Fue Cristina (a la derecha en la foto) la que un día hizo la solicitud de adopción en la página web del Servicio Nacional de Menores (Sename), después de llevar años convencida de ser mamá junto a Catalina, su pareja. Rellenó los datos, poniendo los nombres, Rut, profesiones, etc.; sin notar si quiera que el formulario decía: datos de la madre a un lado, y datos del padre al otro. De esto se dio cuenta una vez enviado, asegura.
Fueron ambas las que un par de días después recibieron la respuesta que decía: Estimadas... Y fue esa la palabra que las llenó de esperanza desde el primer minuto, porque estaban entrando al proceso de adopción con completa transparencia, sin hacerse pasar una por madre soltera, como suelen hacerlo las parejas homosexuales que quieren adoptar, porque el sistema actual no lo permite.
Hoy, por ley, la prioridad para la adopción la tienen los familiares directos de los niños, luego los matrimonios chilenos, después los matrimonios extranjeros y finalmente las personas solteras. Las parejas homosexuales no figuran como una opción, y todo esto es lo que se quiere cambiar con la nueva Ley de Adopción que se está tramitando actualmente en la Cámara de Diputados y que busca: igualdad de condiciones para todos quienes quieran y sean idóneos (física y moralmente capacitados) para ser padres, eliminado así el orden de prioridad, centrándose exclusivamente en buscar a los mejores padres para esos niños, independiente de su estado civil u orientación sexual. ¿Pero cómo lograron entonces Catalina y Cristina entrar en el proceso y finalizarlo con éxito?
Catalina y Cristina son pareja, situación que nunca escondieron, pero no han contraído aún el Acuerdo de Unión Civil, el cual las dejaría inmediatamente fuera del sistema. Luego de pasar por un largo proceso de exámenes, entrevistas sicológicas y visitas de asistentes sociales (como todos los demás); Cristina y Catalina fueron declaradas idóneas para adoptar según el Sename: hecho inédito en Chile que podría cambiar la situación para todas las parejas homosexuales del país que quieran ser padres.
Hoy, ellas quieren hacerlo público, para apoyar la aprobación de la nueva ley y para incentivar a otros padres o madres solteros u homosexuales a no rendirse a la paternidad.
Hace ya 15 meses, en un "embarazo de elefanta", como nos cuenta Cristina con humor, esperan la llegada de Paloma, su soñada hija, que por un lado puede estar corriendo por los pasillos de alguna casa del Sename o puede incluso no haber nacido aún, no lo saben. La esperan esperanzadas pero muy tranquilas, porque "Palomita llegará cuando tenga que llegar", como señala Catalina sonriente.
Cristina Poblete (35) y Catalina Franco (37) se conocieron un día de invierno en un consultorio, donde Catalina trabajaba como kinesióloga y Cristina estaba haciendo su práctica como psicóloga. Una amiga en común del trabajo las invitó a tomarse un trago después de la oficina y finalmente llegaron tres personas, incluidas ellas dos.
"Empezamos a conversar con la Cristi y no nos paró la lengua. La tercera persona siempre sobró", cuenta riéndose Catalina, y Cristina agrega " teníamos un montón de cosas en común. Nuestros papás venían de la sexta región y así de a poco en la conversa descubrimos que vivíamos a tres cuadras de distancia. Y sin ir más allá, nos gustamos al tiro".
Hasta ese entonces, ambas se declaraban heterosexuales, y comenzaron primero una intensa amistad, pero pronto se convirtió en una relación amorosa hasta el día de hoy, 12 años después. Sus familias las apoyaron desde un comienzo.
"Somos tremendamente amigas. Viajamos harto (dos veces al año), somos muy de salir a comer, de ir al teatro, de juntarnos con nuestros amigos. De visitar a nuestras familias, a nuestras abuelas. Somos bien familiares y tenemos una relación muy rica. Discutimos bien poco y siempre en un tono conciliador, y eso se evidencia por ejemplo en que jamás nos hemos ido a dormir enojadas", señala Cristina.
Ambas cuentan que la idea de ser mamás la han tenido desde siempre, pero que cuando cumplieron 10 años juntas, decidieron formalizar este deseo a través de la solicitud de adopción en el Sename. No quisieron ser madres a través de inseminación artificial, porque consideran que no tiene sentido traer más niños al mundo si ya existen y esos niños están en el Sename esperando ser amados.
Señalan que el querer ser mamás no se dio por una carencia o por una necesidad de querer tener un tercer integrante en la familia, sino todo lo contrario. "Nos dimos cuenta que teníamos una vida tan linda, tan feliz, que quisimos compartirla con una niña que no tuviera esto", comenta Catalina. Y, ¿por qué a través del Sename? Porque ambas han trabajado siempre en el servicio público, conocen bien el sistema y consideran que ahí están los niños más vulnerados.
Les llegó al día siguiente la carta que confirmaba el inicio de su proceso y desde ese día, las cosas se han ido dado de manera positiva. Recibieron un tremendo apoyo por parte del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) y también de la ex directora del Sename, Marcela Labraña quien, tras conocerlas, todo el tiempo se mostró completamente a favor de que ellas participaran en el proceso en igualdad de condiciones, teniendo siempre en prioridad el bienestar de los niños; y comenzaron así su "largo embarazo".
Participaron de talleres grupales, dieron todas las entrevistas psicológicas internas y de evaluadores externos, recibieron en su casa a la asistente social, luego ella entrevistó a los papás de ambas; y así, hace 15 meses, les contaron que habían sido declaradas idóneas para adoptar (la mayoría de las parejas quedan como idóneas con reparo o rechazadas). Se agarraron de la mano, sonrieron y dieron las gracias, porque no lograron articular otras palabras, nos cuentan.
¿Qué las hizo idóneas? Los detalles de los resultados no son públicos, ni tampoco ellas son informadas de los factores de la decisión, pero creen que influyó mucho el hecho de iniciar el proceso desde la transparencia, contando su realidad como pareja homosexual queriendo juntas adoptar a una hija; también su relación ya bien consolidada y la tremenda red de apoyo familiar con la que cuentan ambas consideran que fue fundamental. Creen que influyó también el hecho de querer ser madres no para satisfacer sus propias necesidades ni para ser más felices como pareja, sino para brindarle a esa niña una familia que la ame y una vida feliz y protegida.
Andrea Figueroa, amiga íntima de las dos, cuenta que "ellas entregan mucho amor, no sólo a esa niñita que va a llegar, sino a todo su entorno. Son muy apegadas a sus abuelas, están pendientes de ellas, con sus papás, hermanos y amigos también. Yo me separé y ellas pasaron a ser mi familia. Las dos son personas con una tremenda calidad humana, fuera de lo normal, son muy especiales y tremendamente queridas".
Lo único que saben Cristina y Catalina sobre su futura hija es que será una niñita de máximo 5 años de edad que no esté postrada, esto, porque ellas escogieron las características. En el proceso uno puede escoger género, edad, etnia, y averiguar también la forma en que fue concebida, si tiene o no patologías, cómo fue el embarazo, la razón por la que llegó al Sename, etc. Pero, ¿cuándo la recibirán? ¿A quién? ¿De dónde? ¿Si tiene alguna enfermedad? No tienen idea, y esa sorpresa hace que el proceso sea más lindo aún, según ellas.
¿Por qué mujer? Porque siempre han pensado en Paloma."La Paloma ya está en nuestras vidas, siempre ha estado. Cuando una amiga supo hace siete años que iba a ser mamá de una niña, nosotras nos pusimos felices y le dijimos: la Palomita va a tener con quien jugar", dice Cristina.
Nos cuentan que imaginan su maternidad enseñándose entre las tres, viviendo y respetando los tiempos de su hija. Llevándola al campo a ver a sus abuelos, embarrándose, ensuciándose y creciendo en libertad, viajando por el mundo con ella y sumándola a todos los ámbitos de sus vidas, rodeada de personas que la quieren, de muchos referentes masculinos también que la han querido y esperado desde mucho antes de que existiera.
Cada año que pasa, las parejas o futuros padres o madres idóneos deben revalidar su idoneidad. Cristina y Catalina ya han sido declaradas idóneas dos veces, y han querido hacer pública su historia hoy, 15 meses después, porque quieren fomentar el apoyo a la nueva ley de adopción. Quieren que todas las parejas o personas solteras que deseen adoptar, lo hagan en igualdad de condiciones, y que no por el hecho de ser futuros padres homoparentales o solteros deban quedar siempre en lista de espera.
Quieren contraer el Acuerdo de Unión Civil, que como explicamos, las dejaría inmediatamente fuera del proceso de adopción, ya que el formulario no lo contempla, porque actualmente en Chile no es legal. Quieren ambas poder ser tutoras legales de su futura hija y cambiar la ley de filiación. Ahora sólo figura Cristina, porque por lo mismo, el sistema no permite que sean ambas. Quieren que, si no es su Paloma, "existan miles de otras Palomas o Palomos" que tengan la posibilidad de llegar a una familia que las ame.
Andrea, su amiga, señala que "lo único que puedo decir es que si esa niñita llega va a ser muy feliz, porque va a pertenecer a una familia con mucho amor por todos lados. Cualquier niño del mundo se quisiera unas mamás como ellas".
¿Están ansiosas? Ambas responden que no, que siempre supieron que el proceso iba a ser muy largo, y si bien ya tienen escogida a la madrina de su hija, le tienen ya los libros de las Antiprincesas, un cuaderno de vida que le regalaron sus amigos hecho por ellos mismos, una pieza lista para ser decorada; Catalina y Cristina creen firmemente que Paloma llegará cuando tenga que llegar (puede ser mañana, en dos meses o en años, por eso que una vez al año deben renovar su idoneidad), y si la vida no se los permite, al menos habrán abierto el camino para que otros padres y madres tengan las mismas igualdades de condiciones para adoptar.