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Imagen: Rodrigo Avilés

Basura espacial, ¿alguien va a limpiar toda esa chatarra flotante?

Los seres humanos no sólo hemos contaminado la Tierra, sino también parte de nuestro espacio circundante. ¿Cómo nos afecta y qué podemos hacer? Aquí algunas iniciativas para limpiar toda esa chatarra que orbita alrededor nuestro.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2017-08-31 | 14:03
Tags | espacio, chatarra, basura espacial, basura, astronautas, naves, Tierra
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El 10 de febrero de 2009, el satélite ruso Kosmos 2251, orbitaba la Tierra como de costumbre. De pronto, se produjo un explosivo impacto contra el Iridium 33, otro satélite. Ambos habían sido lanzados en la década de los ‘90 y se encontraban “muertos” (se les dice así a los satélites inactivos) hace un buen tiempo. Pero el azar, potenciado por la inmensa cantidad de basura espacial que orbita nuestro planeta, los llevó a la destrucción, creando una enorme cantidad de escombros.

La Tierra está rodeada por toneladas de basura espacial que, tarde o temprano, se volverán un serio problema. ¿Cómo nos afecta? ¿Existen iniciativas para limpiar nuestro espacio cercano? Sí, hoy en El Definido te contamos sobre algunas.

El qué, cómo y cuándo de la basura espacial

La basura espacial es toda la chatarra que orbita la Tierra, pues no se ha encontrado la forma de hacerla descender hasta la atmósfera para que se queme o caiga al océano: esquirlas pequeñísimas, herramientas perdidas por astronautas, partes de cohetes desechadas durante sus misiones, satélites completos y restos de colisiones. En total, se calcula que existen alrededor de 750 mil piezas.

El gran problema, es que cada vez se hace más fácil y barato enviar satélites al espacio, mientras paralelamente se hace muy difícil recolectar todos esos escombros flotantes. Cada pieza de esta basura, se calcula que tiene una velocidad promedio de 40 mil km/h, pudiendo provocar graves accidentes en naves tripuladas o destrucción de equipo valiosísimo.

La NASA cuenta con un programa especialmente diseñado para contar y controlar el rumbo de esta chatarra, llamado Space Surveillance Network. Ellos se encargan, por ejemplo, de dar alertas cuando es posible que uno de estos objetos choque con otro. Incluso la Estación Espacial Internacional (ISS) ha debido realizar cuatro maniobras evasivas durante los últimos 19 años, preparándose incluso para la evacuación de sus tripulantes.

Cementerios de chatarra

Cuando un satélite se deja de utilizar, sus últimos resabios de combustible se usan para ralentizarlo y hacerlo caer, para que entre en la atmósfera y se queme, desapareciendo. Si se trata de un elemento muy grande, como una estación espacial, es posible que no se consuma por completo y caiga en algún lugar del Pacífico Sur, donde la NASA postula que se encuentra el área más remota y deshabitada de la Tierra (dirigen su caída).

Esta opción sería la más “sana”, pero hay otra práctica común que debe comenzar a evitarse. Gran parte de los satélites funcionan en la llamada “órbita geoestacionaria”, donde por ejemplo operan aquellos que trabajan en meteorología y comunicaciones, a unos 36 mil kilómetros de la superficie del planeta. Muchas veces hacerlos descender resulta muy costoso, entonces los envían aún más lejos de la Tierra, donde se encuentra la “órbita cementerio, ubicada 300 metros más “arriba”. Por supuesto, esto contribuye a aumentar la basura espacial.

Aquí un video de la Agencia Espacial Europea que explica claramente el origen de la basura espacial y las diferentes órbitas de desechos que circundan el planeta:

Pero, ¿esto que estamos haciendo basta? Por supuesto que no. Es necesario “barrer” con la chatarra para que el problema no crezca hasta niveles incontrolables (¿o acaso no viste esta clásica escena de Gravity?).

Aquí dos proyectos de “limpiadores” y una interesante propuesta de reutilización.

“Pescando” chatarra en el océano interestelar

Una de las iniciativas más concretas que se han llevado a cabo, fue liderada por Jaxa, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, en colaboración Nitto Seimo Co, una empresa que durante un siglo ha fabricado redes de pesca.

Crearon un artefacto que fue enviado al espacio en diciembre de 2016, a bordo del carguero no tripulado Kounotori 6, y consistía en un recolector de basura mediante cuerdas de aluminio y acero de 700 metros. Estas pretendían interactuar con el campo magnético de la Tierra, arrastrando la basura y frenándola, para que su órbita fuese cada vez más baja y, a la larga, entrara a la atmósfera.

Lamentablemente, la misión no fue exitosa, pues las cuerdas no pudieron desplegarse adecuadamente en el momento en que el artefacto se acercaba a la atmósfera. Pero fue un interesante primer intento que dio una gran lección a los ingenieros, ¡no siempre las cosas funcionan a la primera!

¿Geckos espaciales?

¿Conoces al gecko, ese tierno reptil que puede adherir sus diminutas patitas a las superficies y escalar paredes como si nada? Bueno, estas pinzas espaciales están basadas en su anatomía.


Wikipedia

El entorno de gravedad cero, impide crear tecnologías basadas en productos químicos pegajosos o ventosas. Los imanes tampoco son muy útiles, pues sólo funcionan con objetos magnéticos. Por otra parte, lanzar un arpón es peligroso, pues significaría cambiar la ruta de la chatarra espacial en direcciones impredecibles.

Un equipo de expertos de la Universidad de Standford, la NASA y la Universidad de California, han desarrollado una pinza robótica capaz de crear esa misma fuerza de Van der Waals que usa el gecko para caminar “patas arriba”. ¿Y qué es eso? Fuerzas intermoleculares débiles, que surgen de sutiles diferencias en las posiciones de los electrones en el exterior de las moléculas, explican.

En palabras simples, la pinza sólo se hace “pegajosa” si se empuja suavemente en una dirección específica. De esta forma, no es necesario ocupar un equipo que podría forzar la basura espacial, empujarla y hacerla girar o moverse de manera riesgosa.

Esta tecnología ya ha sido probada en situaciones de gravedad cero y en la ISS. Pronto se construirá un prototipo de materiales resistentes a la radiación y a las altas temperaturas, para ser probada fuera de la ISS.

Reutilizando la basura espacial

¿Y si le damos un nuevo uso a toda esa chatarra? Esto es lo que postula la startup australiana Neumann Space, quienes han desarrollado un nuevo motor de iones, un tipo de cohete que es capaz de utilizar como combustible elementos tan diversos como molibdeno, magnesio, aluminio, carbono, titanio y vanadio. ¿Y de dónde los sacaría? ¡De la basura espacial!

El sistema utiliza electricidad para calentar el material combustible en la punta de un cátodo metálico, es decir, funde la basura espacial y la transforma en energía para avanzar, canalizádola en el espacio.

Así, no solamente la chatarra sería reciclada en barras combustibles, sino también las misiones espaciales se volverían mucho más económicas, en palabras de sus creadores. Por ejemplo, señalan que se podrían crear servicios de minería en asteroides o remolcadores espaciales. Además, el sistema es tan eficiente, que una sola barra de combustible alcanzaría para enviar una sonda a Marte ida y vuelta.

Sin embargo, la pregunta que queda por responder es, ¿cómo recolectarían la basura antes de transformarla en combustible? Probablemente, aprovechándose de otras tecnologías de limpieza espacial antes de iniciar la reutilización.

Neumann Space planea lanzar su primer prototipo en 2019, para ser probado en la ISS. Si todo sale bien, estos nuevos motores estarían disponibles para ser utilizados entre 2020 y 2022, en satélites pequeños.

Si bien se trata de proyectos a largo plazo y, por ahora, ninguna agencia ni empresa privada se encuentra comandando camiones de basura espaciales, es un tema que entrará en la palestra pública en poco tiempo. Si hoy nos preocupamos de cuidar nuestro medio ambiente terrestre, pronto tendremos también que ocuparnos de limpiar lo que ha quedado abandonado más allá de nuestra atmósfera.

¿Crees que la basura espacial podría llegar a ser un problema serio en el futuro?

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