¿Es el sexo una variable biológica para la neurociencia? Ésta es una pregunta que ha acechado a los científicos durante la última década, pues nuestra sociedad está repleta de juicios culturales sobre las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres: que somos iguales, que hay variables, que el tema no es biológico sino cultural, que la experiencia juega un rol fundamental en nuestras conexiones neuronales o que éstas vienen delimitadas desde el nacimiento.
Para encauzar esta discusión (jamás zanjarla, porque el tema da para rato), buscamos las últimas investigaciones científicas al respecto, que mediante tecnología de punta estudiaron la morfología de los cerebros de hombres y mujeres. Y lo primero que encontraron, es que nuestro órgano rey tiene más similitudes entre hembras y machos, que diferencias.
En una primera mirada son iguales, y sus estructuras son asombrosamente similares, pero hay diferencias en tamaños de ciertos elementos, redes neuronales y zonas más activas. Veamos qué dice cada uno de estos estudios.
Este estudio, liderado por el siquiatra Daniel Amen, exploró el cerebro de la notable cantidad de 46.034 personas, con el objetivo de examinar cómo se presentaban ciertas enfermedades psiquiátricas en hombres y mujeres. La investigación se realizó a partir de una técnica llamada SPECT (tomografía computarizada de emisión monofotónica), que mide el flujo sanguíneo en las diferentes partes del cerebro, para determinar cuáles están más activas.
Como conclusión principal, el estudio determinó que las mujeres tenían significativamente más actividad en muchas más áreas del cerebro, mientras que los hombres tenían niveles más altos de actividad, pero en áreas más restringidas.
Entre las partes que eran más activas en el cerebro femenino, está la corteza prefrontal, que es la zona asociada al control de impulsos, la concentración, el sistema límbico, los estados de ánimo y la ansiedad. Mientras que en el cerebro masculino, sus áreas más activas eran los centros visuales y de coordinación.
Finalmente, Amen y su equipo concluyeron que estos hallazgos señalan que hombres y mujeres son más proclives a trastornos siquiátricos distintos. En el caso de las mujeres, al Alzheimer, la depresión, los trastornos de ansiedad y los trastornos alimentarios; y en el caso de los hombres, al trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Eso sí, esta investigación no ha estado exenta de críticas. En primer lugar, porque la gran mayoría de las personas estudiadas sufría de alguna condición psiquiátrica como trastorno bipolar, traumatismo cerebral o esquizofrenia. Entonces, el que no sean sanas podría haber alterado los resultados. Y en segundo lugar, porque el uso del SPECT para realizar este tipo de análisis, ha sido muy debatido por las principales asociaciones de psiquiatría y neurociencia.
El segundo estudio ha sido calificado como “la mayor investigación de imágenes cerebrales de su clase”, y ha encontrado patrones concretos en cuanto a las diferencias de nuestros cerebros.
La investigación, dirigida por el psicólogo Stuart Ritchie, utilizó los datos del UK Biobank -un archivo de datos biológicos sin fines de lucro en Stockport, Inglaterra- para analizar las resonancias magnéticas de 2.750 mujeres y 2.466 hombres. En estos exámenes, Ritchie y su equipo estudiaron especialmente los tamaños de las cortezas cerebrales, la capa externa del cerebro que se cree que tiene un rol importante en la conciencia, el lenguaje, la memoria y la percepción.
Los datos arrojaron que, en promedio, las mujeres tendían a tener cortezas más gruesas que los hombres -lo que se asociaba a mejores puntuaciones en pruebas cognitivas- mientras que el volumen cerebral de los hombres en todas las regiones subcorticales, era mayor, incluyendo el hipocampo (memoria y conciencia espacial), la amígdala (emociones, memoria y toma de decisiones), el striatum (aprendizaje e inhibición) y el tálamo (procesamiento y transmisión de información sensorial).
Pero quizás el hallazgo más sorprendente, fue comprobar que los cerebros masculinos son más variables en cuanto a grosor de la corteza y volumen. Y esto, de acuerdo al estudio, se relaciona a que los hombres son más variables física y mentalmente, es decir, sus estructuras presentan más diferencias entre uno y otro individuo. Sin embargo, también aclaran que las desigualdades entre hombres y mujeres son tan mínimas, que con sólo mirar un escáner no se puede predecir el sexo del sujeto.
Aunque las conclusiones de este estudio no interpretan los datos (¿qué consecuencias tiene que los cerebros de los hombres sean más variables que los de las mujeres?), su simple descripción y la comprobación de que uno es más variable que el otro, constatan que hay diferencias patentes en las estructuras cerebrales de ambos sexos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania, escaneó los cerebros de 900 personas; hombres, mujeres y niños de entre 8 y 22 años. La idea era poder “mapear el cableado” de las conexiones cerebrales, para saber si las diferencias sexuales se notaban a nivel cerebral o no.
El estudio concluyó que los cerebros de los hombres y la mujeres, compartían la misma “planilla” para conectar sus áreas, pero que existían ciertas diferencias. En el caso de las mujeres, tenían más desarrolladas las áreas ligadas a la memoria, la atención y a la cognición social, es decir, al conocimiento que tienen de las otras personas y su entrono. Por el lado de los hombres, tenían más habilidades de aprendizaje, para concentrarse en una sola actividad, y capacidades motoras y espaciales, es decir, podían desempeñar mejor su conciencia espacial y la coordinación mano-ojo.
Lo que la doctora Ragimi Verma, investigadora principal del estudio, no tiene claro, es si estos desarrollos de redes neuronales han sido configurados culturalmente, o bien “vienen de fábrica”, por decirlo de alguna manera. Es “una situación neurológica del huevo o la gallina”, como señala el Daily Mail.
Y sí, esa duda es importante hoy en día, donde se lucha contra los estereotipos de hombre y mujer, y se debate fuertemente qué tan ciertas son esas características diferenciadoras. ¿Son las mujeres de un modo y los hombres de otro? ¿Cuánto hay de biológico y cuánto de cultural en ello? Hay distintas visiones, y sin embargo, estos estudios constatan ciertas diferencias a nivel cerebral.
De todos modos, la ciencia también ha revelado las infinitas posibilidades que hay para desarrollar nuestro pensamiento, según los estímulos y aprendizajes que experimentamos a lo largo de la vida. Así que, sea de fábrica o no, ni hombres ni mujeres están “condenados” a pensar de una determinada manera.