*¿Te lo perdiste? Regularmente republicamos contenidos vigentes que pueden resultarte interesantes.
Uno de los grandes problemas climáticos que hoy enfrenta el mundo es la desertificación, la que afecta áreas tan diversas y lejanas como el norte y centro de Chile, parte del norte de China y también la zona sur del desierto del Sahara.
Pero China no se ha quedado de brazos cruzados, y está trabajando duro para revertir este proceso, intentando “domesticar” su desierto de Kubuqi a como dé lugar. Hoy te contamos sobre esta original iniciativa y sus espectaculares consecuencias económicas, sociales, ambientales y climáticas (sí, ¡han logrado hacer del desierto más lluvioso!).
En Beijing, suceden cada cierto tiempo espantosas tormentas de arena que azotan a la ciudad y contribuyen a aumentar sus altísimos niveles de contaminación, responsable de un tercio de las muertes en el país. La arena obliga a las personas a encerrarse en sus casas, las enferma y vuelve la ciudad inhabitable.
Este problema tiene una de sus causas al norte de la urbe, en el desierto de Kubuqi, uno de los siete más grandes de China, ubicado en la Región Autónoma de Mongolia Interior. Cubre alrededor de 18 mil kilómetros cuadrados y lentamente, impulsado por el cambio climático, avanza al sur, desertificando nuevos territorios y amenazando a la capital. Esto ha llevado a la deforestación de extensas áreas, y muchos pobladores empobrecidos se han visto obligados a emigrar a causa de las malas cosechas y la muerte de sus animales.
Una empresa privada china, Elion Resources Group, decidió hacerse cargo del problema en 1988, asociándose con el gobierno local y con los pobladores. Había que revertir el efecto dañino de la desertificación y tomar las medidas necesarias para “domesticar” el clima, volviendo ecológica toda el área.
Todo comenzó cuando Wang Wenbiao, fundador de la empresa y nativo de Kubuqi, se hizo cargo de la salina Hangjinqi, que tenía una conexión deficiente con el comercio, pues la sal se transportaba a través de un camino circular de 350 kilómetros. Wang construyó un camino recto de sólo 65 kilómetros, que funcionó durante un tiempo, pero luego fue “devorado” por la arena. Ahí se dio cuenta que el problema era grave, y que necesitaba de la colaboración de todos los habitantes de la zona para que el cambio fuese efectivo.
Comenzó a ofrecerles bonos no solamente por plantar árboles, sino por mantenerlos vivos de un año a otro, creando así una barrera que contuviera al desierto y dificultara su avance. Se dieron cuenta que los sauces eran perfectos, porque requerían de poca lluvia, y también un arbusto que florece llamado hedysarum laeve maxim. Innovaron además en un sistema de plantación a partir de chorros de agua, que redujo el procedimiento para cada árbol de 10 minutos, a 10 segundos. Por último y para sacar provecho comercial del proyecto, se alentó a los pobladores a plantar regaliz, el que también requiere de poca agua, y es muy popular en la medicina tradicional china, la que representa la cuarta parte de la industria farmacéutica del país. Elion proporciona las plantas a los agricultores, y luego se las compra a precio de mercado para comercializarlas.
A casi 30 años de comenzada esta forestación, resultan impresionantes los efectos causados en la frecuencia de lluvias de Kubuqi: si en 1988 las precipitaciones eran menores a los 100 mm. al año, en 2016 esta cifra aumentó a 456 mm., lo que confirma la gran capacidad de los bosques para generar lluvias, y la importancia de conservarlos y potenciar su plantación en zonas áridas.
Pero Elion fue por más, pues si se quería transformar el desierto en un área ecológica, era central impulsar la energía limpia. Fue así como construyó en la zona la planta solar china más grande construida en un desierto, con 650 mil paneles fijos y de seguimiento solar, que son capaces de canalizar 500 millones de kilovatios-hora de electricidad para la red nacional cada año.
Los paneles también sirven para proteger del viento y la arena a las hierbas y plantas que crecen justo bajo ellos. ¿Y quién las riega? Hay 47 familias involucradas en su mantención; cada una tiene la tarea diaria de limpiar alrededor de 3 mil paneles con chorros de agua a alta presión, los que sirven paralelamente para regar los cultivos.
Sólo esta planta solar ya ha creado 1.000 empleos en la población local.
La labor de Elion junto a las comunidades y las autoridades de la zona, ya ha logrado ganarle 6.250 kilómetros cuadrados al desierto de Kubuqi, de acuerdo a las estimaciones de un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Además, la iniciativa ha logrado eliminar 14,5 millones de toneladas de carbono de la atmósfera y ha generado una riqueza de 24.400 millones de yuanes (2,3 billones de pesos chilenos) en términos de conservación del agua. Incluso el proyecto ha producido 18,3 millones de toneladas de oxígeno para la atmósfera, lo que se ha valorado en 6.800 millones de yuanes (650 mil millones de pesos).
Por si fuera poco, se estima que esta forestación masiva tuvo un valor de 349 millones de yuanes (más de 33 mil millones de pesos) en cuanto a conservación de biodiversidad, ha sacado a 100 mil personas de la pobreza, y ha creado más de 1 millón de puestos de trabajo, de acuerdo a cifras de 2017.
En suma, el proyecto Kubuqi ha generado más de 500 mil millones de yuanes (47,5 billones de pesos) en ganancia, según el mismo informe. Una maravillosa manera de convertir la desertificación en una oportunidad de desarrollo económico para mitigar la pobreza, de acuerdo a Erok Solheim, director ejecutivo de PNUMA.
Este proyecto, entre otros gestados últimamente en China, coincidió con el abandono de Estados Unidos del Acuerdo de París, colocando a la potencia asiática a la cabeza como líder ambientalista a nivel mundial. China, pese a ser el principal emisor de carbono del mundo, es paralelamente el país que actualmente más invierte en energías renovables (56,5 billones de pesos en 2016) y que emplea a más personas en esta área (13 millones de empleos). Es cierto, sabemos que el país no es precisamente “verde” y su alta industrialización aún genera problemas medioambientales graves, pero sus esfuerzos se han hecho más intensos en los últimos cinco años, trabajando duro no solamente por el crecimiento económico, sino también por la construcción de una estructura ecológica en varias zonas, lo que ha sido reconocido por la ONU.
La clave del éxito de Kubuqi es ser un proyecto que combina un modelo comercial sostenible, la incorporación del gobierno local, inversión del sector privado y participación de las comunidades. Una ecuación perfecta para crear un sistema win-win, contribuyendo a disminuir las emisiones de carbono del gigante asiático y, de paso, ayudando a fortalecer la convicción de que es posible reducir los efectos del cambio climático si hay voluntad, inversión y buenas ideas.