Hace años que la Iglesia está en el radar de los medios y la sociedad. Lamentablemente cuando se ven titulares sobre la institución, inmediatamente se piensa que se reveló otro caso de abuso o encubrimiento. Y aunque se han demorado en actuar, la Iglesia finalmente está comenzando a hablar más abiertamente del tema, a reunirse, a analizar medidas y ponerlas en práctica para que ojalá esta crisis se calme.
En El Definido conversamos con el sacerdote jesuita y director de la revista Mensaje, Tony Mifsud, quien cree que la institución demoró en tomar decisiones, pero que ya se están definiendo medidas. Un hito que se podría ver como una oportunidad de cambio y apertura del clero.
“Con vergüenza y arrepentimiento, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, reconoció el Papa Francisco al organizar la primera cumbre sobre el abuso sexual clerical.
La histórica reunión, a la que asistieron los presidentes de las conferencias episcopales, duró cuatro días durante el pasado mes de febrero. Y como explicaron en The Washington Post, esto ya es una de las mayores pruebas de que la institución está tratando con la crisis que estalló públicamente en 2002 con los descubrimientos del diario The Boston Globe.
“La reunión de febrero fue muy valiosa porque fueron representantes de todo el mundo. Hablaron las víctimas, que eso fue clave para mí, esos testimonios son impactantes”, dijo Mifsud, quien considera lamentable todo lo que se demoraron en tomar acción, pero cree que sí se ha ido aprendiendo.
Como se detalló en la revista Mensaje, la cumbre se estructuró en tres temas principales: responsabilidad, rendición de cuentas y transparencia.
“Cada uno de ellos fue analizado desde la perspectiva del bien de las víctimas y no de la misma Iglesia. Antes de tomar decisiones o promulgar nuevas normas, el Papa estaba convencido de que era importante poner al centro de la reflexión a la persona abusada, único modo de abordar correctamente el problema y superar con éxito la actual crisis”, reflexionó también sobre la reunión el teólogo y doctor en Derecho, Marcelo Gidi.
“Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”, dijo el Pontífice en el discurso final del evento que reunió a 190 obispos y líderes católicos. Uno que significó para muchos el reconocimiento institucional de un problema que atraviesa toda la Iglesia. ¿Y ahora qué?
Buscar las causas y consecuencias de un problema es siempre difícil, aún mayor en una organización con más de 1,2 mil millones de adherentes en el mundo. Especialmente cuando se trata con temas que por años han sido tabúes. Pero hace tiempo que los secretos, encubrimientos y abusos escondidos comenzaron a salir a la luz, y con ellos la obligación de escucharlos, hablarlos, sensibilizarse, tomar medidas y buscar maneras de prevenirlos.
El padre Mifsud considera que el tema de la pedofilia y los abusos se empezaron a hablar alrededor de los años 70, y ahí fue cuando el mundo entendió el problema como una psicopatía. No solo un delito, sino que una enfermedad. En ese sentido, explicó que faltó mayor diálogo con la sociedad: “La iglesia no fue suficientemente abierta para darse cuenta de que acá estamos lidiando con psicópatas”.
"Tenemos que reconocer esta crisis en toda su profundidad: para darnos cuenta de que el daño no lo hacen los forasteros, sino que los primeros enemigos están dentro de nosotros, entre nosotros los obispos y sacerdotes y las personas consagradas", dijo el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá en la cumbre de febrero. "Tenemos que reconocer que el enemigo está dentro", agregó.
Y el problema se ha hecho cada día más evidente en la población chilena. Ya que solo en diez años el porcentaje de católicos pasó del 69% al 55% y la confianza en la institución también bajó, del 51% al 13% en los últimos 20 años.
Sin embargo, para el sacerdote jesuita la reunión de febrero fue un hito, y recalcó que el mismo Papa es un hito también, recordando que en octubre pasado, el Pontífice expulsó del sacerdocio a dos obispos chilenos por abuso sexual a menores. Esto nunca se había visto en Chile, explicó paralelamente Gidi a La Tercera.
Además, algo que se ha destacado en importantes medios internacionales, fue la remoción del ex arzobispo y cardenal estadounidense, Theodore McCarrick. Una autoridad considerada “una de las figuras más destacadas de la iglesia”. Lo que significó una fuerte señal del Vaticano de que “los abusos sexuales ya no serán barridos debajo de la alfombra”, destacaron en The Guardian.
“Este Papa además ha incluido sanciones a los obispos que hacen encubrimiento. Porque en el fondo aquí tenemos dos problemas, no uno. “El primer problema es el abuso en sí, que obviamente eso no tiene ninguna aceptación. Pero también hay un segundo problema que es el encubrimiento”, enfatizó Tony Mifsud.
A finales de marzo, el Vaticano publicó tres documentos en los que se endurecieron las leyes para prevenir y combatir casos de abuso; nuevas normativas para eliminar este tipo de comportamientos. Entre ellas se destaca la obligación de denunciar si se conoce algún caso y la prescripción de los delitos a 20 años, a partir de que la víctima cumpla mayoría de edad, aunque podría no haber prescripción en algunos casos.
Los documentos también incluyen "atención pastoral adecuada a las víctimas y sus familias, apoyo espiritual, médico, psicológico y legal adecuado y el derecho a un juicio justo e imparcial", especificó el Papa.
Al mismo tiempo, la persona condenada por abuso a menores será removida de su cargo, explicaron en Cooperativa. Y otro cambio importante es que todos los delitos relacionados con el abuso de menores, no solo abusos sexuales, sino que cualquier tipo de maltrato, serán "punibles por ley" si es que hay constancia.
También se creará un servicio de acompañamiento para las víctimas de abuso, el cual será coordinado por un experto para que puedan pedir ayuda, recibir asistencia médica y psicológica.
Pero definitivamente ya no hay (por lo menos en el papel) espacio para ningún tipo de encubrimiento: “Es importante estar con los ojos abiertos, si veo algo encarar a la persona. En eso tenemos que ser mucho más activos”, reconoció Mifsud.
Recientemente hubo un gran cambio que remeció el piso de la Iglesia en Chile. Celestino Aós, el nuevo administrador apostólico de Santiago, ha tenido un primer mes bastante ajetreado, pues le tocó enfrentar el fallo de la Corte de Apelaciones que decidió a favor de las tres víctimas de Karadima, por lo que el Arzobispado de Santiago deberá pagar 300 millones de pesos como indemnización.
Mifsud explicó que con esto ya se ve un gran cambio de actitud por parte del nuevo cardenal: “Yo creo que uno ve un cambio de actitud en don Celestino. Él va a pagar los 300 millones de pesos, dejando claro que eso él no lo hace porque hubo encubrimiento sino porque realmente nos equivocamos en darnos cuenta, en dar acogida”.
Además, el año pasado se creó el Departamento de Prevención de Abusos de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal de Chile. Y la función del nuevo estamento es ejecutar las orientaciones y criterios de la Iglesia para prevenir estos casos y acompañar a las víctimas, además de ser un canal de denuncia.
“Yo realmente creo que es una oportunidad”, explicó el padre Mifsud. “No se puede seguir así, hay que sanar la institución”.
El sacerdote jesuita cree que debe haber cambios en la mentalidad, no solo en los aspectos legales.
“Lo que importa es el cambio en la mentalidad, porque a veces en la Iglesia nos han criticado, y con razón de que vivimos en otro mundo. Y no se trata de eso, tampoco de acomodarnos, pero sí ser cercano, tratar de comprender y dar soluciones reales”, reflexionó.
Los manuales, protocolos, endurecimiento de leyes desde el Vaticano y reuniones definitivamente indican avances y por fin un mayor movimiento para finalizar con la cascada de casos que se ha visto en los últimos años. Sin embargo, el padre Mifsud considera que hay algo muy importante que cada sacerdote debe preocuparse: de su propia espiritualidad y sentido de sacerdocio.
Y los mismos jesuitas han aprendido bastantes lecciones, señaló. Antes, si había acusaciones, se analizaban desde la propia orden, pero ahora creen profundamente que es necesario investigar desde instituciones externas.
“Son necesarias instancias profesionales con gente de reconocida competencia en diversas ciencias y saberes para llevar adelante una política contra los abusos de poder, de conciencia y sexual [...] Cada uno de esos aspectos tiene tal complejidad que es imprescindible un asesoramiento informado institucionalmente asegurado”, aclaró.
¿Y por qué se hace tan necesario esto?, le preguntamos.
“Yo puedo compartir mi experiencia, son casos muy complejos, son personas muy enfermas. Hay una disociación impresionante porque la persona te niega todo, entonces se necesita profesionales, psiquiatras, psicólogos, abogados, etc.”, explicó el sacerdote.
Aunque se podría afirmar que cada día más católicos dejan la institución, no toda la confianza se ha perdido y quizás estas transformaciones pongan paños fríos a los problemas que ha enfrentado la Iglesia. No para voltear el rostro y pretender que nada ha pasado, sino al contrario, para por fin demostrar que los responsables se hacen cargo del problema.