Esto suena a ciencia ficción, pero hoy ya existe una tecnología capaz de convertir las células de la piel, por ejemplo, en células de cualquier otra parte del cuerpo. Y esto significa poder reparar algunos daños con un “touch mágico electrónico” de tan sólo un segundo. Una suerte de superpoder que permite regenerar tejidos y transformar una pierna dañada, en una nuevecita.
¿Panacea charlatana y mentirosa? Veamos lo que dicen estos estudios.
El procedimiento consiste en instalar un nanochip sobre un cuerpo vivo, que en tal sólo un segundo y con un toque no invasivo, es capaz de cambiar la función de una célula. Mediante la aplicación de un campo eléctrico, este dispositivo inyecta un código genético que transforma una célula cualquiera en la zona, en otra requerida para reparar un daño o una función corporal que esté defectuosa. Luego estas células pueden cosecharse y aplicarse donde se necesite.
Así, el tejido se regenera y la lesión o defecto se sana, de acuerdo a los estudios del equipo de científicos de la Escuela Médica Wexner de la Universidad Estatal de Ohio y del Colegio de Ingeniería de la Universidad de Ohio en Columbus, Estados Unidos.
Esta técnica es conocida como nanotransfección tisular:
“Usando nuestra tecnología de nanochip, los órganos dañados o comprometidos pueden ser reemplazados. Hemos demostrado que la piel es una tierra fértil donde podemos cultivar los elementos de cualquier órgano que está disminuyendo”, señala a Chandan Sen, uno de los autores del estudio.
Las pruebas se hicieron con ratones. Algunos de ellos tenían sus piernas tan lesionadas, que contaban con poco o casi ningún flujo sanguíneo a causa de las heridas (snif).
Pero al aplicar el chip sobre la piel de la zona afectada, lograron reprogramar sus células y convertirlas en células vasculares que pudiesen reparar el daño. En una semana ya eran testigos de esta alucinante transformación. ¡Durante la segunda semana se habían formado nuevos vasos activos y ya en la tercera, las piernas de los roedores se habían salvado por completo!
Un segundo experimento comprobó la eficacia de esta tecnología, pues incluso fueron capaces de cultivar neuronas en la piel de los ratones. Estas fueron cosechadas e inyectadas en los cerebros de roedores que habían sufrido de infartos cerebrales y, adivinen… también se curaron.
Las bases de esta tecnología fueron sentadas ya hace algunos años, en 2012, cuando John Gurdon y Shinya Yamanaka se llevaron el Premio Nobel de Medicina gracias a su descubrimiento. Ellos lograron reprogramar células maduras para transformarlas en pluripotentes. ¿Y qué significa esto?
Significa que crearon células madre –que son capaces convertirse en otras células del cuerpo y son una suerte de sistema de reparación del organismo- a partir de células de los propios pacientes, para así evitar los rechazos. A estas células madre creadas, les llamaron células pluripotentes. ¿En qué se diferencia este nuevo descubrimiento entonces?
En que ahora es posible evitar el paso en que las células deben ser convertidas en pluripotentes, transformándolas directamente en células funcionales de diferentes tipos. En caso de funcionar en seres humanos, el proceso de regeneración de tejidos sería mucho más rápido, pues ya no habría la necesidad de transformar células en “fábricas de células”, pues la fábrica sería el propio dispositivo “hacedor de células”.
“El concepto es muy simple. En verdad nosotros aún estamos sorprendidos de haber funcionado tan bien. En mi laboratorio, trabajamos para entender por completo el motor y hacerlo funcionar aún mejor. Entonces, es sólo el comienzo, hay más por descubrir”, declaró Chandan Sen.
Su equipo comenzará a hacer ensayos en seres humanos en un año, y los investigadores aseguran que funcionaría igual de simple, pudiendo reparar desde nervios dañados hasta daños cerebrales.