Nuestro Chile es sin duda uno de los países más lindos del planeta. No lo decimos sólo nosotros por ser chilenos, sino revistas especializadas de turismo y extranjeros en general, ubican a nuestro país como uno de los destinos privilegiados para recorrer de punta a cabo. Y esto debido a su variedad de paisajes y geografía tan particular: en una sola franja delgada encuentras cordillera nevada, desierto, bosques, islas, ciudades, hielo, playas, campos y selvas. Y a toda esta variedad, hay que agregarle nuestro cielo, el más nítido del mundo para mirar las estrellas.
Así que razones para estar orgullosos de nuestra naturaleza tenemos, pero también -querámoslo o no- esta misma geografía variada, única y hermosa, es la que provoca tantos desastres naturales. Nuestro país está acostumbrado a sufrir temblores, terremotos, maremotos, inundaciones, temporales e incendios, porque es parte de nuestra naturaleza geográfica y eso es algo que está instalado en nuestro colectivo social y cultural.
Es por esto también que Chile es considerado ejemplo mundial en reconstrucción y en enfrentar todo tipo de catástrofes. ¿Por qué? Porque estamos tan acostumbrados a que la naturaleza nos traicione, que nuestra reacción es inmediata y sabemos pararnos rápidamente para buscar soluciones colectivas y/o desplegar todo tipo de ayuda a las zonas más afectadas... aunque en eso de prevenir, seguimos quedando en deuda.
Los primeros en reaccionar siempre son los voluntarios. Una ayuda generosa, desinteresada, pero también desorganizada. ¿Cómo ayudar? ¿Dónde ir? ¿Qué llevar? ¿Qué necesidades son las más urgentes? Estas son las preguntas que surgen en todos quienes quieren dar una mano y que, cuando no se responden a tiempo, terminan por perder un recurso valioso en un momento crítico. Es que no bastan sólo las buenas intenciones y el estar disponibles; es necesario que exista una organización que permita actuar rápido y de manera eficiente, para evitar así entorpecer zonas afectadas por exceso de colectas de productos que ya no son necesarios o tumultos de voluntarios en una sola zona, cuando hay otros sectores que necesitan ayuda urgente.
De esta problemática, y tras el incendio de Valparaíso que azotó a la ciudad porteña en abril del 2014, es que nace Faltan Manos, organización que busca crear un puente entre las necesidades y las voluntades luego de una emergencia. ¿Cómo? A través de una aplicación de mapeo georreferencial en tiempo real que promete ser un éxito.
Como dijimos, Faltan Manos nace tras el incendio de abril del 2014 en Valparaíso, a través de la iniciativa “Voluntarios x Valpo” en la que se inscribieron vía web más de 17.000 voluntarios, de los cuales llegaron a terreno más de 8.000, los que fueron acreditados, equipados con implementos de seguridad, alimentos, transporte a los lugares de trabajo, entre otros, todo coordinado directamente con las autoridades encargadas.
Fue tal el éxito de esta iniciativa, que el equipo encargado decidió mantenerla y ampliarla para que se utilizase ante cualquier emergencia. “Democratizar el impacto social generado por el altruismo” se convirtió en el lema de Faltan Manos, la organización creada por tres jóvenes de distintas universidades, Federico Jensen, Nicolás Aranda y Cristián Estrada; todos con amplia experiencia en voluntariado en emergencias, quienes lograron diseñar una aplicación que consiste en un conjunto de herramientas de mapeo colectivo en tiempo real, en donde convergen damnificados y actores interesados en entregar ayuda humana.
Mediante la app, se puede georreferenciar información para indicar cuánta ayuda falta y de qué tipo, ayudando a distribuir mejor los esfuerzos y evitar la descoordinación y el colapso de voluntarios en las zonas donde se requieren.
¿Cómo funciona? Es bastante simple. Funciona en tiempo real y en base a un sistema de descuento. Es decir, se requiere una cantidad determinada de voluntarios, la que a medida que se van inscribiendo, descuenta automáticamente los cupos disponibles hasta llegar a 0, evitando así el exceso de voluntarios en un lugar y el posterior colapso de este.
Conectar voluntades con necesidades, en dos click, es lo que busca la aplicación a través de dos funciones: Indicar y Convocar; las que permiten que voluntarios, organizaciones locales, organizaciones especialistas e instituciones gubernamentales puedan levantar necesidades en un punto determinado o instaurar un espacio físico para que en dicho lugar se levante una necesidad.
Con la función de “Indicar” se puede georreferenciar información importante para que todos puedan verla de forma online. Y con la función de “Convocar”, se puede indicar un punto con necesidad para convocar voluntarios que ayuden a resolverla.
En este video se explica bien el funcionamiento de la aplicación.
Aparte de mejorar la comunicación entre las organizaciones dentro y fuera de las zonas afectadas, Faltan Manos permite a organizaciones, voluntarios y gobierno, evaluar y comprender la respuesta, el comportamiento y el alcance de la ayuda recibida durante la emergencia, gracias a los datos recolectados por la aplicación.
Además, la aplicación se podrá utilizar en función offline, la que permite continuar recibiendo y actualizando la información en caso de que las comunicaciones fallen post catástrofe, para luego sincronizarlas inmediatamente cuando vuelva la señal y no perder ni olvidar lo que se quería comunicar.
Por otra parte, la aplicación sirve para TODO tipo de emergencias, ya sean públicas o privadas, porque cuenta con un sistema de multicapa que permite a las organizaciones indicar si la necesidad de ayuda es sólo interna (donaciones de sangre, por ejemplo o emergencias más pequeñas) o si es pública.
Actualmente Faltan Manos se encuentra en proceso de prueba con distintas organizaciones y entidades, como Municipalidades, Onemi y algunas fundaciones; pero tras recibir el primer lugar del concurso AULAB del gobierno, el equipo ya está desarrollando una aplicación móvil para facilitar su uso masivo, por lo que, como nos señalan los del equipo, de aquí a seis meses todos podremos contar con la aplicación en nuestros celulares.