Si van a Costa Rica y le preguntan a un local cómo está, les contestarán con una frase que resume el espíritu de este pequeño pero valiente país centroamericano: “¡Pura vida!”.
Además de ser el país con mayor índice de felicidad y el más próspero de Latinoamérica después de Uruguay, Costa Rica también se ha hecho una buena fama por su postura ecológica. No tienen zoológicos, cuentan con abundantes fuentes de energía renovable (al punto de no necesitar durante meses de combustibles fósiles) y en los últimos 30 años han duplicado la cantidad de bosques que cubren su superficie.
Todos los esfuerzos ecológicos de los “ticos” se enmarcan en un ambicioso plan anunciado en 2007, que busca hacer de Costa Rica el primer país carbono-neutral –es decir, que remueven tanto CO2 de la atmósfera como el que emiten- del mundo para 2021, fecha fuertemente simbólica, porque coincide con el bicentenario de la nación.
Quedan apenas 4 años y el país sigue sumando políticas congruentes con la meta. El mes pasado, Edgar Gutiérrez, ministro de Ambiente y Energía; María Esther Anchía, ministra de Salud; y Alice Shackelford, representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), presentaron una estrategia nacional integral, la primera del mundo, para darle un adiós (patá en el poto incluida) a todos los plásticos de uso único en 4 años.
Minutos, a veces solo segundos. Así de larga es la vida útil de una bolsa, vaso, plato y una larga lista de otros objetos de plástico de un solo uso. Distinta es su vida total en el planeta, una presencia porfiada que puede extenderse por cientos de años.
Lamentablemente muchos de estos artículos terminan contaminando ecosistemas sensibles y “penándonos” de variadas formas. Por ejemplo, expertos estiman que para 2050 el mar tendrá más plásticos que peces si seguimos igual, lo que repercutirá ineludiblemente en el futuro de muchas especies animales y, por lo tanto, en el nuestro también.
Costa Rica no es una excepción. Cerca de un 25% de residuos sólidos producidos por los ticos no se recolectan y “acaban siendo parte del paisaje de ríos y playas costarricenses”, explican Gutiérrez, Anchía y Shackelford. Los porcentajes son peores si nos limitamos a productos plásticos. Un escalofriante 90% de los 600 millones de botellas desechables que produce el país anualmente tienen el mismo destino. Si lo relacionamos con la población total de Costa Rica (5 millones), es como si cada ciudadano contaminara cada año con ¡108 botellas!
Por fortuna, políticas que desincentivan el uso de este tipo de productos han sido una tendencia mundial. Ya hemos visto el caso de Francia, que prohibió el uso de platos y vasos plásticos, y varias municipalidades de Chile que han eliminado las bolsas plásticas y a la vez han propuesto otras alternativas.
Costa Rica quiere dar el siguiente paso. Para eso ha hecho un llamado a toda su población, desde servidores públicos, investigadores, mujeres, hombres y niños, pues creen que solo un esfuerzo de todos los actores involucrados podrá hacer de esta utopía una realidad.
La estrategia para reemplazar el plástico contempla cinco frentes: incentivos municipales, políticas y directrices institucionales a las proveedurías; sustitución de productos de plástico de un solo uso; investigación y desarrollo; e inversión en proyectos productivos.
A continuación, numeramos algunas de las propuestas ticas:
Si bien parece una idea demasiado bonita para ser verdad, hay que dar crédito al país caribeño por lo logrado antes y por la valentía de hacer público este complejo compromiso partiendo desde cero.
Tampoco está de más mencionar que, pese al poco tiempo de la campaña, ya se han sumado varias municipalidades, consejos distritales, empresas y federaciones, que han formalizado su compromiso para seguir las directrices de la estrategia.
Paralelamente el país también está lidiando con las consecuencias de la contaminación de plásticos, realizando limpiezas regulares de ríos, riberas y playas, y actividades educativas para integrar a la sociedad civil.
En Chile, se estima que anualmente hasta 25 mil toneladas de plásticos son mal manejadas y pueden terminar contaminando nuestros ecosistemas. Esto ha sido confirmado recientemente por el investigador Charles Moore, descubridor de las “islas de basura”, quien visitó diversos puertos del país para realizar mediciones de concentración de plástico y halló alarmantes niveles de contaminación.
Considerando que nuestro país es particularmente rico en recursos hídricos, vale la pena preguntarse si Chile podría seguir el ejemplo de Costa Rica.
Algunas municipalidades ya han dado el paso de prohibir el uso de bolsas plásticas, y la Ley de Fomento al Reciclaje también es una buena señal, aunque todavía estamos al debe en una política específica y a nivel nacional contra plásticos de un solo uso.