La semana pasada terminaron los alegatos orales en La Haya y ahora los jueces de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) deberán analizar el caso y tomar una decisión al respecto. Por mientras, solo queda esperar y mantener la mejor de las relaciones con nuestros vecinos. ¿Cómo está el panorama?
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Ya han pasado 139 años desde que Bolivia perdió el acceso soberano al mar, y cada 23 de marzo conmemora el Día del Mar para recordar la primera batalla de la Guerra del Pacífico (1879), ocasión que recientemente fue celebrada por nuestros vecinos del norte.
Su presidente, Evo Morales está convencido de que recuperarán territorio y que Bolivia podrá volver a tener mar soberano. Aseguran que para ellos el Tratado de 1904 era transitorio y están confiados en que podrán recuperar el mar que perdieron. Así lo han manifestado en repetidas ocasiones.
Sin embargo, Chile está igual de convencido de que este tema está cerradísimo, que no le debe nada a Bolivia y que tampoco tiene la obligación de negociar, como piden ellos. Se niega rotundamente a ceder un centímetro de territorio, ya que para el país, este tema quedó completamente zanjado con el Tratado de 1904 que firmaron ambos países, y en el que Bolivia reconoció el dominio perpetuo de Chile sobre el territorio limitado por el paralelo 23 por el sur y el Río Loa por el norte.
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Pero lo que algunos no saben, es que en ese mismo tratado, Chile se comprometió a darle un acceso no soberano al mar a Bolivia. ¿Cómo?
Mediante el reconocimiento a perpetuidad del más amplio y libre derecho de tránsito comercial por territorio y puertos chilenos. ¡Vamos viendo cómo es esto!
Bolivia cuenta con acceso a los puertos de Arica y Antofagasta. Tiene autonomía aduanera en estos puertos sobre las cargas con destino a ese país, es decir, cuenta con sus propias autoridades aduaneras, quienes emiten o autorizan la documentación de la carga para que esta luego sea despachada a Bolivia. Además, tiene libertad para dictar sus propios aranceles y fijar la tasa de los derechos de importación, entre otras medidas.
Cuentan con plazos mucho más amigables que cualquier otro país. Las cargas bolivianas pueden permanecer guardadas en las zonas primarias de los puertos, es decir, en la parte del territorio aduanero donde se realizan las operaciones de desembarque, embarque, movilización o depósito de las mercancías, por hasta un año y tres meses (455 días). En esas mismas zonas, las mercancías chilenas o de otros países, solo pueden estar tres meses (90 días), después de eso, caen en la presunción de abandono y deben pagar multas para poder recuperarlas.
Bolivia puede almacenar sus importaciones (1 año) y exportaciones (60 días) sin ningún costo en estos dos puertos. Para las cargas chilenas o de otros países, no existe gratuidad de almacenamiento en estos puertos. Esto excede las obligaciones del libre tránsito previstas en el Tratado de 1904.
También tienen tarifas preferenciales para el uso de muelle para la carga FIO, es decir, aquella en la que la carga y descarga de la mercancía no corre por cuenta del transportista y el costo lo asume quien contrata el flete. Esta tarifa reducida es de US$ 0,85 (CLP$ 518) por tonelada y no se aplica a las cargas chilenas o de otros países, estas deben pagar US$ 1,98 (CLP$ 1.207) por tonelada.
Las cargas peligrosas también cuentan con tarifas reducidas o preferenciales. Bolivia puede almacenar carga peligrosa (de retiro o embarque inmediato) pagando US$ 1,04 (CLP$ 634) por almacenamiento cubierto durante un período de 5 días. Esas mismas cargas chilenas o de otros países, pagan US$ 111,15 (CLP$ 67.800).
Toda la carga que llega a estos dos puertos y que tiene como destino final Bolivia, o que viene desde allá, está libre del pago de impuestos por todos los servicios prestados a esa carga como carguío de los contenedores vacíos en el puerto, el traslado de estos a los lugares de depósito, la descarga de los contenedores y su aseo básico.
Chile también le otorgó a Bolivia (en concesión de uso) dos terrenos en Arica, uno de 13 hectáreas y otro de 3,5, destinados a la operación y transferencia de hidrocarburos que se exportarían por el gasoducto. Además de eso, le entregó en concesión de uso una franja de terreno para la cañería desde Arica a la frontera de 10 metros de ancho y más de 150 kilómetros de largo, con una superficie que supera las 150 hectáreas.
Para tener una idea, son más de 7 mil las empresas bolivianas que realizan su comercio exterior a través de los puertos chilenos. De hecho, en los últimos diez años el movimiento de cargas bolivianas de importación y exportación, aumentó en 800% (solo en el puerto de Arica).
Estos beneficios y privilegios de libre tránsito, obviamente tienen un costo para Chile y este es cercano a los US$ 100 millones anuales (61 mil millones de pesos chilenos). Según los cálculos de la Corporación de Desarrollo de Arica y Parinacota, Chile ha invertido más de 215 millones de dólares (cerca de 131 mil millones de pesos chilenos) entre 2009 y 2017 para que Bolivia pueda hacer uso de las facilidades acordadas en el Tratado de 1904.
Y ¿en qué se ha gastado esa plata? En carreteras, complejos aduaneros, en el Antepuerto de Lluta y en la reconstrucción del ferrocarril de Arica a La Paz. Además, aseguran que eso no incluye los gastos que se realizan en vigilancia por contrabando, narcotráfico y robo de vehículos, atención de accidentes en ruta, etc.
Pero eso no es todo, porque según aseguró la prensa boliviana en 2015, Bolivia tiene acuerdos binacionales con Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, que les facilitan concesiones portuarias y zonas francas para un acceso al Océano Atlántico. Sin embargo, no los ha aprovechado del todo y una posible razón de eso, sería que las tarifas chilenas son más convenientes para ellos.
Se trata de una playa ubicada cerca de Ilo, una ciudad peruana cercana a Bolivia. La playa tiene cinco kilómetros de largo y 800 metros de ancho (se encuentra a 20 minutos en auto desde Bolivia). Esta fue bautizada como Bolivia Mar y fue cedida por Perú hace 26 años (1992) por un plazo de 99 años para que haga uso de ella. El problema es que nadie la usa, está casi completamente abandonada. ¿La razón?
No nos imaginemos una gran playa, de hecho dicen que el terreno es de difícil acceso, la playa es pedregosa, desolada, tiene fuerte corriente y lo único que llama la atención es un gran monumento que tiene una bandera de Bolivia. Pero, ¿podrían sacarle partido o no?
Como explica el cónsul de Bolivia en Ilo, David Herrada, a BBC Mundo, ellos tenían la idea de que esta playa serviría para construir un puerto, pero en realidad solo podía ser utilizada para el turismo. Sin embargo, para poder habilitar esta playa la inversión sería muy alta y tampoco están seguros de que los bolivianos llegarían hasta allá solo para disfrutar del agua del mar.
Además, agrega que la zona franca de la que se había hablado en el puerto de Ilo, nunca se puso en marcha y que sólo algunos empresarios bolivianos aprovechan las tarifas del puerto, porque estas son más caras que las de los terminales chilenos.
Worldatlas.com |
En concreto, hoy Bolivia Mar es aprovechada solo por pescadores peruanos.
Según Evo Morales y el equipo boliviano que expuso ante La Haya, Bolivia se encuentra encerrada esperando que Chile cumpla su supuesta promesa de darle acceso al mar. Pero Bolivia no es la excepción, hay más países que viven sin un acceso al mar. ¿Esto los afecta de alguna manera?
"Los países sin costa son menos desarrollados en comparación con otros, según el index de desarrollo sostenible de la ONU. Tienen mayores costos y obstáculos para la exportación. El mar incide, pero el desarrollo depende también de otros factores”, explica la politóloga Bettina Schorr, de la Universidad Libre de Berlín.
Sin embargo, en el caso boliviano los costos y obstáculos para la exportación no son un tema, ya que cuenta con todas las posibilidades y facilidades para poder importar y exportar. Según el canciller chileno, Roberto Ampuero, ha sido Evo Morales quien “mantiene enclaustrada a Bolivia en el siglo XIX”.
Pero los bolivianos tienen otra mirada sobre el problema, e insisten en sus argumentos en que Chile tiene una deuda histórica con ellos que va más allá de los beneficios que nuestro país les otorga (lo que nuestros abogados en La Haya, han negado), y que debemos negociar una salida soberana al mar.