* Nicanor Parra (1914 - 2018). Este artículo fue escrito el año 2014.
Nicanor Parra lleva respirando cien años. Los cumple mirando el mar desde su casa de Las Cruces donde asegura que todos los días son domingo. Se lo conoce como el antipoeta, como el hermano de la Violeta, como el hombre de los mil premios o el hombre sin Nobel.
Aunque no se haya leído a Parra, siempre se sabe algo del chileno centenario: Que fue el tipo que montó un crucifijo sin Cristo bajo un letrero que decía "Voy & vuelvo", que como profesor de matemáticas explicó magistralmente que si hay dos personas y uno come dos panes y el otro ninguno, el consumo promedio es de un pan, o que si hay un corazón con brazos y piernas, diciendo que hagas lo que hagas te arrepentirás, fueron sus manos las que lo trazaron.
Sin embargo, en medio de tanto antihomenaje en el antianviersario del antipoeta, quisimos presentárselo a quienes, por mucho que lo hayan oído nombrar en reiteradas ocasiones, realmente no lo conocen. Se da por hecho que entendemos su relevancia y hemos seguido su carrera, pero puede que a varios ni siquiera se lo hayan presentado y que ya sientan que como ha pasado tanto tiempo ―100 años para ser exactos—, el tiempo de preguntar quién es, ya pasó.
Cerca de Chillán, en San Fabián de Alico, nació Nicanor Parra (1914). Sería el primero de los nueve hijos que tendrían el profesor y músico, Nicanor, y la tejedora y modista, Rosa Clara. Entre canciones folclóricas y conversaciones de adultos, fue creciendo este niño de liceo que no tuvo mucho en lo material, pero sí en lo artístico.
El más estudioso de los hermanos Parra, ganó la beca Liga de Estudiantes Pobres para terminar su último año de secundaria en el Internado Nacional Barros Arana, en Santiago. Luego vinieron las ciencias físicas y las matemáticas en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, del que se graduó en 1938. Durante esos años conoció a la vanguardia, a Neruda y a Huidobro. Su amor por las palabras comenzaba a hacerle gallito al por los números, quedando en evidencia con el lanzamiento su primer libro de versos "Cancionero sin nombre" (1937). Ese mismo año vuelve a su Chillán, a enseñarle a los niños que ahora ocupaban las sillas de su liceo lo que había aprendido. Al año siguiente, llegó a sus manos el primer reconocimiento en su carrera de galardones: El Premio Municipal de Santiago por su contribución a la física y las matemáticas.
En 1943 viaja a Estados Unidos para estudiar mecánica avanzada en la Universidad de Brown, gracias a una beca, y tiempo después viaja a Inglaterra para estudiar cosmología, gracias a otra beca. En 1951 llega a Chile de la mano de la sueca Inga Palmén, lleno de conocimiento, inspiración y aceptando la invitación a ser profesor de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile.
"Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte".
(Autorretrato,1954)
El padre y madre de la antipoesía. Así le dicen a Nicanor. Pero ¿quién nos dice qué es la antipoesía? Si bien hay personajes anteriores a Parra a quienes se la asocia, fue éste quien autodefinió sus versos como antipoéticos, entendiéndolo como un movimiento que busca quitarle el carácter serio y solemne a la prosa antes conocida. El poeta dice que hay que ofender a la poesía para que no muera, humillarla, y lo hace a través de un lenguaje coloquial, directo, con frases hechas, irónicas, quitándole los cánones de belleza y por ende impactando al lector.
Parra comenzó a escribir el libro que le dio su popularidad 16 años antes de publicarlo en 1954. Dio con el nombre de "Poemas y Antipoemas" en 1950, cuando estaba en una librería de Inglaterra y leyó "A-poémes", que le hizo sentido al origen de sus poemas: Era antipoéticos.
"Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
Echando sangre por boca y narices".
(La Montaña Rusa, 1962)
Después de escribir y publicar libros como "La Cueca Larga" (1958), "Antipoemas" (1960), "Obra gruesa" (1969) ―el cual lo hizo acreedor del Premio Nacional de Literatura—, entre otras obras, da vida a algo desconocido hasta entonces: los artefactos. Eran poemas breves, que podían tener un solo verso, casi epigramas, una aproximación al graffiti. Era la esencia de un antipoema, la frase que remece a quien la lee/contempla. Era quitar los escombros literarios y resaltar "el verso-tesoro" sin más. Se dice que sacó su lado físico reduciendo al átomo la poesía, es el método cuántico plasmado en un papel blanco. Son frases acompañadas muchas veces de dibujos o elementos.
Si le preguntan a él, el artefacto es un terremoto grado 13, una agresión, un juego. Nacen en su sala de clases del Barros Arana, donde los deportistas eran los que lideraban las conversaciones y no los literatos. Se vio así obligado a sobrevivir entre sus 54 compañeros con un arma que le resultó bastante efectiva ―y tiempo después bastante rentable—, los chistes. De hecho, su primera idea de artefacto fue plantar un árbol en la cancha de tenis del instituto, en la que quería ponerle un ascensor para poder "subir a ver los pájaros" , pero comenzó y terminó solo como una idea.
Se podrían mencionar más de 20 galardones recibidos por Parra. Destacan entre ellos el Premio Nacional de Literatura (1969), Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe "Juan Rulfo" (1991), Premio "Reina Sofía" de Poesía Iberoamericana Patrimonio Nacional de España y Universidad de Salamanca (2001). A sus 97 años se convirtió en el tercer chileno galardonado con el Premio Cervantes (2011), el máximo reconocimiento literario de la lengua castellana. No pudo asistir al encuentro con la realeza y los príncipes de Asturias, pero mandó su recado:
"¿ESPERABA ESTE PREMIO?
No
Los premios son
Como las Dulcineas del Toboso
Mientras + pensamos en ellas
+ lejanas
+ sordas
+ enigmáticas
Los premios son para los espíritus libres
Y para los amigos del jurado
Chanfle
No contaban con mi astucia".
(Discurso Premio Cervantes, 2012)
Al poco tiempo, recibió una llamada para escuchar que se había ganado el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Entre las tantas veces que dio las gracias, aseguró: "Esta no es la primera vez que me dan un premio que no merezco. ¡He de esperar que no sea la última!... Me querellaré contra quienes resulten responsables".
Se pensaría que Parra hace años que se dedica a recibir reconocimientos. Es más, tendría mucho sentido que así fuera, pero como el hombre centenario sigue trabajando. No por los premios, ni por plata, si no por puro amor al lenguaje.
Y de las cuatro nominaciones al Nobel que le ha tocado anti-atribuirse, ya se ha escrito mucho más de lo que se sabe. Después de vivir un siglo, puede que Parra tenga otras preocupaciones...
"Escriban como quieran.
Ha pasado demasiada sangre bajo los puentes
Para seguir creyendo —creo yo—
que sólo se puede seguir un camino:
En poesía se permite todo".
(Cartas del poeta que duerme en una silla, 1969)