Las comunas de Santiago y Providencia se reúnen en torno a la Plaza Baquedano. Ambas con sus monumentos patrimoniales y verdes parques se miran de frente en el punto de convergencia que marca lo que es el principio de una y el fin de la otra. Sin embargo, la mitad poniente del eje Providencia-Alameda aparece con todos sus muros rayados, mientras que su mitad oriente no.
¿Qué hacen diferente?
Cuando cae la noche y todos los gatos son negros, no existe diferencia entre Santiago y Providencia para quienes rayan sus muros: Los rayados a la Casa Colorada son los mismos que se pueden ver en La Chascona. La diferencia entre una y otra sólo se manifiesta a eso de las cinco de la mañana, cuando las escuadras de limpieza entran (o no) en acción.
Hasta hace poco, en Santiago se solicitaban recursos para limpiar los muros sólo cuando ocurrían hechos particulares. No había una práctica de limpieza diaria de las fachadas y se contaba con un equipo de cuatro personas que podía tardar de cuatro a cinco días en limpiar un rayado incluso en la misma sede municipal.
En cambio, en Providencia, desde el inicio de la alcaldía del ex edil Cristián Labbé, se implementó lo que muchos denominaron como el "efecto metro". Cuando ensuciaban los espacios públicos por la noche, antes de que los vecinos despertaran ya se había limpiado. Igual a como lo hacían cuando destruían los vagones de metro en un comienzo, para así dar la impresión de que "aquí no ha pasado nada".
La empresa Selimp trabaja para Providencia, de lunes a lunes, con tres personas, dos máquinas y un inspector municipal, recorriendo una ruta determinada y puntos específicos denunciados por los vecinos. Una superficie de 3.000 metros cuadrados de grafiti al mes son limpiados con hidrolavado, pintura o arenado. Para que se haga una idea, si se tratara de un solo muro de dos metros de alto, tendría el largo de cinco torres del Costanera Center recostadas una tras otra.
Cuando amanece, los muros de Providencia están limpios y los de Santiago no. Cuando amanece, los vecinos de Providencia están conformes y los de Santiago no. Conscientes de ello, la nueva alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, está tomando una serie de medidas para emparejar las cosas.
"Los rayados dan la sensación de un lugar inseguro, más que los grafitis que pueden ser vistos como una obra artística. Por eso queremos trabajar con la subsecretaría de seguridad ciudadana y quizá con la fiscalía, para tomar medidas concretas, como que haya una sanción más fuerte para quienes hacen los rayados", cuenta Raúl Ponce, director de Aseo de la Municipalidad de Santiago.
Aunque a principios de 1800 se castigaba con azotes a los que osaban intervenir en el blanqueamiento de las construcciones, actualmente sólo se puede multar a las personas que rayan los espacios públicos si se las sorprende infraganti y la sanción es de una UTM ($40.000 aproximadamente). Quienes circulan por las comunas limpiando no tienen las facultades para pedirles identificación ni menos para detener a los autores del rayado, por lo que las multas que se sacan por este delito son prácticamente nulas.
"Hay un legalismo en nuestro país que le da la ventaja a quienes quieren delinquir. No es un asunto político sino cultural. Finalmente es la sanción la que hace cumplir la ley", dice Jaime Márquez, asesor urbanista de Providencia.
Sin embargo, los cambios legales tardan y en ocasiones no tienen impacto. Por eso, a la hora de enfrentar los rayados, lo primero es actuar.
Cuánto cuesta ser bella
En Providencia, el monto desde hace casi 20 años supera largamente al que destina Santiago. Aunque varía según si hay más o menos denuncias de parte de los vecinos para limpiar ciertas zonas, en general los recursos varían entre $3.500.000 y $4.200.000 mensuales.
Por otro lado, en Santiago, hasta hace poco el presupuesto que se utilizaba para limpiar los espacios públicos era relativo. Según cuenta Raúl Ponce, sólo se solicitaban recursos cuando ocurrían hechos particulares, no había un monto fijo. La alcaldesa Carolina Tohá definió entre sus primeras medidas destinar $2.000.000 mensuales al aseo de las fachadas de Santiago.
"Con estos fondos también se retira propaganda no autorizada y afiches. Es muy difícil dar con los autores de estás prácticas porque generalmente aparece sólo el concierto y no la empresa que hay detrás", dice Eduardo Arancibia, director de Medioambiente y Aseo de la Municipalidad de Providencia, sobre una de las tantas amarras legales que impiden enfrentar con mayor fuerza el problema.
Según explica, la cantidad de nuevos rayados no ha disminuido desde que se implementó el "efecto metro". Durante las noches quienes quieren afear las paredes de Providencia y Santiago lo siguen haciendo, por lo que toda la diferencia está en lo que se hace cuando hasta los gatos negros se van a dormir.
Les dejamos esta charla TED que cuenta cómo, con sólo unos botes de pintura, un alcalde no sólo recuperó toda una ciudad para sus habitantes, sino que recupero algo mucho más importante: La esperanza.