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La revista musical australiana FasterLouder publicó ayer un artículo escrito por el entusiasta de la música Antrew Muffet, quien vino a Chile a presenciar la versión nacional de Lollapalooza, del que se llevó una grata impresión, aunque el choque cultural le provocó más de una sorpresa. A continuación, algunas de sus impresiones.
Los primeros minutos de Muffet en el Parque O'Higgins fueron de tensión. Según narra, una oleada humana inundó las puertas y presionó para abrirlas, al punto que estuvieron a punto de ceder, ante la mirada impotente de los guardias del evento.
Fue ahí cuando hizo acto de presencia la policía, que Muffet interpretó como personal militar producto de su atuendo verde y carros lanza agua, a lo que llamó "law enforcement chilean style" (aplicación de la ley al estilo chileno).
"Todo el asunto me recordó instantáneamente la infame noche de 1995 en que una turba de fans de Pearl Jam derribaron las rejas del Sidney Myer Music Bowl. Sin embargo, a diferencia de esa noche en Melbourn, la respuesta policial en Santiago fue tan eficiente como intimidante" -relata.
A continuación la masa de fans sin entradas se dispersó y la policía tomó el mando del control de tickets. Finalmente estaba dentro.
A lo largo de su artículo, Muffet hace su reseña de algunas de las bandas que pudo ver en el festival:
Alabó la potencia de Franz Ferdinand en vivo y su capacidad para complacer al público con 75 minutos de grandes éxitos y canciones nuevas, del album que esperan sacar en las próximas semanas.
The Hives, sin embargo, no le dejaron una buena impresión, aunque se trasluce que la banda sueca le resulta de por sí indigesta, por su autoproclamación como "la mejor banda de rock del mundo". Al respecto declara que su único verdadero hit es "Hate To Say I Told You So" y que su show requiere de pantomimas y gags para compensar lo poco efectivo de su música.
Por otro lado, Muffet se refiere a Queens of the Stone Age y Foals como dos bandas que hicieron un trabajo eficiente, con shows potentes y sobrios, clasificando a los primeros como "una fuerza de la naturaleza" y destacando que incluso presentaron algunas canciones nuevas.
En cuanto al show electrónico, destaca que "la edad promedio en el Movistar Arena parecía ser 18 años, y había un nivel de energía y excitación única en el área. Cuando Major Lazer hizo lo suyo la noche del sábado, era algo digno de ver".
Respecto al resto de la música electrónica sólo se detiene en Deadmou5 y el contraste que produjo entre el público sub-21, que lo recibió calurosamente, y el de los mayores, que esperaban, silenciosos y desafiantes al fondo del parque, el espectáculo rockero de los Black Keys, que venía a continuación.
Para cerrar sus críticas musicales, señaló que los Black Keys, si bien entregaron un show competente, incluso bastante bueno, no cumplieron con el alucinante espectáculo que los fans hubiesen esperado de una banda que los visita por primera vez, ni fueron la exultante conclusión que un excelente fin de semana musical hubiese merecido.
El mayor shock cultural para el australiano fue no haber encontrado ni un solo puesto que vendiera alcohol, situación que, en su opinión, jamás podría ocurrir en Australia.
En todo caso, rescata que la falta de alcohol evitó la beligerancia de la audiencia y permitió un público más familiar, destacando lo "adorable" de la sección destinada a los pequeños, Kidzapalooza.
Mientras algunos críticos locales sentenciaron que Lollapalooza sigue al debe en la calidad del audio, el australiano parece completamente conforme:
"Lolla Chile fue casi perfecto. Los escenarios estaban localizados para asegurar el mínimo de cruce de sonido y los principales, localizados en extremos opuestos del parque, no se interfirieron en ningún momento. Por todo el sitio, había parlantes distribuyendo eficientemente el sonido. Todo funcionó destacablemente bien" -escribe
El de arriba es el titular literal que el australiano usa en su artículo. Y a continuación viene la apreciación más inesperada de toda su columna, particularmente viniendo de alguien del primer mundo:
"El festival era tan pintoresco como cualquier festival urbano de música. El parque, cubierto mayoritariamente de exuberante pasto, estaba rodeado por un mix espectacular de zonas montañosas y rascacielos. Y cuando se ponía polvoriento, había muchos lugares para escapar. Y no es por ser superficial, pero de los 70.000 en asistencia cada día, nunca hemos presenciado un porcentaje tan alto de gente bien parecida. O Chile se jacta de tener los hipsters más bellos del mundo, o son, visualmente hablando, una raza superior. De cualquier forma, fue un impresionante e imborrable recuerdo del fin de semana"
¿Qué tal? ...quizás estaba parado cerca de la gente de El Defindo. Eh je je.