Te mandaste una pelea de aquellas con tu hermana. Cuando vas camino a tu casa, llamas a tu mejor amiga y se lo cuentas con detalle “yo le dije, entonces ella me dijo, y yo le respondí que…”. Cortas, herido hasta los huesos porque sigues pensando en eso que te dijo, que ella sabe que te duele. No duermes nada esa noche y, con la rabia y la pena viva, le cuentas todo nuevamente a tu compañero de pega en la hora de almuerzo.
¿Es esta la mejor forma de afrontar tus emociones negativas?
Los últimos estudios psicológicos indican que “rumiar” los problemas –repetirlos una y otra vez en tu cabeza cual vaca mascando pasto- es la peor forma de procesarlos. ¿Qué hacer entonces para dejar de sentirse herido? Auto distanciarse del tema usando técnicas muy concretas. Leímos varios estudios sobre el tema y estos consejos podrían ser de gran ayuda.
Todos hemos pasado por una situación que nos dejó muy heridos. Y una respuesta habitual es quedarse “pegados” en el problema, centrados en nuestros propios malos sentimientos. Repetimos una y otra vez esa conversación o acción en la cabeza, ¡quisiéramos volver el tiempo atrás para que nunca hubiese sucedido! Pero ahí está el recuerdo, diciéndonos a cada hora lo triste y doloroso que fue o la rabia que nos produjo.
La técnica del auto distanciamiento es un tema de educación emocional que no nace de la nada, pues requiere entrenamiento consciente. Podemos aplicarla en nuestras propias vidas, o bien, enseñársela a nuestros hijos o alumnos. Quienes la aplican son personas que sufren menos estrés y angustia, presentan menos reactividad al recordar “el mal momento” y son mucho menos vulnerables a pensamientos recurrentes.
La idea central consiste es realizar una reflexión sobre el problema que permita distanciarse, y así tomar una perspectiva externa sobre esa experiencia negativa, como si no estuviésemos involucrados personalmente. ¡Como si fuera un cuento que alguien nos contó sobre otra persona!
Los siguientes consejos te ayudarán a practicar esta útil técnica.
Algo clave a la hora de procesar un problema, es distanciarse temporalmente de él. Claramente nos duele y nos da rabia algo porque acaba de suceder y estamos reactivos, pero en algunos años es posible que ni siquiera lo recordemos. Y si es así, ¿para que “quedarse pegado”?
Hacemos un viaje temporal al futuro, a nuestro yo de diez años más adelante, y así consideramos las cosas que valdrán la pena recordar en ese momento. Tal como señala un estudio de 2015, apenas tomemos consciencia de que “esto también pasará”, nos daremos cuenta que no vale la pena estar sumido en esas malas emociones, pues el problema tiene una serie de aspectos pasajeros que olvidaremos pronto.
Sabemos que no desaparecerán automáticamente, pero es un buen punto de partida para tomar distancia.
Puede que tengas un diario de vida, que uses una hoja suelta por ahí o que te sientes frente al computador veinte minutos a descargarte. Pero sirve, ¿por qué?
Cuando uno ha vivido una mala experiencia, es usual auto contarse un cuento sobre ello, que tiene toda una progresión dramática (y que muchas veces repetimos a otros y a nosotros mismos cual disco rayado). Pero ojo, que eso influye directamente en cómo digerimos emocionalmente ese problema. Lo mejor entonces, es escribirlo de una manera lo más positiva y expresiva posible, dándole un nuevo significado enriquecedor a ese momento, describiendo causalidades y evitando nombrar emociones negativas.
Otro estudio de 2015, comprobó que quienes realizan este ejercicio, al otro día ya sienten distanciamiento con el problema, y son capaces de reflexionar sin mostrar tanta reactividad emocional.
¿Ahora entienden la ilustración de la nota? Bien. Es importante controlar las palabras que se usan para contar el problema sucedido, ¡porque no son indiferentes! ¿Cómo así? Imaginando que eres una mosca en la pared de esa habitación en que pasó todo, que luego va y le cuenta a su familia de moscas lo sucedido, ¿cómo lo haría?
¡En tercera persona! “¿Pero cómo si me sucedió a mí?”. ¡Da lo mismo! Tener la perspectiva de una mosca y no utilizar el pronombre “yo”, ayuda a dejar de tomarse las cosas tan “a pecho”. Es mejor usar nuestro nombre para contarlo: “entonces María dijo que…”, en vez de “entonces yo le dije que…”.
Esto será útil para ver la situación como superable y no como demasiado amenazante, además te permitirá ser más objetivo a la hora de revisar los hechos.
Un estudio de 2014 demostró que al usar esta técnica, los implicados demuestran menos estrés, angustia y ansiedad ante el problema. Incluso aquellas personas más vulnerables a estresarse, fueron capaces de tener mayor control sobre sus sentimientos después de hacer este ejercicio.
Este consejo es excelente para los niños, en caso de padres o profesores que intentan entrenarlos en estas técnicas. Se trata de aplicar el juego de roles, e incentivarlos a pensar qué hubiese pensado un modelo de alta calidad moral o ídolo para ellos, en el caso de haber estado en silencio, sólo observando ese “mal momento”.
Este estudio de 2015, indica que reflexionar sobre “¿qué hubiese hecho Batman en mi lugar?”, para el caso de niños de cinco años, los ayuda a tomar la perspectiva de una tercera persona ante la situación. ¡Seguro Batman lo hubiese resuelto bien y no estaría “rumiando” el problema hasta hoy!
Bueno, y como los adultos también podemos tener nuestros ídolos personales o modelos a seguir, es igualmente útil.
“Rumiar” un problema es como apagar el fuego con gasolina, porque ¡enciende los rencores! Entre más te quedes en el “yo le dije y él me dijo”, más emociones negativas cultivarás adentro. ¿Cómo apagar estas llamas a tiempo entonces?
Este último estudio de 2012, plantea que entre antes se adopte la perspectiva de la mosca, menos enojo, agresividad, ira y tristeza aflorará. Lo ideal sería entonces auto distanciarse “en el calor del momento”, y así ni siquiera se entra en la pelea, pues de inmediato se le quita importancia a la situación. Por lo tanto, el tiempo es un factor vital a la hora de aplicar estas técnicas, ¡más vale hacerlo lo antes posible!
Sabemos que episodios dolorosos o problemas complejos no desaparecen de un día para otro y que su superación forma parte del aprendizaje en nuestras vidas. Pero estos cinco consejos podrán ayudarte a que esas emociones negativas duren menos tiempo, y en definitiva seas uno de esos afortunados que pasan la página rápido y siguen con sus vidas. ¡Pasado pisado!, dicen algunos, y a mirar para adelante que hay cosas mucho más importantes de las que preocuparse.