Hay situaciones que a veces nos ponen incómodos o nerviosos, por ejemplo, exponer frente al público, enfrentarnos a nuestros superiores para dar una opinión o intentar convencerlos de que esa idea que tenemos en mente es genial para la empresa.
Y es normal, porque nos presentamos ante ellos con menos poder que si estuviéramos frente a nuestra familia o amigos.
Sin embargo, hay maneras concretas para dar vuelta la situación a nuestro favor y por lo menos atrevernos a hacerlo sin meter las patas. ¿Cómo?
En El Definido, te contaremos cuáles son los consejos del psicólogo Adam Galinsky, profesor de Negocios en Vikram S. Pandit y presidente de la División de Administración de Columbia Business School, quien ha recibido numerosos premios por su investigación y enseñanza sobre liderazgo, poder, negociaciones, toma de decisiones, diversidad y ética.
Muchas veces queremos entregar nuestro punto de vista, pero nos complicamos porque no queremos dar una mala impresión o hacerlo de tal modo que caiga mal o incluso no sabemos cuál es un buen momento para hacerlo. Galinsky se ha dedicado a estudiar esto.
Le preguntó a gente de todo el mundo cuándo hay que darle prioridad a nuestros intereses, cuándo podemos expresar una opinión e incluso cuándo está bien plantear una pregunta ambiciosa.
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Obviamente no hay una receta mágica, pero se encontró con que existen algunas pautas generales. “He llegado a darme cuenta de que cada uno de nosotros se rige por una gama de comportamientos aceptables”, dice el psicólogo en una charla TED. ¿En concreto?
Nuestro comportamiento debería estar dentro del rango “lo aceptable”, y si nos excedemos nos castigan. Por ejemplo, si eres nuevo en la oficina y empiezas a criticar todo lo que te parece que no se está haciendo bien, lo más probable es que esto no caiga muy bien entre quienes llevan años trabajando ahí y te “castigarán” de alguna forma.
Pero, si al contrario, te quedas callado, frente a algunas situaciones como injusticias, por ejemplo, puedes pasar por una persona débil. Solo eres recompensado cuando te mantienes dentro de tus límites, pero, ¿cómo sabemos cuál es nuestro límite?
No son fijos, sino bastante dinámicos: disminuyen y aumentan según el contexto: “Hay una cosa que determina tales límites más que cualquier otra cosa: tu poder”, asegura Galinsky. ¿Y qué es el poder?
Se manifiesta de muchas maneras, una de ellas es como alternativa en las negociaciones. Por ejemplo, si eres un artista emergente y hay una compañía interesada en tu trabajo y quieren negociar contigo, probablemente tienen mucho más poder que tú, porque cuentan con más alternativas: si no eres tú, será otro.
Esa falta de poder también puede significar llegar a un país nuevo, ser nuevo en una organización o incluso ser papás primerizos, donde el desconocimiento de ese nuevo mundo te pone en una situación de desventaja.
Cuando nos falta el poder, tenemos menos libertad de acción. En cambio, “cuando tenemos mucho poder tenemos más alcance, más margen de maniobra en cómo comportarnos”, dice.
Finalmente es el poder lo que nos hace tener una mayor libertad de acción para hablar y opinar sobre ciertos temas, entonces es eso lo que necesitamos trabajar.
Exponer el punto de vista es una situación muchas veces arriesgada, sin embargo, aplicando estos consejos, es posible disminuir el riesgo y vernos más seguros y poderosos.
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Con estas cinco herramientas, podrás ampliar los límites de tu comportamiento aceptable y probablemente conseguirás convencer al resto o al menos atreverte a expresar tu opinión sin fallar ni caer en la mala onda. De todas maneras, si quieres ver la charla completa, te dejamos el video: