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Imagen: César Mejías

Analista revisó 2.000 obituarios. Estas son las lecciones de vida que descubrió

Lux Narayan es un analista de datos que estudió los obituarios del New York Times por casi dos años, para entender el fenómeno de las despedidas y de la muerte como tal y descubrir qué es lo que las personas rescatan de sus muertos. Y se llevó una grata sorpresa que quiso compartir en una exitosa charla TED.

Por Macarena Fernández | 2017-08-03 | 16:04
Tags | obituarios, diario, difuntos, muerte, legado, realización, New York Times, lecciones

Es cierto. Basta que se muera alguien para que lluevan literalmente las flores y a todo el mundo le de amnesia y olvide los defectos, las embarradas o el mal genio del difunto. Los familiares y amigos inundan las redes sociales con palabras amables, describiendo la gran pérdida que significa la ida de este ser querido e incluso los diarios lucran con dar un espacio para despedir públicamente al fallecido.

"No hay muerto malo", es una frase recurrente que se ha vuelto hasta cliché y que se utiliza generalmente para ironizar las alabanzas post mortem. Pero, ¿qué tiene de malo resaltar las cosas buenas que dejó una persona en su paso por la Tierra?

Esto es exactamente lo que le interesó al CEO de la firma de análisis de datos Unmetric, Lux Narayan, quien decidió estudiar en profundidad más de 2.000 obituarios del New York Times, en un período de 20 meses, entre el año 2015 y 2016. En esta sección del diario estadounidense, se dedican frases a los difuntos destacando el legado que dejaron o las razones de por qué son destacados.

Y se llevó una grata sorpresa al darse cuenta de que el fin de la sección de obituario es exactamente lo que se puede criticar: celebrar los éxitos de la humanidad (ignorando los defectos); y profundizando más, esos éxitos no son cualquiera, sino que destacan las cosas más locas, extravagantes e interesantes que la gente hace y que, en muchos casos, hacen la diferencia.

Al finalizar su estudio, Narayan decidió exponer sus impresiones públicamente a través de una charla TED, llamada "Lo que aprendí de 2.000 obituarios"; y éstas son cinco lecciones que aprendió.

1. Para lograr el éxito, hay que ayudar a otros a conseguirlo también

Narayan quisieron ver qué decían lo obituarios sobre las personas exitosas, así que con su equipo, separó los obituarios en dos grupos: gente famosa y no famosa. Su punto de referencia para la fama fue si alguien tenía o no una página en Wikipedia.

Si bien había una mayor diversidad en las profesiones y los logros de los no famosos, se dio cuenta de que casi todo el mundo (famoso o no) ayudó a la gente de alguna manera.

Esta sección del diario mostró las muchas formas en que es posible generar un impacto en la sociedad o la vida de los que nos rodean. Narayan cuenta en la charla algunos casos que observó, como en de la diseñadora y urbanista Jane Thompson que ayudó a revitalizar áreas urbanas abandonadas como el muelle de la Marina de Chicago y el mercado de Faneuil Hall de Boston, convirtiéndolos en centros sociales y comerciales. También la de un sacerdote católico que dirigía talleres de escritura y actuación para veteranos y discapacitados, para distraerlos de sus problemas. ¿Has pensando el aporte a la sociedad por el que te gustaría ser recordado?

2. La vida puede tener mucho valor sin grandes reconocimientos

Como los obituarios no sólo cubren a personas famosas o con perfiles públicos, Narayan señala que el espacio permite que la sociedad se dé cuenta que la mayoría de las personas anónimas también cuentan con biografías y hechos que merecen ser recordados, porque de una u otra manera, fueron un aporte para la sociedad. Así que no te angusties si no te sigue ningún Paparazzi o los titulares del diario te ignoran, tú tranquilo desde donde estés, puedes ser incluso más valioso que grandes personajes.

Como Jocelyn Cooper, por ejemplo, una mujer que ayudó a nivelar el camino para la elección de la primera mujer afroamericana que obtuvo un puesto en el Congreso de Estados Unidos (Shirley Chisholm en 1968); y es muy poca la gente que conoce su noble trabajo, cuenta Narayan. Y como ella, hay miles de otros casos similares.

3. Toma tiempo dejar una huella

En el estudio, Narayan analizó que toma bastante tiempo lograr realizar algo importante y que la edad media para lograrlo son los 37 años. Esto pasa en la mayoría de los campos: literatura, arte, ingeniería, etc., y una de las pocas excepciones se da en los deportistas, quienes alcanzan su máximo promedio cerca de los 20 años.

¿Qué lección nos entrega esto? Una sobre el gran valor de la paciencia, y que esto implica compromiso, perseverancia, equivocaciones, aprendizaje, etc. Algo importante para hoy en día y sobre todo las nuevas generaciones, ya que nos hemos acostumbrado a conseguir todo más rápido y fácil. "Para ser realmente bueno en algo, para lograr cierto nivel de competencia y para hacer una diferencia y ser reconocido por ello, hace falta tiempo", señala.

4. Papás, relájense: ser artista puede ser una gran profesión

Este caso es más específico pero es muy interesante. Es común que los padres y profesores animen a los jóvenes sobresalientes a que canalicen sus talentos en profesiones exigentes en cierto sentido y con gran futuro laboral como médico, abogado, ingeniero o ejecutivo de negocios. Y que muchos sigan siendo temerosos con las carreras del área artística. ¿Les suena conocido?

Bien pues, al analizar los obituarios, Narayan notó otra realidad distinta a lo que se valora por lo general. En el estudio encontraron que las artes, el cine, el teatro, la literatura, la música, la danza y las bellas artes, representaron el 40% de los logros de la gente de los obituarios. Es decir, son profesiones bien valoradas por la sociedad y dejan una huella importante difícil de ignorar, para que apunten los padres más dudosos.

5. La importancia de la humildad

Tras finalizar el análisis luego de 20 meses, Narayan quiso seguir ahondando en las biografías de las personas de los obituarios y se llevó grandes sorpresas. Se emocionó al notar la impresionante variedad de la existencia humana ofrecida por los obituarios, y las tremendas lecciones de vida que la mayoría de las personas tenía y que, con humildad, se desarrollaron sin buscar exposición ni reconocimiento.

Llegó hasta encontrarse con el estudio en que había colaborado un analista matemático, sobre por qué la cola de un caballo que corre se balancea de un lado a otro. "Resaltó la diversidad del mundo en que vivimos", dice, "y creo que eso es humillante. Mi mente es sólo un pequeño engranaje en todo el esquema de las cosas”.

Les dejamos la charla TED completa (con subtítulos en español), por si quieren revisarla.

¿A ti cómo te gustaría que te recordaran tras tu muerte?

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