La encuestas demuestran que varios sucesos recientes en la política internacional, han socavado para muchos la confianza en la democracia y sus métodos: el plebiscito sobre el proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, los resultados del Brexit, la elección de Trump en Estados Unidos o el auge de populismos en parte importante del mundo occidental. ¿Qué está pasando? ¿Por qué los ciudadanos estamos tomando decisiones que desafían todo pronóstico?
En El Definido no queremos dar una respuesta definitiva, ¡porque no la tenemos! Pero sí demostrar que la participación ciudadana informada y realizada de manera responsable, puede llevar a tomar excelentes decisiones a nivel país. Porque cuando las personas conocen las reales consecuencias de su voto, pueden inclinarse por alternativas muy acertadas.
Últimamente se han hecho más frecuentes las propuestas de plebiscitos ante temas importantes. Y la declaración del candidato Alejandro Guillier de que “las grandes reformas deben plebiscitarse”, es una oportunidad para preguntarse: ¿es ésta la mejor forma de hacer participar a la ciudadanía?
Pongan atención a estas dos interesantes iniciativas que pueden ser alternativas al clásico referéndum.
Un experto de una Royal Commission en Australia –comisión para debatir temas públicos en el país- recomendó al gobierno australiano crear en el estado de Australia Meridional, una planta de residuos nucleares. Y era tentador, pues estimaba que la instalación reportaría a las arcas fiscales alrededor de 360 mil millones de dólares de Estados Unidos (un 45% más que el PIB de Chile).
Pero había que tantear las consecuencias de esta acción, pues la gestión de este material puede ser muy riesgosa y dañina para el medio ambiente, si no se hace de la manera adecuada.
El gobierno del estado en cuestión se comprometió a preguntarle al público por tan importante decisión, sin embargo no hizo un referéndum masivo, pues implicaría que mucha gente desinformada se viera seducida por el dinero que reportaba la alternativa, o bien, tomara partido por posturas extremas de ambientalismo. Estaban seguros que muy pocos realmente leerían el informe de la Royal Commission sobre el tema. ¿Cómo lo hicieron entonces?
Una ONG independiente, newDemocracy, fue quien tomó el tema en sus manos, para que el gobierno no estuviese involucrado. Armaron unjurado representativo de ciudadanos: 50 personas encargadas de crear un material explicativo para el público general. Ellos leyeron el informe, conversaron con expertos, llamaron a testigos y buscaron debilidades en la propuesta.
Quienes participaron de este primer jurado, señalaron lo hábil que fueron con los medios, lo calmada y poco emotiva que fue la discusión (a diferencia de los activistas que protestaban afuera) y la ausencia de partidismos en el debate. Esto, a diferencia de lo que sucedió en procesos como el referéndum británico sobre el Brexit,donde la emoción jugó un papel preponderante (aquí un estudio que demuestra el papel que jugó la xenofobia, el autoritarismo y el narcicismo en ello).
Para terminar con el proceso, la ONG llamó a un nuevo jurado representativo de 328 personas, quienes tomarían la decisión final. Ellos decidieron no crear la planta, pues la comisión estaba suponiendo que muchos países pagarían a Australia por tratar sus residuos nucleares, pero nadie había hablado efectivamente con esas naciones, ni firmado acuerdos al respecto aún. Entonces, el jurado concluyó que las garantías de ingresos que afirmaba la comisión, no estaban aseguradas, y rechazó el proyecto. Un juicio 100% racional y contrario a lo que proponía el gobierno.
Reykjavik, la capital y ciudad más poblada de Islandia, creó una plataforma online para que sus ciudadanos den ideas de políticas públicas, y a la vez apoyen iniciativas que consideran deseables. Better Reykjavik, como se llama el sitio, permite a todos participar y ya es utilizada por el 56% de la población de la urbe (70 mil personas).
La plataforma fue creada en 2010 por la ONG Icelandic Citizens Foundation (ya ven que son importantes estas organizaciones). Desde entonces, el gobierno ha gastado 17,5 millones de dólares (más de 11 mil millones de pesos) en el desarrollo de 600 políticas sugeridas por los ciudadanos. Paralelamente, estos ya han registrado más de 5.800 ideas y 12 mil votos a favor o en contra. ¿Y cómo funciona?
Los ciudadanos proponen políticas que se discuten en un foro. Se critican, se votan y finalmente las más populares se llevan a los concejales de la ciudad. En todo el proceso no se permite ningún tipo de ataque entre las distintas facciones. Además, existen espacios virtuales específicos para tratar temas de alto interés, como la educación. ¿Y qué tipo de medidas ya se han aprobado?
Por ejemplo, sanciones más duras a las donaciones ilícitas para campañas políticas, menores cuotas de participación ciudadana para la fundación de partidos, mayor cantidad de autobuses para escolares y más apoyo a las personas sin hogar.
Sin embargo, algunos creen que este tipo de participación virtual ha funcionado en Islandia debido a las características peculiares del país. Como su potente tradición democrática en línea, niveles altos de acceso a una buena conexión a Internet y una población pequeña. Además, el 81% de los ciudadanos alguna vez ha ingresado a los sitios online del gobierno, lo que indica entusiasmo por la participación. De todos modos, Estonia, Carolina del Norte y Taiwán lo han replicado con éxito, ¿por qué no probar en otros lugares?
Así, sin hacer un referéndum directo, los islandeses han logrado echar a andar políticas de alto interés ciudadano, a partir del debate y de una excelente recepción por parte del gobierno.
Lo que queda claro con ambos ejemplos, es que el referéndum o plebiscito no es la única forma de permitir que los ciudadanos tengan la palabra final sobre la aprobación o el rechazo de una medida que afecte a toda la nación.
Hay formas de incentivar un diálogo con menos grados de partidismo, emoción y ataque, permitiendo la consolidación de consensos y fortaleciendo democracias activas y sanas. Y es posible que las ONG enfocadas en la participación democrática, tengan un importante rol que jugar en esto.