Es quizás uno de los personajes más populares de América Latina y se convirtió en el primer indígena de Bolivia en llegar a la presidencia. Dicen que duerme sólo cuatro horas, que a las cinco de la mañana ya está en el Palacio Quemado y que come mucha fruta y platos nacionales. Evo Morales -de 58 años, sin canas, con alguna que otra controversia, usando trajes que incluso le han costado US$ 4.000 (más de 2 millones y medio de pesos chilenos) y soltero- cumplió este lunes 12 años en el poder.

Un poder que se niega a dejar. Ha cambiado la constitución, ha roto pactos, se ha peleado con antiguos amigos y aliados por un sueño: mantenerse en la presidencia. Está seguro de que él le dará “continuidad democrática” al país. En El Definido analizamos su situación a fondo.

“Re-lección” y “rere-lección”

“El Evo” como se llama a sí mismo, asumió como Presidente en 2006. Pero aquí viene la parte complicada: en 2009 modificó la constitución y “refundó” Bolivia como un Estado Plurinacional. ¿Qué significa eso? Que la Carta Magna reconoce pueblos indígenas, así como sus lenguas y tradiciones, y los hace parte de las decisiones del Estado.

Evo es querido por el pueblo. Y en ese entonces, en 2009, ganó la reelección con un 64% de los votos. Mucho más de lo que Sebastián Piñera o Alejandro Guillier soñaron obtener. Y fue astuto. El Tribunal Constitucional de Bolivia (TC), compuesto por siete magistrados, le permitió postularse de nuevo en 2014, ya que, como Bolivia fue refundada, según el TC su primer período no contaba. ¡Así de fácil!

Luego de su re-relección, con dos períodos encima (2006-2010 y 2010-2014), volvió a la carga. En febrero de 2016, hizo un referendo con el que buscaba cambiar (¡de nuevo!) la constitución para que él, junto a su canoso vicepresidente -Álvaro García Linera- se pudieran presentar otra vez en las elecciones de 2019. Para sorpresa de muchos, y en un ambiente cargado de escándalos y polémicas (una ex pareja que había ganado licitaciones del Estado y un supuesto hijo que finalmente nunca había nacido), la gente votó. Y ganó el No por unos pocos votos.

El presidente, seguro de que “El Evo” era lo mejor de lo mejor para Bolivia, se excusó en que la gente había votado engañada por la polémica y que había habido una “guerra sucia” por parte de la oposición. Una oposición que tiene poco peso en Bolivia; con ex presidentes que se pelean, candidatos que no se rinden a pesar de que no son elegidos y luchas constantes entre ellos.

¿Cómo logrará iniciar su tercera candidatura?

El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Evo, comenzó a buscar todas las fórmulas para poder postularlo nuevamente, a pesar de que había dicho que de ninguna manera se presentaría otra vez. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograrlo? ¿Llamar a un nuevo referendo o que Evo renunciara y así se escudara en que no terminó su nuevo mandato? El futuro del MAS dependía de eso porque, según analistas, sin Evo a la cabeza el oficialismo estaba muerto.

La ampolleta se les encendió y finalmente decidieron poner un recurso en el TC para que le permitieran postularse nuevamente. A fines de noviembre del año pasado, el tribunal le dio el vamos y Evo, el ex líder sindical de origen aimara que luchó contra la erradicación de los cultivos de coca, va a buscar su tercera reelección consecutiva en 2019, lo que le permitirá gobernar hasta 2025. ¡19 años en el poder!

Pero ojo, el mandatario asegura que esto no es un golpe, que no se quiere eternizar en el poder. Sino que es lo “necesario” para continuar con su proyecto político. Según encuestas, casi un 70% rechaza que busque una nueva elección. Ahora habrá que esperar a ver qué sucederá el próximo año.

Pero, ¿por qué a pesar de las controversias, de escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto, de múltiples protestas, y de su afán por mantenerse en el poder, la población aún lo quiere?

Para comprenderlo, hay que desempolvar los libros o googlear un poco y entender el contexto boliviano. Bolivia estaba acostumbrada a la inestabilidad política (entre 2001 y 2005, el país tuvo cinco presidentes), a la polarización, a manifestaciones en las calles y a gobiernos militares (1964-1984). Y Evo llegó como un Mesías a mantener el orden y darles voz a los pueblos indígenas. Y se quedó como un líder innato, un indígena llevando adelante el país, levantándolo y despojándolo de sus antiguos males. Pero lo más importante y a lo que el presidente se aferra es al “milagro boliviano”. ¿Qué es eso?

La economía. Durante su primera década en el poder, Evo nacionalizó los hidrocarburos y aplicó un nuevo modelo económico. Hubo mayores tasas de crecimiento y de inversión. Con un crecimiento de alrededor de un 5% anual, más alto que los países vecinos, Evo apostó -entre otras cosa- por la infraestructura. Construyó también el famoso teleférico que une La Paz con El Alto (un trayecto que antes demoraba más de dos horas hoy se puede hacer en 20 minutos, a través de líneas y combinaciones, al igual que un metro subterráneo). Y favoreció la inclusión, lo que bajó la pobreza en más de un 20%. De hecho, en 2008 la Unesco declaró a Bolivia como un país libre de analfabetismo.

Pero Evo no es santo. En 2015 el escándalo del Fondo Indígena explotó, del que se acusa al gobierno de desviar casi US$ 7 millones (más de 4 mil millones de pesos) a cuentas particulares de un fondo que financiaba proyectos en zonas campesinas. Además, en 2014 comenzó la construcción de la sede del gobierno, de US$ 36 millones (más de 23 mil millones de pesos), lo que generó escándalo por el gastadero de plata.

En tanto, esta semana el presidente tuvo que dar pie atrás a su reforma al Código Penal, luego de que miles de médicos, transportistas y otros grupos, se manifestaran durante semanas. Los médicos rechazaban un artículo que sancionaba hasta con penas de cárcel la mala práctica. Morales cedió a las protestas y derogó el Código Penal.

¿Y en qué está la demanda marítima?

Además de querer atornillarse en el poder, Evo ha dicho que están “más cerca del mar como nunca antes en la historia”. Está seguro de que la Corte Internacional de La Haya tendrá una “decisión positiva” sobre la solicitud que Evo ha transformado en una verdadera lucha de sus gobiernos. Y su sueño de poder tener una salida soberana al Pacífico, se podría ver cumplido este año.

En 2013, Bolivia presentó la demanda y, en marzo de este año, serán los alegatos orales para ambos países en Holanda. Piñera anunció el lunes que mantendrá el equipo instalado por Bachelet. Y, por el lado de Bolivia, quien lidera la vocería es Carlos Mesa, ex Presidente y quien se ha convertido en un dolor de cabeza para Evo. Esto, ya que ha ido ganando apoyo en las encuestas.

Ahora habrá que ver qué ocurre en marzo y qué es lo que sucederá después, en el caso de una “rerere-lección”.

¿Cuál es tu opinión respecto a una eventual tercera re-elección de Evo Morales?