

Prevención y acción: nadie está libre de sufrir un incendio

Muchas veces creemos que, porque nunca nos ha tocado, estamos libres de que ocurra. Pero basta que suceda para que estemos lamentando nuestra falta de preparación. Entonces, la mejor alternativa es tener un plan familiar de acción, concreto. Estas recomendaciones son básicas, pero es lo esencial que debes saber para enfrentar un incendio dentro de tu casa y que puede hacer una gran diferencia a la hora de superar una emergencia de este tipo.

Ten un plan de simulacro de incendio familiar: créalo en tu cabeza, dibújalo, y luego explícaselo a tu familia, especialmente a los niños. Lo ideal, es que este plan sea practicado, a lo menos, dos veces al año (una en que todos estén despiertos y otra mientras duermen, para pillarlos desprevenidos). Tras cada ensayo, realiza ajustes en el plan: por dónde salir, quién se encarga del perro, quién se encarga de la abuela, etc. Los más vulnerables durante un incendio son los niños, los adultos mayores y las mascotas, ocúpate de ellos.

Un lugar de reunión: lo ideal es que, al salir, la familia tenga previsto un punto de encuentro, cerca de un árbol, en la casa del vecino o en la vereda de enfrente, para que nadie quede rezagado o pueda perderse.

Actúa rápido:no lo dudes, si ves fuego y te fue imposible apagarlo, sal de la casa, porque tu vida y la de tu familia está en peligro. Lo ideal es que puedas evacuar en menos de un minuto, pues el fuego es rápido y violento, y puede arrasar con una habitación en el lapso de ese tiempo.

Los incendios no son como los pintan en la TV: no te creas los cuentos de Hollywood, los incendios son terribles y es muy difícil pelear contra ellos si estás solo: generan oscuridad (verás muy poco), el aire se pondrá muy caliente a un nivel irrespirable, habrá humo y gases tóxicos. Entonces, si la puerta está cerrada y la manilla muy caliente (lo que indica que al otro lado hay fuego), tírate al piso y pon lo más pronto posible una toalla, cortina, polera, paño o lo que tengas a mano en la abertura inferior, así evitarás que entre más humo. Luego, prende la luz, dirígete a la ventana y sal, ya sea rompiéndola o abriéndola. Si estás en un piso alto, no saltes, grita y pide ayuda lo más fuerte que puedas.

¿Te ha tocado vivir una situación traumática? ¿Qué estrategias usaste para salir adelante?

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