evolución, abuelas, homo sapiens, selección natural, antropología, crianza
Imagen: César Mejías

No sólo quequitos, las abuelas serían las responsables de nuestra evolución como especie

Todos sabemos que literalmente no existiríamos si no fuera gracias a nuestras abuelas, pero su presencia en nuestras vidas es un misterio evolutivo. Una teoría antropológica plantea que les debemos agradecer también la evolución de nuestra especie.

Por Alejandra Concha Sahli | 2018-05-02 | 11:56
Tags | evolución, abuelas, homo sapiens, selección natural, antropología, crianza
Relacionadas

Pocos disputarán que las abuelas simplemente la llevan. Los que hemos tenido la suerte de tenerlas presentes, sabemos que hay pocos aliados como ellas. Y como si además necesitáramos pruebas para rendirles homenaje, la ciencia y la antropología nos vienen a confirmar que las abuelas son lo mejor -no solo por los regaloneos, los acarreos al dentista y por hacernos engordar entre postres, quequitos y dulces- sino porque según una teoría antropológica, habrían sido fundamentales para la evolución humana.

Tal cual, según la llamada “hipótesis de la abuela”, planteada por primera vez a fines de los 90 por un equipo de antropólogos estadounidense liderados por Kristen Hawkes, la existencia de las abuelas habría sido uno de los factores que explicaría la superioridad del Homo sapiens en la carrera evolutiva.

Para entender por qué, hay que saber primero que las abuelas son, en sí mismas, un misterio evolutivo. Ningún otro primate –y prácticamente ningún otro animal, aparte de las orcas y las ballenas piloto– presenta el extraño fenómeno de hembras que viven por muchos años después de haber pasado su edad fértil. Esta longevidad ha sido considerada un misterio evolutivo, porque el objetivo de la vida es lograr la mayor cantidad de descendencia posible, para traspasar nuestros genes de una generación a otra. Así, los miembros de una especie que ya no son fértiles, dejan de ser una contribución y pasan más bien a ser una carga.

Entonces, ¿por qué las mujeres viven tanto tiempo después de la menopausia, si no pueden seguir contribuyendo genéticamente a las generaciones futuras?

Abuelas evolucionadas

Esta es la pregunta del millón que la “hipótesis de la abuela” trata de responder. Lo que la teoría plantea, es que esta longevidad sería una adaptación que habría permitido a las mujeres mayores, enfocar su energía de la manera más eficiente en la tarea de propagar sus genes. ¿Cómo? Los famosos chimpancés de Jane Goodall entregan un excelente ejemplo para entender esto:

Flo, una de las hembras estudiadas por Goodall, tuvo una nueva cría, Flint, a una edad avanzada. Flint no estaba todavía completamente destetado cuando Flo tuvo una nueva cría, Flame. Lamentablemente Flame murió al poco tiempo, y Flo le siguió, probablemente por el desgaste físico de este último embarazo. Así, Flint quedó huérfano y murió al mes después de haber perdido a su madre. Flo, que ya había tenido antes tres hijos sanos, ciertamente no fue un error evolutivo. Pero habría sido más exitosa si su cuerpo hubiera dicho “no” después de Flint y antes de Flame.

Así, la menopausia sería una forma de adaptación para que los seres humanos no comentamos el mismo “error”, porque evitaría que las mujeres más viejas tengan embarazos riesgosos que podrían significar no solo su propia muerte, sino también la de sus hijos pequeños, y aseguraría que tengan suficiente tiempo y energía para cerciorarse de que sus hijos sobrevivan y crezcan exitosamente, para eventualmente volver a traspasar sus genes a la siguiente generación.

La contribución social de las abuelas al clan

Pero la cosa no termina ahí. Esta adaptación habría tenido una serie de efectos colaterales que habrían inclinado la balanza a favor de nuestra especie. Con tiempo “libre” (no dedicado a la crianza) y todavía suficiente energía, las abuelas no se habrían dedicado solo a tejer y a hacer queques, sino que habrían seguido contribuyendo directamente de dos formas importantísimas:

Primero, habrían seguido ayudando en la recolección de comida –recordemos que estamos hablando de nuestros antepasados recolectores-cazadores– ayudando a la supervivencia, y probablemente contribuyendo a la longevidad general del grupo.

Y, en segundo lugar, habrían ayudado a sus propias hijas en la crianza, permitiéndoles tener más hijos más seguidos -al hacerse cargo de los niños recién destetados- y ayudando a alargar la niñez. Y esto es fundamental, ya que hoy se sabe que una niñez larga determina la inteligencia superior de los seres humanos en relación a otros animales, pues permite cerebros más desarrollados. En resumen, los seres humanos somos la especie con la niñez más prolongada del reino animal (quizás demasiado larga en alguno que otro caso).

Para las abuelas mismas, esto sigue siendo más eficiente que arriesgarse a tener más hijos. Como ellas comparten un cuarto de sus genes con sus nietos, pueden aumentar su contribución ayudando a mantenerlos vivos y permitiendo que ellos mismos sigan traspasando sus genes. Y ya que estos nietos serán también más longevos, su descendencia tiene más posibilidades de vivir más y seguir traspasando sus genes. Es decir, ganan por todos lados.

La abuela te ayuda con tu media naranja

¡Y hay más todavía! La misma Hawkes propone que las abuelas habrían sido también esenciales en el desarrollo de los vínculos de pareja humanos. La teoría dominante plantea que estos vínculos habrían sido el resultado del cuidado y la alimentación que los cazadores machos proveían a las hembras a cambio de la paternidad de sus crías. En contraste, desde la “hipótesis de la abuela” se postula que, con el aumento de la longevidad humana por efecto de la contribución de las hembras mayores, la proporción entre hombres y mujeres fértiles habría cambiado: más hombres capaces de procrear compitiendo por menos mujeres en edad fértil (recordemos que las mujeres tienen su menopausia a una edad en que los hombres aún pueden procrear).

Como resultado, los machos habrían comenzado a cuidar a sus parejas para asegurar su descendencia y mantener a posibles competidores fuera, y desde este comportamiento es que habríamos llegado a establecernos con nuestra media naranja.

Los que niegan la teoría

Hay, obviamente, quienes refutan esta “hipótesis de la abuela”. En primer lugar, se ha discutido acerca de si efectivamente nuestras abuelas primitivas habrían sobrevivido tanto tiempo después de su menopausia si, en teoría, las expectativas de vida eran bastante más cortas antes de la llegada de la medicina moderna. Pero la mayoría de los científicos ya no cree que esto sea tan absoluto.

Es cierto que, con una gran mortandad infantil, el promedio de expectativa de sobrevida era bajo, pero ya quienes llegaban a los 15 años tenían un 60% de probabilidades de llegar a los 45 años, y si lo hacían era bastante probable que llegaran a viejos. Incluso algunos estudiosos creen hoy que el Homo sapiens estuvo diseñado para durar cerca de 72 años.

También se cuestiona si efectivamente las hijas vivían en cercanía de sus madres luego de emparejarse y comenzar a procrear, dado que a lo largo de la historia ha sido común que las mujeres dejen su propia tribu para pasar a ser parte de la familia del hombre. Pero este no es el caso para todas las culturas y es probable que esto no comenzara a ser lo común hasta la revolución agraria del neolítico, cuando quedarse en un lugar para cuidar las tierras heredadas por los hombres pasó a ser la norma.

Por último, otra crítica a esta teoría es que, por un lado, no toma en cuenta el aporte de los hombres en su rol de cazadores y proveedores de carne -considerado como uno de los factores fundamentales que nos habría permitido tener cerebros más grandes e inteligentes- y, por otra parte, que le faltan datos matemáticos para ser comprobada. Pero Hawkes mató dos pájaros de un tiro en un nuevo estudio con simulación computacional que, dejando intencionalmente afuera la variable del aumento de masa cerebral, confirmaría igualmente la hipótesis acerca del efecto de las abuelas en la longevidad humana.

Sin ir más lejos, varios estudios contemporáneos han puesto a prueba el efecto de las abuelas en las sociedades actuales y, a grandes rasgos, se ha visto que en aquellos lugares donde los nietos tienen más contacto con sus abuelas, el desarrollo de estos y su esperanza de vida aumentan en comparación con comunidades con abuelas menos presentes. ¡Otro punto para las matriarcas!

Viaje a la semilla

Si todo esto no fuera suficiente para convencerte de partir ahora mismo a comprarle una caja de chocolates a tu abuela, quizás este dato te termine de convencer: una parte de todos nosotros estuvo en el útero de nuestras abuelas maternas. ¡¿Quéeeee?!

En realidad es bastante simple y lógico: los ovarios de un feto femenino se desarrollan alrededor del tercer mes de embarazo y para el quinto mes ya tendrá sus futuros óvulos. Es decir, ese óvulo del que nosotros salimos fue gestado por nuestras abuelas, que, de cierta forma, crearon también a nuestros futuros yo, como una matrioshka rusa de carne y hueso. ¡Freaky pero cool!

Así es que ya saben ya, ahora que se viene el día de la madre, los que tienen la fortuna de tener a sus abuelas todavía dando vueltas por este mundo, no tienen excusa para no hacer un 2x1 en ese ramo de flores y partir a darles el abrazo que se merecen. Mal que mal, les debemos no solo a nuestras madres y a la célula que nos creó, sino quizás también el éxito de la especie.

¿Le vas a agradecer a tu abuela este Día de la Madre?

¿CÓMO TE DEJÓ ESTE ARTÍCULO?
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto
ESTADÍSTICAS: APOYO A FRASES DE ESTE ARTÍCULO
Estas estadísticas sólo se le muestran a los usuarios que ya han dado su opinión con un click sobre alguna de las frases rojas destacadas en el texto del artículo.
Comentarios
* Debes estar inscrito y loggeado para participar.
© 2013 El Definido: Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento de nuestro representante legal.