“Volar en avión, es muchísimo más seguro que andar en auto”. ¿Cuántas veces han escuchado esta afirmación? Sobre todo si son de esos desafortunados que entran en pánico cada vez que pisan un aeropuerto. Es una de las formas más comunes de calmar a quien sufre de aerofobia (fobia a volar) y, alegremente, ¡es cierto!

Más aún actualmente, pues se anunció que el 2017 fue el año en que menos accidentes aeronáuticos fatales se produjeron en la historia. Y el margen respecto a 2016 es bastante generoso. ¿Suerte? ¿Avances tecnológicos? ¿Mayor cuidado y medidas de seguridad? Bueno, probablemente una mezcla de todo.

Como en El Definido queremos brindar calma y serenidad a todos esos que pasan en el baño del aeropuerto antes de abordar, aquí encontrarán por qué hoy viajar en avión es tan rematadamente seguro.

Primero que todo: 2017, el año con menos accidentes fatales en la historia de la aviación

Este sólo dato debiera darles calma: en 2017 no hubo ningún accidente de avión comercial que involucrara a aviones de pasajeros. ¿Hubo accidentes de otros tipos? Sí que los hubo, pero mucho menos que en otros años.

Mientras en 2016 hubo 16 accidentes de aviones con consecuencias fatales en el mundo, en donde murieron 303 personas, en 2017 hubo sólo 10, en los que murieron 79 personas. Estas cifras suman a aviones de pasajeros, de carga y civiles, pero no contabilizan a aviones militares, naves pequeñas ni helicópteros.

Ustedes podrán decir: “79 almas perdidas sigue siendo una cifra alta”. Un ser humano que muere siempre es una tragedia, pero estadísticamente es una cifra baja, considerando que hoy existe un accidente fatal por cada 16 millones de vuelos, o que en 2015 murieron 1.000 pasajeros a bordo de aviones comerciales en el mundo, ¡doce veces más que en 2017! Además, hay que considerar que en este período ha aumentado la cantidad de vuelos comerciales a nivel global, como señalan desde la Organización de Aviación Civil Internacional, lo que da aún más peso a esta cifra.

La pregunta que viene de cajón es: ¿por qué los aviones hoy son tan seguros? Algunos dicen que la suerte jugó un papel crucial, pero sin duda hay una larga historia de golpes y porrazos que han conducido a los ingenieros a desarrollar tecnologías cada vez más seguras. Aquí algunas de las principales medidas de seguridad que darán confianza a los más escépticos:

Un avión puede volar pese al fallo de un motor

Muchos pensarán que la máxima tragedia que puede sufrir un avión, es la falla de un motor: “¿cómo esa mole se sostiene en el aire si le falta uno de sus principales impulsos?”. Sin embargo, una nave puede continuar volando pese a este desperfecto, pues tiene más de uno. Inclusive podrá continuar su vuelo si le falla un generador eléctrico, porque también tiene varios. Y es más, hay casos en que el piloto ha decidido continuar su vuelo en vez de realizar un aterrizaje de emergencia o darse la vuelta, pues consideró que esto era más riesgoso que volar con un sólo motor hasta el destino final.

Obviamente, el avión que continúa su vuelo en estas condiciones debe tomar ciertos resguardos, como volar a una menor altitud. También se volverá menos eficiente en cuanto al uso del combustible, así que se requiere de mayor cuidado.

Esta técnica de sistemas duplicados o triplicados (si falla uno hay otro que funciona), responde a la convicción de que el ser humano y las máquinas son falibles, por lo tanto, nada se da por hecho. Inclusive, parte del chequeo de un nuevo avión consiste en evaluar su rendimiento al volar con un solo motor. Sabemos que nada es perfecto, así que mejor prevenir.

El piloto sabe si se viene una tormenta

Gracias a la presencia de un radar meteorológico, generalmente ubicado en la punta de los aviones, las naves son capaces de captar tormentas aunque estén volando a 55 mil pies de altura (más de 16 kilómetros). Este sistema localiza precipitaciones mediante el uso de ondas, calculando sus trayectorias y estimando si se trata, por ejemplo, de granizo, lluvia o nieve. Además, evalúa la intensidad de la precipitación y la posibilidad de turbulencias. El método es tan práctico, que al detectar este mal tiempo, el piloto puede decidir cambiar de ruta y así evitar eventuales accidentes o daños.

Si el mal tiempo es mínimo y el avión decide pasar por ahí, habrá turbulencias, ¡pero no significan ningún riesgo para el avión o los pasajeros! El piloto de British Airways, Dave Thomas, asegura: “la turbulencia es incómoda, pero no es peligrosa, aunque siempre es mejor seguir los consejos de seguridad y amarrarse el cinturón para evitar posibles lesiones menores”. Y esto es principalmente para no golpearse en caso de un movimiento brusco, nada más.

Casi no existe riesgo de que dos aviones choquen

El control de tráfico aéreo (CTA) es el sistema mediante el cual los aviones son guiados por personas en el espacio aéreo, ofreciendo apoyo e información a los pilotos cuando es necesario. Si esto no existiera, ¡sería un caos! Antes de la década de 1950, se hacía sólo mediante el uso de banderas desde la pista, así que para ser piloto había que tener visión de águila para distinguirlas a mucha altura.

Afortunadamente, hoy en día esta pega se hace utilizando radares y comunicación satelital, lo que permite saber la posición de los aviones en el espacio aéreo local, su altura y la distancia entre uno y otro. Gracias a esto, el CTA ha podido establecer corredores aéreos de salida y llegada de aviones en cada aeropuerto, para que no existan riesgos de colisiones entre los que aterrizan y los que despegan.

La “fatiga material” casi no es problema

Quienes tienen un auto -o incluso una bicicleta, una cámara de fotos o un computador- sabrán que todo equipo tecnológico está sujeto a lo que se conoce como “fatiga material”, es decir, al desgaste natural de los elementos mecánicos cuando están sometidos a cargas variables.

Actualmente se ha producido una mejora en la predicción del comportamiento de las grietas en la estructura de los aviones. Toda fatiga material se inicia con una fase de daño micro estructural, lo que se transforma en una micro grieta que va creciendo y que puede terminar en una fractura si no es atendida. Afortunadamente, hoy existen equipos súper sofisticados capaces de detectar micro grietas y las revisiones son periódicas, para que los posibles daños no crezcan. Además, se han desarrollado diseños de naves con gran “tolerancia al daño”, brindando mayor seguridad a los pasajeros.

Además y tal como señalan desde Boeing, el interior de un avión se restaura y actualiza muchas veces durante su vida. No es que un avión de 2008 tenga todas sus partes intactas desde hace 10 años, éstas han sido reemplazadas varias veces.

¿Y si a algún loco le da por abrir la salida de emergencia en mitad del vuelo?

Cuando estamos paranoicos, siempre pensamos lo peor: “seguramente nadie trae un arma en la cabina de pasajeros, ¿pero qué hay del loco que abre la salida de emergencia sin aviso?”. Bueno, ¡eso es imposible!

El capital Dave Thomas aclara que estas puertas, llamadas en inglés plug doors, cuentan con un mecanismo inteligente: cuando están cerradas funcionan como un “tapón de baño”, es decir, se hacen más grandes que la apertura que tapan, haciendo imposible que una persona las abra a pulso, ¡porque pesan entre dos y tres toneladas debido a las diferencias de presión!

Pero cuando es necesario abrirlas una vez que el avión ha realizado un aterrizaje de emergencia, el sistema se desbloquea.

Los pilotos se están entrenando permanentemente

No creas que un piloto estudió, se hizo profesional y nunca más recibió una lección. ¡Viven actualizándose! Tal como dice Thomas, “como piloto profesional, uno está en una de las profesiones más reguladas del mundo, ¡quizás la más regulada!”.

Agrega que los pilotos se controlan en un simulador casa seis meses, en una sesión de entrenamiento que tiene una duración de dos días. Además, son evaluados en vuelos reales una vez al año y se realizan chequeos médicos periódicamente (por lo menos, a partir de los 40 años).

La regla de los 90 segundos

Esto sucedió algunas veces hasta antes de la década de los sesenta: el avión sufría un desperfecto, aterrizaba de manera forzosa, todos los pasajeros salían ilesos, pero el avión se incendiaba y se producían muchas muertes cuando ya estaba en tierra. ¿Qué hicieron para evitarlo?

Desde entonces, existe una norma de oro en la aviación conocida como “la regla de los 90 segundos”. En ella se indica que todo fabricante de aviones debe demostrar que es factible realizar una evacuación en 90 segundos de todos los pasajeros y tripulantes de la nave, usando sólo la mitad de las salidas (o sea, desplegando los toboganes sólo a un costado de la nave). Todo este proceso de evacuación se apoya con luces en el suelo de la estructura del avión. ¿Más tranquilo?

Materiales contra incendios

Este es otro de los grandes avances: desde fines de la década de 1980, los materiales de las paredes, el techo y todos los compartimentos de un avión, deben tener emisiones de humo y calor reducidas. Es decir, deben ser muy poco inflamables.

Sumado a esto, los aviones comerciales cuentan con materiales de protección contra incendios (como mantas aislantes) y sistemas de detección de humo y fuego.

¿Y los asientos no salen volando en caso de aterrizaje forzoso?

Todos quienes alguna vez vieron la película Viven-la que narra la historia del grupo de uruguayos que tuvo un accidente aéreo en la cordillera de los Andes en 1972- de seguro que se acuerdan de esta secuencia: el fuselaje de la cola desprendido por una colisión con la montaña, y los asientos posteriores volando por los aires a causa de la fuerza del aire, mientras los protagonistas salvaban sus vidas por estar sentados más adelante (una generación entera quedó traumada después de verla).

Bueno, esto ha cambiado con el tiempo. En vista de las vidas que se perdían cuando los aviones desaceleraban forzosamente –porque los asientos se soltaban de sus molduras- hoy la norma se ha hecho mucho más dura: los asientos de pasajeros deben resistir una desaceleración de 16G (16 veces la fuerza de gravedad) sin distorsionarse ni soltarse de sus soportes del piso. Esto, sumado a que están diseñados para absorber impactos y proteger la cabeza en caso de “frenazo”.

Los aviones comerciales son capaces de hacer piruetas increíbles

Obviamente no las hacen cuando se trata de realizar un apacible viaje nacional o internacional, ¡pero de que son capaces, lo son! Si no lo crees, mira este video de un Boeing 787 haciendo lo inimaginable:

Gracias a maniobras como éstas, un vuelo podría salvarse de un mal aterrizaje, simplemente elevándose de nuevo aunque haya desacelerado o utilizando un tramo de pista muy corto. Lo que se conoce del desempeño habitual de estas máquinas, está muy lejos de todo el potencial que pueden desplegar.

Si la tecnología continúa avanzado como lo ha hecho hasta ahora, probablemente ese accidente fatal en 16 millones, se convierta en una probabilidad aún más baja, y la seguridad brinde a los temerosos de siempre más excusas para viajar que nunca.

¿Le tienes miedo a volar? ¿Por qué?