¿Te lo perdiste? Regularmente republicamos contenidos vigentes que pueden resultarte interesantes.
Todos quienes han tenido alguna vez un gato, sabrán que su personalidad felina muchas veces puede jugarte en contra. Incluso los amantes y defensores de los perros (los llamados mejores amigos del hombre) usan a menudo las cualidades más "humanas" de los gatos, para hacer su defensa.
Es que los gatos, por muy adorables y suaves que sean, son pasivos-agresivos, emocionalmente inestables, demasiado independientes y también caprichosos. Es muy probable que un perro siempre vaya a saludar a su amo cuando éste llegue a su casa, independiente de cómo lo trate. En cambio al gato, si se le antoja, es capaz de no darte ni una mirada. Como dicen por ahí "los perros tienen dueños, los gatos tienen sirvientes".
Tampoco son buenos con los cambios, si de cierta forma alteramos el orden de nuestro hogar, el gato lo intuirá y te hará saber su disconformidad de alguna manera: miradas asesinas, ley del hielo, desaparición express y otras formas de desprecio absoluto (una historia real). Son seres complejos los gatos.
Pero resulta que hay una razón evolutiva para esta tensa (pero necesaria) relación con nuestros gatitos. Es que los gatos, a diferencia de los perros, son sólo semi domesticados, asegura el profesor de genética de la Universidad de Washington y co-autor del primer mapeo completo del genoma del gato, Wes Warren.
En el estudio se descubrió que la diferencia en al ADN entre los gatos domesticados y los gatos salvajes tiene que ver con patrones de piel, gracia y docilidad. Pero en lo que más se diferencia, es en los genes que influyen en su comportamiento, por ejemplo en la búsqueda de recompensa y la respuesta al miedo.
La divergencia, explican los especialista, podría haber comenzado hace 9.000 años atrás, luego que los humanos cambiaran hacia la agricultura. Atraídos por los rebosantes roedores que llegaban junto con las plantaciones de grano, los gatos salvajes comenzaron a interactuar con los humanos. Y como los gatos mantenían los ratones a raya, los investigadores plantean la hipótesis de que los humanos probablemente los alentaron a quedarse, ofreciéndoles restos de comida como recompensa. Estos agricultores, entonces, podrían haber sido los responsables de que los gatos finalmente se quedaran con los humanos para el resto de la historia.
"La selección para la docilidad, como un resultado de acostumbrarse a los humanos por las recompensas de comida", aseguran los investigadores, "fue probablemente la mayor fuerza que alteró el genoma de los primeros gatos domesticados".
En otras palabras, los gatos que se quedaron, fueron los que tenían esos genes que los alentaron a tener interacción con los humanos, y esos serían los genes prevalentes en la mayoría de la población gatuna actual. En resumen: nos quieren sólo por nuestra comida.
Pero ojo. A diferencia de los perros, los genes de los gatos no han evolucionado para hacerlos dependientes de los humanos para conseguir comida. Este gen no ha cambiado en más de nueve mil años. Los gatos aún tienen el rango de audición más amplio entre los carnívoros, lo que les permite detectar cada movimiento de su presa. También retuvieron su capacidad de visión nocturna y la habilidad de digerir comidas altas en proteínas, dietas altas en grasa. Todo esto los hace independientes en cuanto a la alimentación.
En conclusión, esto demuestra sólo una pequeña influencia de domesticación en los genes de los gatos. Al menos comparado con los perros, aseguraron los investigadores.
Según estos reportes, sería porque las poblaciones de gatos domésticos siguen cruzándose con manadas de gatos salvajes. Además, porque la tendencia por crear extrañas razas de gatos (como ha pasado con los perros) sólo comenzó hacia 200 años o menos.
Toda esta combinación genética puede explicar la personalidad única de los gatos con esa mezcla de dependencia (por los cariños y un regazo calentito, más que nada) e independencia y cambios de humor. Y aunque no sean los "mejores amigos del hombre" los gatos son, para muchos, una de las mejores (y más limpias) mascotas. No por nada los egipcios (y hoy los japoneses) se desvelaban de esa manera por ellos.