La sorprendente realidad de los pescadores artesanales es que la mayoría no sabe nadar y prefieren no usar salvavidas, porque les incomoda para trabajar, interfiriendo con su actividad pesquera. Por esta razón, la joven diseñadora Amalia Cubillos - amante de la navegación igual que su padre, el fallecido Felipe Cubillos -, decidió buscar una solución para evitar tragedias y así proteger la vida de los pescadores artesanales de nuestro país, y junto a sus socios Pía Cubillos y Diego Larraín crearon el traje Kataix.
Amalia, que trabajaba junto al equipo de Desafío Levantemos Chile buscando soluciones para los afectados del terremoto de 2010; comenzó de manera paralela a trabajar en su proyecto de título para recibirse como diseñadora de Ambientes y Objetos en la Universidad del Desarrollo, diseñando un original traje flotador con todas las comodidades para trabajar dentro de una embarcación, pero con la gracia de que se infla de inmediato en caso de que la persona caiga al agua.
Aprovechó su experiencia y conocimientos en navegación y estudió los riesgos que deben enfrentar a diario todas las personas que trabajan en algo relacionado a las embarcaciones; Amalia comenzó a diseñar el traje Kataix, incorporando todas las mejoras requeridas por los pescadores, quienes trabajaron codo a codo con ella en el proceso de diseño y fabricación.
“Fueron ellos los encargados de mostrar las mejoras al probarlos con pesca industrial en Iquique, pesca artesanal en Talcahuano y empresas salmoneras en Puerto Montt. Los requerimientos y usos son diferentes. Nadie mejor que ellos sabe a lo que se enfrentan. Por eso yo digo que son nuestros embajadores”, cuenta Cubillos en una entrevista a Innovación.cl.
El nombre de este traje a Kataix, es un homenaje a Felipe Cubillos y José Muñoz, los primeros sudamericanos en dar la vuelta al mundo en una embarcación. Ellos utilizaron este nombre que proviene de los Kawéscar, pueblo originario del extremo sur de Chile, que fueron eximios navegantes.
A diferencia del chaleco salvavidas tradicional, este nuevo traje permite todo tipo de movilidad, con materiales impermeables y de alta visibilidad a lo lejos. Y lo más importante, cuenta con un sistema de flotabilidad automático integrado (Sea Airbag System) que pasa inadvertido y sólo se activa bajo presión, cuando la persona cae al agua, no con la lluvia ni con el sólo hecho de mojarse.
Además, el traje cuenta con la capacidad de hacer girar a una persona que cayó al agua y dejarla boca arriba, para que pueda respirar y, al caer, se prende una luz estroboscópica que permite ser visto de noche y a largas distancias, además de incorporar un silbato de alarma.
El traje cumple con todos los requisitos para que la Armada los certifique y la tecnología ya está probada. Y en cuanto a la fase comercial, la joven emprendedora y sus socios Pía Cubillos y Diego Larraín, están trabajando en financiar los trajes a través del Fondo de Fomento a la Pesca Artesanal, con el fin de que cada municipio compre los trajes y el pescador pague solo el 10% del precio, que es de $40.000.
Su primera venta ha sido comprometida para el archipiélago de Juan Fernández.