Hombres en prisión -que a menudo tuvieron infancias difíciles, familias desmembradas, madres drogadictas, padres ausentes- hablando de hadas, leones vegetarianos y zombis cosquillosos. Padres que sólo pueden ver dos veces al mes a sus hijos -muchos de ellos condenados por crímenes en que hubo violencia- aprendiendo a hablar un nuevo lenguaje, el de la ternura y el humor.
De esto se trata el programa Inside Stories, dirigido por la organización inglesa Create, quienes se dedican a utilizar el arte para ayudar a comunidades vulnerables. Esta vez se han aventurado en uno de los escenarios más dramáticos: la relación padre-hijo de los hombres que se encuentran en prisión. En El Definido nos encantó el proyecto y queremos contarles de qué se trata.
Presos volviendo a ser niños
Quienes son padres, saben el trabajo diario que significa crear un buen vínculo con sus hijos. Ahora bien, imaginen lo difícil que puede llegar a ser para un hombre o una mujer que se encuentra en prisión, y cuyas visitas y llamadas telefónicas se encuentran controladas y monitoreadas.
El programa Inside Stories tiene por objetivo reconectar afectivamente a padres presos de 18 a 25 años con sus hijos, a través del arte y la literatura infantil. Create asocia a los reclusos, en general en pequeños grupos de ocho, con artistas visuales, músicos y escritores, para que juntos creen un libro de cuentos llamado Stories from Daddy to Me (“Historias de papi para mi”). Este texto finalmente llega a las manos de sus hijos, acompañado por un CD musical que incluye la voz del padre contando la historia (como esos clásicos “si quieres oírlo otra vez, dale vuelta al cassette” que muchos conocimos en los 80s y 90s).
Durante doce días seguidos, estos ocho hombres trabajan codo a codo con los artistas en los talleres, imaginando cuál es la historia que les gustaría narrar a sus propios hijos. El ejercicio es interesante, pues muchos de ellos tienen graves problemas de lectoescritura o nunca han leído un libro. La novelista Carol Topolski, quien ha participado en los talleres, cuenta que estos hombres “rudos” rápidamente se vuelven niños absortos en la historia cuando, por primera vez en sus vidas, asisten a la lectura de un cuento infantil, sentados en el suelo sobre alfombras. Sin embargo, cuando se les pide leer interpretando con voces graciosas, se avergüenzan en seguida y tardan un tiempo en soltarse.
La idea es que finalmente creen un cuento original, que sea desafiante para un escritor que tome la idea y la desarrolle. Y los padres meten mano en todo, inventando ilustraciones creativas a través de la técnica del collage, y creando canciones para acompañar a la historia. El trabajo concluye con una celebración en la cárcel en que asisten las familias de los miembros del taller, haciendo la entrega oficial del cuento a cada niño.
Vínculos familiares: menor reincidencia
Considerando que en el Reino Unido existen 200 mil niños cuyos padres se encuentran en la cárcel, la iniciativa pretende ayudar a parte de ellos a tener relaciones más fluidas. El foco está puesto no únicamente en los padres, sino en brindar a los niños una vida emocional más rica, para evitar comportamientos problemáticos futuros.
Nicky Goulder, cofundador y director ejecutivo de Create, señala: "Los niños que tienen un padre en prisión son estigmatizados masivamente, muchos de ellos sufren intimidación y la posibilidad de que ellos mismos demuestren una conducta antisocial, se triplica. Es por eso que este proyecto es increíblemente importante”.
Pero todo parte sensibilizando a los padres, a través de un trabajo exploratorio dirigido por los artistas. Los incitan a recordar qué sintieron cuando nacieron sus hijos y cómo viven la distancia con sus familias. Paralelamente, recuerdan cómo fue para ellos crecer en familias fragmentadas o en hogares (cerca del 50% se crió en ellos). A partir de estas heridas y dolores, son inventadas las historias que contarán a sus hijos, que pretenden revertir la falta de vínculo.
El trabajo además trae grandes consecuencias positivas al sistema carcelario. De acuerdo a un estudio encargado por el gobierno británico al empresario y filántropo Lord Michael Farmer, existen fuertes relaciones entre un buen vínculo familiar y las tasas de reincidencia, pues los reclusos que reciben visitas frecuentes tienen un 39% menos de posibilidades de volver a delinquir.
Algunas de las historias
Ryan (no es su nombre real) llevaba tres años preso -cumpliendo una sentencia de seis años y medio- cuando participó en el programa Inside Stories. Creó un cuento infantil que se desarrollaba en Musicville, un pueblo ficticio que había perdido toda la música, y la tarea de los héroes era recuperarla.
"No estoy seguro si mis hijos entenderán que el libro fue escrito para ellos, lo importante es hacerlos sonreír. Solía inventar historias para ellos todo el tiempo, pero nunca las había escrito”, señala y luego agrega, “me hace sentir bien saber que pueden escuchar mi voz siempre que lo deseen”.
El tema de la paternidad aparece una y otra vez en los cuentos, además de hadas, ¡muchas hadas!, que al parecer son de los personajes favoritos de las niñas. También hablan de sus propias historias, sobre cómo se siente ser diferente, vivir lejos o ser un dinosaurio aislado en una montaña, lejos de sus familias.
Tal ha sido el éxito de la iniciativa, que Inside Stories ha ganado ya 60 premios Koestler; galardones que se entregan en el Reino Unido a las mejores obras de arte creadas por presos. Aquí les dejamos a uno de los ganadores de 2016, “El tigre que perdió sus rayas”, quien ganó el premio First Time Entrant (Primer participante) en la categoría Flash Fiction & Short Story (Ficción flash y cuentos). ¡Disfrútenlo!
A continuación la traducción al español:
“Amelia, la tigresa, se preparó para su paseo diario por su lugar favorito del mundo, el zoológico, al que llamaba su hogar.
Caminó hasta el estanque y su reflejo la impresionó. Miró a su alrededor, pero sus rayas no estaban por ningún lado.
Ava, la cebra, vio a la triste Amelia. Le preguntó: ´¿Qué pasa?´.
´Perdí mis rayas´.
´¿Te gustaría probar mis rayas?´.
´¿Puedo?´, dijo Amelia. Amelia probó las rayas de Ava, pero no se veían bien.
Alyzah, la jirafa, vio a la triste Amelia. Le preguntó: ´¿Qué pasa?´.
´Perdí mis rayas´.
´¿Te gustaría probar mis manchas?´.
´¿Puedo?´, dijo Amelia. Amelia probó las manchas de Alyzah, pero no se veían bien.
´¡Nunca voy a encontrar mis rayas!´, dijo Amelia.
´No te rindas´, dijo Ava.
´Te ayudaremos´, dijo Alyzah.
El arbusto comenzó a moverse. Lenny el león, saltó.
´¿Qué haces escondiéndote?´, dijo Ava.
´Mejor aún, ¿qué haces con las rayas?´, dijo Alyzah.
´Lo siento´, dijo Lenny. ´Solo quería saber cómo es tener algo especial´.
´Eres especial, eres un león. ¡Tienes una melena!´, dijo Amelia.
´¿Qué tal si usas mis rayas por el día y me pondré tu melena?´.
Fueron y jugaron en el maravilloso zoológico que llamaban hogar”.
¿Qué te parece la iniciativa? ¿Crees que podría replicarse con éxito en Chile?
leído
