Sí, otra vez, nos lo dicen a la cara: en Chile se trabajan demasiadas horas. Salimos quintos en el ranking de la afamada OCDE (de 38 países) y leemos la noticia instalados en nuestro puesto de trabajo confirmando que estamos alimentando esos números.
En algún momento se instauró como señal de un "buen" trabajo, quizás es algo cultural o realmente nos gusta gastarnos el día completo en trabajar. La razón no importa por ahora, sino que lo relevante es centrarnos en las soluciones. Porque por mucho que adoremos nuestro trabajo y nos llene el alma, no es sano dedicarle siempre el día (y hasta la noche) completo. ¡La vida tiene muchos otros ámbitos!
Además, en la mayoría de los trabajos, el exceso de horas exigidas al día (oficial o socialmente), está afectando la productividad, porque estamos tan cansados que trabajamos peor o incluso distendemos nuestro trabajo por todo el tiempo que tenemos. A fin de cuentas, trabajar más no es necesariamente trabajar mejor y comparándonos con los países de ese mismo ranking, se evidencia que Chile no se lució para nada con el aumento de productividad.
Decimos que trabajamos por metas, pero aún no está arraigado en el mundo laboral, por eso debemos atrevernos a demostrar que eso es posible. Hemos hablado de propuestas y casos de éxito en el mundo que serían útiles para detener las manillas del reloj que avanzan como locas mientras estamos frente al computador. Se pueden lograr cambios y acá les mostramos cómo.
Es una tendencia creciente en el mundo y en Chile también se está aplicando. Trabajar en base a las metas, a objetivos y no al horario, está permitiendo que cada vez más trabajadores puedan trabajar con mayor flexibilidad en dos sentidos: espacio y horario. Menos de instalarse en la oficina de 9 a 7 pm y más de trabajar a veces desde la casa, algún café y poder distribuir el horario de manera diferente, en base a las programaciones de cada semana.
Obviamente hay que ser responsable, pero es una medida que nos debemos atrever a tomar, para sorprendernos de los bien que podría funcionar. Más horas de trabajo, no es mejor trabajo y estas empresas ya lo han comprobado.
Y no lo olvides. Si estás en proceso de buscar un nuevo trabajo y el rubro te lo permite, no olvides que el sueldo no es lo único que puedes negociar, sino también tu horario laboral.
Facebook, los diarios, el whatsapp y muchos otros atractivos dulces de la rutina pueden afectar nuestra productividad de manera considerable. ¿Han notado que la concentración funciona casi de manera exponencial? Interrumpirla es un atentado si queremos "cundir" en el trabajo.
Si trabajáramos de manera más focalizada y concentrada durante el día, podríamos cumplir antes nuestras metas y salir antes del trabajo sin ningún tipo de remordimiento. ¿No confías?
Entonces tienes que probar la técnica Pomodoro, una simple manera que puede llegar a reducir tus horas de trabajo hasta la mitad. Si tus jefes son lo suficientemente visionarios o tú se lo demuestras al aplicarla al menos durante la mañana, de seguro te permitirá salir antes de tu trabajo.
Si no te lanzas con esta técnica, deberías probar otras recomendaciones para mejorar tu productividad y felicidad laboral, como dejar de cometer varios errores (llegar tarde, hacer multitasking, postergar vacaciones, y estos otros), tomarte una caminata de 20 minutos en la mitad del día e incluso una brevísima siesta que podría cambiar tu manera de trabajar.
Suecia lo está logrando y demuestra un caso de éxito. En Gotemburgo el horario laboral de varias compañías se redujo a solamente 6 horas diarias: ellos comienzan a las 7am, así que a las 13 hrs., cual Kindergarten, ya están listos. La medida tuvo tal éxito que hasta la municipalidad de la ciudad ha pensado implementarlo.
Mayor intensidad en el trabajo, menos rotación de personal, la misma producción que otras compañías y sobre todo, mucha satisfacción, buen ánimo y energía: son algunos de los resultados observables tras esta determinación. Al final, condensar horas sin perder eficiencia, es el mandamiento.
Un estudio publicado en el American Journal of Epidemiology, descubrió que quienes trabajan 55 horas a la semana, tienen peor rendimiento en pruebas mentales que quienes trabajan 40 horas a la semana. Aunque 40 horas sigue siendo demasiado alto, queda claro que el exceso de horas agota nuestro cerebro.
Ante esto, otra solución, si es que no es posible acortar cada día, es que la semana laboral tenga un día menos. Algunos empresarios, como Larry Page de Google por ejemplo, han declarado que una semana de cuatro días podría incrementar la productividad. Además, podría incluso aumentar la moral y el bienestar. Es que imagínense: fin de semana largo TODAS LAS SEMANAS.
Jason Fried, CEO de la empresa de software Basecamp, aseguró que sus empleados trabajan cuatro días, 32 horas a la semana por medio año: "Cuando tienes una semana laboral comprimida, tiendes a enfocarte en lo que es importante. Restringir el tiempo aumenta el tiempo de calidad", concluye desde su propia experiencia.
Cierto. No todos los trabajos pueden aplicar estos cambios, pero mientras creamos que es imposible a priori y no conozcamos la eficacia que ha tenido en otros lugares del mundo o empresas diferentes a las nuestras, seguiremos trabajando más horas y de peor manera.
Es necesario generar una cultura donde se reconozca que el buen trabajo no depende del tiempo que estemos dedicados a éste, ni menos de nuestro cansancio al final del día. Además, una menor carga horaria nos hará más felices, sin duda, y sabemos que cuando somos felices en el trabajo, somos más productivos. Un círculo virtuoso. ¿Somos capaces de tener claro eso y trasmitírselo a quienes nos rodean?
Atrevámonos a proponer y a comprobar con nuestro propio rendimiento que el buen trabajo no depende de una larga jornada y que salir una hora o dos antes de la oficina no tiene nada de malo si hemos cumplido bien nuestras tareas.