Una visita al supermercado basta para ser testigo de la versatilidad del plástico. Desde el pasillo de los yogures a la zona de panadería, el elemento es omnipresente bajo varias presentaciones de empaque. De hecho, más de 30 tipos de plásticos se utilizan en el embalaje de productos.
Las razones son sencillas. Son fáciles de moldear e integrar en líneas de producción, baratos, resistentes y livianos. Pero todo tiene un costo. El reciclaje del plástico (que involucra derretirlo) produce químicos dañinos para el medioambiente. Además cada ciclo impacta la calidad del plástico, por lo que es de reciclabilidad limitada.
¿Y su degradación? Recordemos que, aunque hay avances en estos métodos, la realidad es que aún tardan varios cientos de años en degradarse… y más. De hecho, los científicos calculan que serían 1.000 años, siendo una estimación conservadora. Es decir, el día que una bolsa de plástico se degrade de forma natural, estaremos viviendo en Marte, jugando fútbol espacial y viendo “Fast and Furious 573: Aún más furioso, rabioso y ahhh, ¿acaso importa?”.
Por eso, un movimiento que está ganando adeptos es el de simplemente hacerle un quite al plástico, algo que hace unos años era simplemente imposible. Ya les comentábamos sobre un proyecto de supermercado en Berlín que vendería todos sus productos sin envases (y que ya es realidad), hoy toca el turno de una cadena neerlandesa que llevará el concepto a todas sus tiendas.
EkoPlaza es una cadena de supermercados de productos orgánicos con 74 locales. Recientemente, inauguraron un pasillo en uno de ellos, en Ámsterdam, donde los productos son presentados en vidrio, metal, cartón y un producto orgánico de aspecto similar al film plástico, pero compostable en apenas 12 semanas.
Aquí se encuentran bebidas, cereales, carne, arroz, frutas y vegetales, salsas y productos lácteos. "Los pasillos libres de plástico son un trampolín importante para un futuro mejor para la comida y la bebida", dijo el director ejecutivo de EkoPlaza.
Créditos: Alex Verbeek
El concepto vino de la ONG medioambiental inglesa A Plastic Planet, quienes esperan que el ejemplo marque el camino para un cambio global. "Durante décadas, a los compradores se les ha vendido la mentira de que no podemos vivir sin plástico en alimentos y bebidas", comenta su cofundadora, Sian Sutherland. "Un pasillo sin plásticos disipa todo eso. Finalmente, podemos ver un futuro donde el público tendrá la opción de comprar productos con plásticos o libre de ellos”.
EkoPlaza desarrolló estos empaques y evaluará la recepción y desempeño de ellos para poder, este mismo año, aplicar la idea en todas las tiendas que posee a lo largo de los Países Bajos.
A principios de año, la Primera Ministra británica Theresa May habló de un ambicioso plan para eliminar todos los plásticos evitables en 25 años. Entre las medidas, mencionó específicamente la creación de pasillos libres de plásticos en supermercados.
El plan, que contó con la asesoría de A Plastic Planet y otras ONGs, podría llevar la idea de EkoPlaza a una escala increíblemente mayor. Todavía falta mucho para ver avances legislativos concretos, pero el hecho de que venga de las más altas esferas políticas da fe de que no es simplemente una moda pasajera. Apoyo ciudadano no falta. El año pasado, una encuesta arrojó que 9 de cada 10 británicos apoyaba esta idea en particular.
La pequeña cadena inglesa Iceland Foods ha sido la primera en dar el paso, anunciando que prescindirá de plásticos en productos propios en un plazo de 5 años.
Bien sabemos que se han dado pasos importantes en la lucha contra el plástico en nuestro país. Por un lado, directamente la prohibición de bolsas en diferentes comunas, además del plan gubernamental para prohibirlas en todas las ciudades costeras, según anunció hace unos meses la presidenta Michelle Bachelet. Aunque muchos dicen que eso es insignificante, queremos confiar es que es un avance correcto.
Por otro lado, la Ley de Reciclaje obliga a las empresas fabricantes e importadoras a hacerse cargo de sus productos al final de su vida útil, una gran iniciativa que incluye ciertos desechos plásticos, pero que aún no toca el envase del pan de molde, la botella de jugo o las papas fritas.
¿Y los supermercados? Actualmente no existen esfuerzos notorios más allá de acatar la normativa de su comuna en cuanto a las bolsas y promover el uso consciente de los envases y el reciclaje mediante campañas. Sin embargo, sería interesante que conversaran con los fundadores del famoso y premiado proyecto Algramo, que instala máquinas para vender productos a granel en los almacenes de barrio.
Si bien la motivación inicial tuvo que ver con lograr un ahorro para los vecinos y un mayor margen para los almaceneros, su cruzada también es la sustentabilidad: se utilizan envases retornables para envasar los productos de venta, lo que apunta también a la reducción de los envases, donde cada familia puede evitar hasta 2kg. de basura mensual. ¿Qué tal si las grandes cadenas de supermercados adoptaran una medida como esta en varios de sus productos?